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El teniente general Fernández Posse afirma que la subversión se ha infiltrado en todos los estamentos sociales

La tradicional ofrenda al apóstol Santiago, presentada en este caso por el capitán general de la VIII Región Militar, se convirtió ayer en un durísimo diagnóstico de la situación en que se encuentra el mundo occidental, y muy especialmente España. A juicio del teniente general Fernández Posse, que manifestaba hablar en nombre del Rey, «estamos en plena guerra», contra la subversión, que se ha infiltrado en todos nuestros estamentos sociales. Hizo también alusiones a la conveniencia de consolidar la democracia y apoyar al Rey, y pidió respeto para los representantes del pueblo, aunque añadiendo que «nosotros también tenemos derecho a su respeto y a que su comportamiento les haga dignos de su alta representatividad ».

En sus primeras frases, el teniente general Fernández Posse dijo: «Tú sabes, mi capitán, que estamos en plena guerra, una guerra especial, subversiva, sucia, pero guerra. Están tratando de destruir nuestros valores espirituales y morales, adentrándose en todos nuestros estamentos sociales, llegando a la exhibición y ostentación de las más bajas lacras y pasiones» «Es un enemigo tenaz que se infiltra en la Prensa, la radio y la televisión, en la Iglesia, en la escuela, en la universidad. en el cine, en el arte y en la cultura. Estimula, valiéndose de algunos medios de comunicación y panfletos, la pornografía, la droga y el aborto. Ridiculiza y ataca a nuestro Papa y a la Iglesia. Trata de dividir los ejércitos, atacando a su honor, su disciplina y a la bandera, símbolo supremo de las patrias que los hombres de bien han jurado defender. Trata de envenenar a los soldados, intenta propagar ideas disolventes que enfrenten a padres e hijos para destruir a la familia, célula básica de toda sociedad civilizada y pedestal de su cristianismo».

«Cuando ha conseguido crear lo que pudiéramos llamar ambiente propicio, pasa a desarrollar las acciones más activas, como atacar a las fuentes de riqueza y campañas contra centrales nucleares; organiza con cualquier pretexto huelgas, disturbios e incendios. Apoya peticiones salariales, aunque a veces sean imposibles. Alaban a los terroristas y ensalzan a los asesinos. Atacan a la policía. Apoyan su acción con los atracos, los asesinatos e incluso con la salvaje acción indiscriminada contra aglomeraciones humanas».

«Su objetivo es crear el miedo, el terror, empobrecer las economías, destruir moral y físicamente a los ciudadanos y a las naciones, y el momento oportuno para ello es cuando ven que empiezan a consolidarse las libertades». Tras este diagnóstico de la situación, el teniente general Fernández Posse dijo que nuestro mundo civilizado parece invadido por una ola de miedo. La Europa de la civilización occidental «nos recuerda a la antigua Roma y a su posterior desaparición. Si no reacciona, si no se construye una nueva Europa fuerte y unida, le sucederá lo mismo que a aquella civilización: será invadida por otros sistemas materialistas y otras culturas». Para el teniente general Fernández Posse. no se comprende cómo algunos españoles «pertenecen o simpaticen con partidos cuya ideología es el Gobierno totalitario o imperialista, a base de un único partido y una enorme burocracia, carente, en consecuencia, de libertades democráticas». Dijo que la guerra civil se hizo para evitar la desintegración de España, «pues, como dijo el filósofo, ante tal caos, la espada tenía que ser más poderosa que la pluma», y pidió reflexión sincera en torno a esos hechos, «para que no vuelvan a darse jamás las condiciones que entonces nos llevaron a la tragedia».

"Franco, propulsor de esta España"

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Lo que ocurrió después está escrito, es historia, -continuó el teniente general Fernández Posse: «Tampoco podemos hacer abstracción de nuestro anterior jefe del Estado, generalísimo Franco, propulsor de esa España y de nuestra Monarquía democrática. Igual que todos los jefes de Estado, sobre todo cuando ese Estado ha nacido como fruto de una convulsión interna tan cruenta, habrá tenido errores, como también habrá tenido aciertos, pero pertenece a la historia, y su actuación la juzgarán las generaciones venideras con otra perspectiva más imparcial. Y merece de todos el respeto debido, a quien dirigió los destinos de España, entregando a ella toda una vida, pues es de naciones grandes y nobles recordar siempre a los héroes que las forjaron».

«En esta España, si queremos hacer grandes cosas y conseguir una democracia estable, que es lo que pidieron los españoles, tenemos que apoyar a las personas que sean capaces de ayudar a nuestra Monarquía, a nuestro Rey, para mantener la unidad». Recordó después que la democracia «es el Gobierno del pueblo, es el pluralismo político, es la libertad de expresión, libertad de enseñanza, libertad de religión, libertad de poseer los medios de producción, de comerciar, de competir, en suma, las tres libertades fundamentales del hombre: libertad de ser, libertad de saber y libertad de poseer».

«Pero la democracia exige, además de los derechos y las libertades, deberes y obligaciones. Y dado el carácter individualista y un poco anárquico de los españoles, muchas veces nos olvidamos de ellos o no los tenemos en cuenta. Todos tenemos el deber de defender a España, su integridad territorial y el ordenamiento constitucional, deberes que muy especialmente encarga la Constitución a sus Ejércitos».

«Todos tenemos el deber de respetar a los representantes elegidos por el pueblo, pero todos tenemos también el derecho a su respeto y que su comportamiento en palabras y acciones les hagan .dignos de su alta representatividad. Que oigan todos a su adversario con la misma atención y respeto que ellos exigen y quieren. Y que el pueblo español se sienta orgulloso de quienes le representan».

La última parte de la ofrenda, presentada en forma de peticiones al Apóstol, incluyó cuestiones tales como el afianzamiento de la democracia, la paz para España y todos los pueblos de la tierra, protección para la familia real, ayuda al Papa para resolver la grave crisis que atravisa la Iglesia y una mencion especial a las viudas y huérfanos de caídos por el terrorismo.

Arzobispo Suquía: «El paro es imperdonable»

Respondió a la invocación el arzobispo de Santiago, Angel Suquía, quien se refirió, a «tres grandes problemas» que preocupan a la sociedad española y a la Iglesia: «El paro aumenta en vez de disminuir, y ciertamente, entre la juventud tiene repercusiones psicológicas y características imperdonables. Se intenta poner en marcha el mecanismo de las autonomías en España, y no resulta fácil tener en cuenta la necesaria solidaridad de unos pueblos con otros. El azote de la violencia del terrorismo sigue implacable su curso, ante la pasividad y la indiferencia de los que aún no hemos sufrido en la propia carne el triste fenómeno ».

«Desinteresarse de los que quieren y no pueden trabajar, sabiendo que unos trabajan y cobran por partida doble y otros por ninguna, es síntoma de una sociedad y de una religión en franca decadencia»

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