Sancho Rof responsabiliza a los ayuntamientos de la venta ilegal

En unas declaraciones aparecidas en la revista Gaceta Ilustrada, el ministro de Trabajo, Sancho Rof, hace recaer parte de la responsabilidad en la venta del aceite tóxico causante de 59 muertes en toda España en la gestión municipal, al señalar que «lo que no puede tener la Administración central es una red de inspectores de aceite ambulante que es una misión municipal». Ahondando en estas responsabilidades que afectan a los ayuntamientos, Sancho Rof añade en la citada entrevista que el almacén precintado recientemente en Alcorcón, Raelsa, llevaba cinco años en funcionamiento sin contar con las licencias preceptivas del Ayuntamiento y Sanidad.El responsable del Ministerio de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social extiende hasta los medios de comunicación la responsabilidad en los diversos perjuicios provocados por la falsa epidemia de neumonía atípica en España. Sancho Rof considera que, haciéndose eco de toda clase de informaciones, no procedentes de fuentes oficiales, los medios de comunicación han causado daños. «La experiencia de este tema», señala, «es que se piensa que las informaciones de la Administración son falsas y lo que dice el que ataca a la Administración es verdad». En su reparto de responsabilidades, que no incluye a la gestión de su propio Ministerio, en el tema del aceite tóxico, Sancho Rof cita también a los consumidores, ya que «si el consumidor tiene recelos», dice, «que compre productos con marca y registro sanitario».

También el secretario de Estado para la Sanidad, Luis Sánchez Harguindey, critica duramente, en unas declaraciones a Europa Press, la actitud de Ciriaco de Vicente, secretario de Política Sectorial del PSOE, en respuesta a algunas manifestaciones hechas por este último sobre el comportamiento de la Secretaría de Estado para la Sanidad en la falsa epidemia de neumonía. «El señor Ciriaco de Vicente», señala en su entrevista Sánchez Harguindey, «Sigue siendo un claro exponente de oportunista mediocre, planteando temas que sabe que están siendo estudiados o en vías de solución, o haciendo clarividentes observaciones a los problemas cuando éstos ya han sido solventados. Porque no quisiéramos pensar, por ejemplo, que en el caso de la neumonía el señor De Vicente era conocedor de su soluclón y no la quiso facilitar tan sólo para esperar a ver cuál era nuestra actuación».