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La viuda de Perón en España

Tumulto en el aeropuerto y taquicardias en el Ritz a la llegada de María Estela Martínez de Perón

María Estela, Isabel, Martínez de Perón llegó al aeropuerto de Madrid-Barajas a las 11.45 horas en vuelo directo desde Buenos Aires. Más de un centenar de informadores de Prensa, radio y televisión, nacionales y extranjeros, esperaban a la expresidenta junto con numerosos curiosos y varias decenas de argentinos, partidarios y adversarios de la viuda del fundador del justicialismo. Apenas un cuarto de hora después, Barajas era un caos de golpes, gritos, improperios y llantos.

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Poco antes del mediodía, una persona joven, probablemente miembro del séquito de Isabel Martínez, llegó a la aduana con un paquete de pasaportes rápidamente visados por los números de la Guardia Civil. Cinco minutos después entró en la sala la ex presidenta, envuelta por una decena de personas vestidas de paisano y bastante jóvenes.Fue en este momento cuando la salida de María Estela Martínez de Perón se convirtió en un violento tumulto, sobre todo debido a la actitud nerviosa y agresiva de los funcionarios de policía españoles, que rodearon a la ex presidenta argentina con una muralla humana que se abrió paso entre los informadores a base de patadas y empujones.

La ex mandataria de Argentina había sido separada del resto del pasaje y de sus acompañantes antes de pasar por la aduana. Tras permanecer breves instantes en una dependencia del aeropuerto, María Estela salió hacia la zona aduanera rodeada de funcionarios del Cuerpo Superior de Policía español, que formaban un cerco estrecho.

Nada más mostrar el pasaporte, al comienzo de la sala de recogida de equipajes, el grupo policial comenzó a abrirse paso entre los informadores que, en gran número y formando una apretada y tensa muchedumbre, esperaban en ese lugar la aparición de la ex presidenta. Los funcionarios, sin pedir siquiera a los informadores que se apartasen, emprendieron la marcha violentamente hacia la salida de la sala, casi llevando en volandas a la ex presidenta, que no hizo declaraciones, limitándose a mostrar una sonrisa de circunstancias.

Inmediatamente comenzaron a rodar por el suelo periodistas y curiosos, cámaras fotográficas y de televisión, adultos y no adultos, mientras los reporteros gráficos trataban de tomar imágenes entre golpes y empujones, o subiendo encima de las cintas transportadoras de equipaje, sobre las que, sin saber cómo, se encontraron muchos de ellos.

Niños aterrorizados

En la marabunta varios viajeros resultaron contusionados mientras los niños pequeños que se encontraban en la sala, aterrorizados por el gigantesco tumulto, empezaron a llorar al tiempo que eran apartados por sus padres para evitar que fueran arrollados por la potente comitiva ex presidencial.Según se comentaba entre el personal del aeropuerto, la policía temía que pudiera correr peligro la integridad física de María Estela de Perón, lo que explicaría su comportamiento. Efectivamente, además de un reducido grupo de peronistas que lanzó octavillas con textos tales como "el pueblo español te recibe con cariño" y gritó "¡Isabel, Isabel!" cuando ésta subía al Peugeot verde blindado que la sacó del aeropuerto, se observó la presencia de otros argentinos antiperonistas que, en mayor número, habían acudido a tomar nota de sus compatriotas que participaban en el recibimiento.

Recepcionistas, porteros y demás personal vigilante de las formas en el madrileño hotel Ritz no tuvieron tiempo de poner pegas a la heterodoxa vestimenta de los que allí se colaron de sopetón a eso de las 12.30 horas. Como en el aeropuerto, las gentes de la Prensa sufrieron el rigor de los guardaespaldas de la señora Perón, que habían escoltado a la ex mandataria a bordo de tres vehículos. Sin embargo, en medio de los aún tambaleantes reporteros, el jefe de Prensa de la ex presidenta argentina, Ricardo Fabris, respondió a una rueda de preguntas con cara de no hay más remedio.

"La señora quiere vivir allá"

A pesar de las numerosas amistades personales, la ex presidenta no desea establecerse en España: "La señora quiere vivir allá. No se olviden que esto es una salida temporal". Pero los presentes en el Ritz se olvidan e insisten atropelladamente: "¿Se quedará en la finca de Puerta de Hierro? ¿Iniciará actividades políticas aquí? ¿Hablará sobre su visión de Argentina? ¿Cuántos periodistas han venido con ella? ¿Se ha traído mucho equipaje?". Alguno se interesa también por los acompañantes de María Estela, Isabel: "¿Es verdad que venía en el avión un conocido joyero madrileño?". "Quien sí venía era la hija de Julio Iglesias", se comenta en el fondo del corrillo preguntón.Y le toca el turno de respuestas al bien trajeado jefe de Prensa. "La señora de Perón no puede domiciliarse en la quinta de Puerta de Hierro. Sabrán ustedes que está semiderruida, inhabitable, y, además, no le pertenece legalmente. Quizá tenga idea de hacer algo al respecto..., pero ya les contará ella. No, hoy es imposible. A partir de mañana, probablemente. Las leyes argentinas no le permiten ejercer actividades políticas; está inhabilitada de por vida para cargos públicos. Pero ella es quien mejor les puede explicar sus pretensiones" .

La gente de Prensa va despejando el entorno de Fabris. "Ya ha dicho unas cuantas cosas. Y, por lo que se ve, la señora no piensa bajar. Nos podemos ir". Y se van, tras una hora y media de antesala, con el malestar de las magulladuras y las taquicardias. Ella, mientras tanto, descansa, antes de irse de compras por la tarde.

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