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Reportaje:

"Informe sobre la sexualidad masculina", nuevo libro de la investigadora Shere Hite

El último libro de Shere Hite reúne al menos dos de los criterios imprescindibles para destacar como trabajo de investigación sexual y para resultar un éxito de ventas: es voluminoso, tiene 1.129 páginas, pesa cerca de dos kilos, y es polémico.Su anterior libro, El informe Hile sobre la sexualidad femenina, se convirtió en un éxito de ventas cuando apareció en Estados Unidos, en 1976, y en Gran Bretaña, al año siguiente, Desde entonces lleva vendidos la asombrosa cifra de 750.000 ejemplares en todo el mundo, en ediciones en rústica únicamente, y ha sido traducido a dieciséis idiomas. Si los lectores están tan interesados en la sexualidad masculina como en la femenina, Hite va a conseguir un notabilísimo segundo éxito.

Los puntos fuertes y flojos del nuevo libro son los mismos que los de su predecesor. Después de haber conseguido que 3.019 mujeres anónimas rellenaran un detallado cuestionario sobre su vida sexual, Hite dejó que los comentarios de estas mujeres hablaran por sí solos en las páginas de su libro. Las citas resultaban intrigantes, angustiosas a veces, otras airadas, ocasionalmente extrañas. Se trataba de un estudio sobre los sentimientos de la gente ante el sexo, en una época en que la sociedad parecía estar obsesionada únicamente por lo que hacían, con qué frecuencia y con quién.

Las conclusiones de Hite fueron polémicas. Mantenía la opinión de que la mayoría de las mujeres necesitaban una estimulación clitoral directa para alcanzar el orgasmo, y que quizá el coito no tenga necesariamente que producir una respuesta por parte de la mujer. Se mostraba entusiásticamente a favor de la masturbación dedicando todo un largo primer capítulo a todas sus variedades. Su segundo libro aplica el mismo tema a los hombres.

Panorámica de la lucha

Es un libro repleto de fascinantes citas de los 7.239 hombres que respondieron a su nuevo cuestionario. Como algunas de las mujeres, las respuestas de algunos hombres son bastante airadas: «Sí, yo suelo tomar la iniciativa en las re laciones sexuales.... y en todos los demás aspectos..., y estoy harto ya. Yo tengo que hacer la primera lla mada, hacer la primera cita... Yo la toco y le hago el amor... No me extraña que acabemos pensando en las mujeres como en unos objetos, porque muchas de ellas se portan exactamente como si lo fueran».

Algunas de las confesiones reales dan una panorámica bastante triste de la lucha entre los sexos en Estados Unidos, en nuestros días. Un hombre lamenta: «Me han ligado mujeres que no querían más que el sexo, e inmediatamente se daban la vuelta y se quedaban dormidas; es algo que me gusta tan poco como a las mujeres». La siguiente protesta era más representativa: «Jamás he conocido a una mujer a la que le gustara el sexo de una manera simple y sin tapujos».

Los hay que hablan como si las relaciones sexuales fueran un vigoroso deporte: «Es cuando más hombre me siento. El cuerpo de una mujer es siempre una nueva experiencia; nunca se sabe cómo va a responder, ni a qué ni cuándo. Es como un buen partido de tenis; das un golpe buenísimo, y wuoou, te devuelven la pelota a mayor velocidad. El cuerpo de una mujer es como una montaña que hay que escalar, comomna casa que hay que habitar».

Las conclusiones que Shere Hite extrae de las respuestas son tan polémicamente feministas como las de su anterior libro. Veamos la masturbación, por ejemplo. Hace cien años se consideraba un atentado contra el propio cuerpo, y se creía que producía ceguera y enfermedades nerviosas. Actualmente se le considera el sine qua non de la satisfacción sexual, y los tera peutas sexuales están enseñando a las mujeres a autoestimularse. Hile afirma en, el nuevo libro que los hombres se divierten más con la masturbación que con el coito. La mayoría de los hombres dicen que sus sensaciones fisicas son mayores cuando se estimulan ellos mismos que cuando hacen el amor con una mujer.

Hite da algunas sugerencias útiles para los hombres embargados por la preocupación de sus relaciones heterosexuales: «Los hombres no tienen por qué tener siempre relaciones sexuales con otra persona, ni tienen por qué estar siempre dispuestos a llegar al orgasmo o a mostrarse potentes durante el acto sexual. Puede que al comprobar lo común y placentera que es la masturbación, otros hombres permitirán a los hombres sentirse menos reservados y culpables, a disfrutarla más e incluso a compartirla en una relación sexual con otro, cuando lo deseen». También opina que «las relaciones físicas pueden desarrollar un sentimiento más espontáneo si se le quita importancia a la erección».

