Belice quiere que Londres garantice su integridad territorial tras la independencia
El primer ministro de Belice, George Price, tratará de obtener esta semana en Londres una garantía británica para la integridad de su territorio tras la independencia, cuya fecha definitiva será fijada en el transcurso de estas conversaciones y que inicialmente está prevista para la segunda quincena de septiembre.
La agresividad guatemalteca ha crecido en las últimas semanas hasta llegar a la amenaza directa de invasión en el caso de que el Reino Unido conceda unilateralmente la independencia a la colonia centroamericana.El Gobierno británico ha prometido en repetidas ocasiones a las autoridades de Belice que aseguraría su defensa frente a posibles ataques exteriores, incluso después de que la colonia se convierta en territorio soberano. Price estima que esto puede lograrse mediante una fuerza multinacional en la que podrían integrarse México, Canadá, algunas naciones del Caribe anglófono e incluso Estados Unidos.
El acuerdo de principio alcanzado en marzo por el Reino Unido, Guatemala y Belice para que este país se convirtiera en nación independiente, a cambio de importantes concesiones a los vecinos guatemaltecos, pareció indicar que se podría resolver por vía pacífica este centenario litigio territorial.
Pero el precio del reconocimiento guatemalteco ha sido tan elevado que Price no ha podido sostenerlo ante la opinión pública de su país, que en abril vivió los disturbios más graves de su historia, como respuesta al convenio firmado con Guatemala. El gobernador general decretó el toque de queda para contener la protesta popular.
Londres convence a Guatemala
La habilidad negociadora de lord Carrington, ministro británico de Exteriores, había logrado que por primera vez en su historia un representante de Guatemala reconociese la existencia de una nación independiente en Belice a cambio de la cesión de dos islotes (Ranguana y Zapotillo), el uso de dos salidas terrestres al Caribe, la libre utilización de dos puertos y amplias licencias para la explotación de hidrocarburos.La cesión a perpetuidad de los dos islotes se ha convertido en el nudo gordiano de este contencioso. Las autoridades beliceñas se niegan a reconocer a Guatemala una plena soberanía sobre estos cayos, porque en ese caso su temido vecino podría instalar en ellos bases militares que amenazarían la seguridad de Belice y habría que negociar, además, los límites marítimos sobre una plataforma continental presumiblemente rica en petróleo.
Pero el Gobierno de Guatemala no está dispuesto a modificar una coma del acuerdo. Desde su punto de vista, es el mínimo que le permite proponer al país un viraje histórico sobre el contencioso de Belice, que desde hace más de cien años se reclama como territorio propio usurpado por los ingleses.
Conceptos como la pérfida Albión tienen correspondencia en Guatemala, cuyos mapas incluyen el territorio beliceño dentro de los límites nacionales como consecuencia de un texto constitucional que así lo proclama. El acuerdo de Londres exigiría una reforma de la Constitución con referéndum de por medio. El Gobierno de Romeo Lucas sólo podría proponer algo así a la derecha guatemalteca, que es la que le sostiene en el poder, a cambio de grandes concesiones económicas.
El paso atrás dado por las autoridades de Belice ha dejado al Gobierno guatemalteco con la espalda al descubierto, porque ya no puede esgrimir con igual convicción la razón histórica que le sirvió en el pasado. De ahí que la reacción gubernamental haya sido particularmente agresiva.
No puede decirse, sin embargo, que la población guatemalteca secunde las intenciones belicistas de su Gobierno.
Pero en una nación cuya política se decide en la banda de la extrema derecha, las actitudes del Ejército y el gran capital pueden ser determinantes para el planteamiento de un posible conflicto con Belice. Sin que importe poco ni mucho la opinión popular.
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