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"Salsa" y nostalgia en el certamen del mar del Norte

Los 110 conciertos del Festival de Jazz del Mar del Norte, que terminó ayer, no se convirtieron en una indigestión musical, por la variedad de los estilos, desde la salsa al más experimental.La presencia de seiscientos músicos permitió componerse el propio programa, ya que había que escoger entre la cantidad durante tres días y tres noches.

Los veinticinco músicos de Tito Puente y las orquestas de Celia Cruz, Eddie Palmieri, Mongo Santamaría y Ray Barretto ofrecían ellos solos un festival de la salsa, que aportaba el acento latino a esta ensalada de orquestas.

Por orden cronológico, se interpretaron desde el jazz nostálgico de Nueva Orleans a las grandes formaciones, como la de Lionel Hampton, que no pudo acudir a la cita, pero cuyos músicos tocaron igual que en 1950.

Después, todos los apellidos del jazz, be-bop, cool, free, blues, etcétera, mostrando el amplio abanico de las diferentes formas que adopta esta música.

Dizzy Gilespie, con su trompeta torcida, repartía gracias y solos como en los viejos tiempos de Charlie Parker, cuando se renovó el jazz tras la segunda guerra mundial.

Además de los cuatro pisos del Palacio de Congresos, se instaló una carpa en los jardines cercanos dedicada especialmente a los músicos de blues.

Otras estrellas, como Oscar Peterson, Herbie Hancock, Monty Alexander, Milt Jackson o Buddy de Franco ofrecían el plato fuerte del festival.

Al lado de estos monstruos sagrados obtuvo especial éxito la brasileña Erica Norimar, con un jazz joven y poco convencional.

El ambiente iba creándose a partir del atardecer, para llegar al máximo a partir de las tres o cuatro de la madrugada, en que se contagiaba el delirio rítmico a músicos y espectadores. Como cada año, el festival presentó a formaciones nuevas, como el grupo polaco Air Conditioned, que domina perfectamente los secretos del jazz de vanguardia.

Esta diversidad de inspiraciones crea un ambiente peculiar en este festival único en su género, el ideal según algunos para entender y escuchar el jazz.

Música ante todo amable, que facilita la comunicación y también la expresión por medio de un lenguaje universal: el ritmo, el baile y el buen humor.

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