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RELIGION

El teólogo Karl Rahner critica el centralismo y la intolerancia de la jerarquía católica

«Si Oscar Romero hubiera sido muerto por un sermón contra el aborto, habría que ver la cantidad de himnos de alabanza que la Iglesia le hubiera dedicado. Pero como le mataron por predicar contra la miseria, sólo le toca el silencio», dice el teólogo alemán Karl Rahner, en unas declaraciones a la revista suiza Cáritas, donde repasa críticamente los principales problemas de la Iglesia católica.

La relación entre magisterio eclesiástico y teólogos es uno de los males crónicos de la Iglesia. Rahner recuerda los tiempos de Pío X, en los que había que creerse necesariamente que David escribió los Salmos, y Moisés, el Pentateuco, incluyendo la descripción de su propia muerte. También el jesuita bávaro recibió en el año 1960 una carta del Santo Oficio donde se le prohibía escribir una línea sin pasar previamente por la censura romana. «Entonces me dije: pues no escribo más, porque no paso por esa censura». Escribió, sin embargo, y acabó dando ejercicios espirituales al mismísimo Pablo VI. A pesar de la suerte personal, no ahorra el siguiente juicio: «La jerarquía es poco tolerante, tiene escaso sentido del riesgo y poca buena voluntad cuando se encuentra ante teólogos críticos».Después de calificar al catolicismo de la Europa occidental como harto conservador, pasa al tema de las relaciones políticas de la Iglesia. «Hace cuarenta años», declara Karl Rahner, «fue necesario convencer a los cristianos para que votaran. Hubo que vencer grandes obstáculos, como, por ejemplo, la resistencia de las monjas de clausura a abandonar su convento. Hoy lo que hay que señalar es el carácter moral de esa obligación político-social, de la que habrá que dar cuenta a Dios». La Iglesia no es neutra ni tiene por qué estar a bien con todos los grupos sociales. La Iglesia no existe para reproducirse, sino por los demás: «Todo el aparato eclesiástico, desde la institución papal hasta abajo, no tiene más sentido que destilar un poco de fe en el corazón del hombre. El aparato de la Iglesia es como un magma informe del que se pueden extraer unos gramos de uranio. Si se consigue, todo el montaje tiene sentido, y si no se logra, todo es inútil».

La Iglesia negra, contra la latina, a favor de una cierta poligamia

El centralismo romano ha ahogado, en opinión de Rahner, la doctrina conciliar de la colegialidad. En Roma domina una mentalidad colonial, donde manda la exportación de lo europeo y latino. «¿Por qué no se permite», se pregunta Rahner, «una liturgia africana que sea auténticamente africana?».Mientras esto decía Rahner en, Suiza, ocho cardenales y 82 obispos, reunidos en Camerún, hacían un manifiesto en favor de la concepción africana de la familia que no va a quedarse sin respuesta vaticana. La Iglesia africana pronuncia un «sí, pero» a la poligamia que rompe los esquemas de la Iglesia latina. En el punto 3 del documento admiten el matrimonio consuetudinario, que es una alianza entre dos familias. Ese matrimonio que deciden las familias o clanes respectivos se hace sin el consentimiento de los protagonistas, y es sólo después de esta unión cuando el hombre dispone del derecho a buscar libremente otras compañeras. «Por muy contrario que sea este matrimonio al clásico de la Iglesia», escriben los obispos, «la Iglesia no puede abandonar a los cristianos o catecúmenos polígamos».

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