Mucha gente está de acuerdo en que no vendría mal en que se diese menos importancia a la erección en la sociedad norteamericana, que está actualmente plagada de sustitutos sexuales, auxiliares mecánicos e incluso unos pequenos, mecanismos hidráulicos que pueden ajustarse a la raíz del problema. Sin embargo, a los hombres entrevistados por Hite no les gustaba la idea de tener actividad sexual sin llegar al orgasmo; el 83% dijo que sin ello no lo disfrutaban. A los más tradicionales también les confortará saber que casi todos los heterosexuales preferían el coito. a otras actividades sexuales, bien solos o con otra persona.

Pero sus razones parecían ser más psicológicas que fisicas. A la pregunta de «¿Por qué le gusta el coito?», sólo un 3 % mencionaron el orgasmo; la mayoría de los hombres mencionaban el amor, su aceptación por otra person a, sentimientos de virilidad y proximidad fisica. «Es cuando más unido puedes estar a una persona», dijo uno de los hombres consultados, «y durante un momento o una hora vence la soledad y la separación de la vida».

Hite termina concluyendo que para muchos hombres el coito es quizá la única actividad en la que se sienten capaces de expresar sus sentimientos.

Los fallos y las críticas

Su análisis de los males en la vida sexual de la sociedad demuestra un punto de vista feminista de nuestra cultura patriarcal. Debido a esto en parte, las críticas a su nuevo libro no han sido todas floreadas. El doctor Wardell B. Pomeroy, el más cercano colaborador del fallecido profesor Kinsey, dice: «Las citas directas de las opiniones de los hombres son buenas. Son bastante significativas. Pero, científicamente, el trabajo es pobre. Creo que las conclusiones muestran el prejuicio contra el coito de Shere Hite».

El presente Informe Hile, como el anterior, resulta claramente vulnerable para aquellos críticos que dicen que no puede ser representativo. A pesar de que Hile registró las opiniones de más de 7.000 hombres, casi dieciséis veces ese número de hombres recibieron cuestionarios que no devolvieron. A pesar de la resonancia verbal de sus títulos, el trabajo de Hile no se aproxima lo más mínimo a los informes clásicos de Kinsey, ni en escala ni en profundidad, e incluso el mismo Kinsey tuvo que sufrir las críticas de la Sociedad Norteamericana de Estadística. Sin embargo, parte de estas críticas tiene una resonancia un tanto hipócrita; proviene de una industria sexológica cuyo estudio favorito muchas veces no consiste en otra cosa más que en hacer que unos doscientos estudiantes blancos de sexología rellenen unos cuestionarios para su catedrático.

Shere Hile no encaja fácilmente con la imagen ideal de un investigador sexual de éxito. Se ha dicho que la figura ideal debería ser la de una persona de edad media, casada y con hijos, con estudios de medicina y el respaldo de alguna institución académica. Hite se declara libre de todo esto. Tiene 38 años, es licenciada en historia social; abandonó sus estudios de doctorado para trabajar de modelo. Claro que por entonces Kinsey era un especialista en avispas, hasta que su universidad le pidió que organizara un curso sobre el matrimonio. Y Virginia E. Johnson, por su parte, comenzó sus investigaciones sexuales después de haberse divorciado, habiendo estudiado antes música sin obtener ningún título.

Hite no es simplemente una escritora cínica que esté utilizando la investigación sexual como una vía rápida para llegar a las listas de éxitos de venta. Le preocupa tan poco el dinero que limitó voluntariamente los derechos de autor de su último libro a la modesta cifra de 25.000 dólares al año. (Actualmen te está intentando cambiar tan extraña cláusula.)

Su objetivo es sencillo: quiere cambiar la sociedad. Y a tal fin, está preparando un tercer libro, sobre la sexualidad de los adolescentes. «Mi motivación es ver cambiar las cosas positivamente. Cuando se habla de la sexualidad femenina, se suele hablar de un problema», dijo a propósito de su último libro. «Pero no somos nosotras las que tenemos el problema. Es la sociedad».

Recorriendo Estados Unidos con paso firme, entrando y saliendo de estudios de televisión y suaves habitaciones de hotel, Shere Hite está intentando utilizar los medios de comunicación sin dejar que éstos la utilicen. Esta vez también tiene que hacer frente al síndrome del segundo libro: los críticos que dieron al primer libro su admiración acrítica intentarán compensarlo dando al segundo su condena, también acrítica. Algunas críticas han sido menos que amables, estando a la cabeza el comentario de la revista Time: «El anáiisis de Hite está, en realidad, totalmente fuera de onda con lo que le dicen los hombres consultados».

Para evitar el tipo de publicidad que se les da a las celebridades, Hite es su propio agente publicitario. Ha retrasado algunas entrevistas para que lo! periodistas tuvieran tiempo de leer su masivo informe. Reparte también fotografias suyas en las que se la ve sentada ante su mesa de trabajo. «A una mujer se la debe ver trabajarido».

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