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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Reconversión tecnológica

Ojalá supiéramos los trabajadores cuándo vamos a dejar de estar en la cuerda floja, porque el fantasma del desempleo está, cada vez, causando más estragos entre las familias trabajadoras.Cada año nos enfrentamos a nuevos convenios, y cada año van mermando las esperanzas que en el futuro se tenían puestas.

Esperamos que en alguno de esos pactos, las negociaciones nos presten alguna ventaja, pero la firma de cada uno nos descubre, desgraciadamente, que para conseguir esa mínima ventaja, hemos cedido, nos han hecho ceder, en otros puntos tal vez más necesarios y que a la larga se vuelven en contra nuestra.

En Industrias de Telecomunicaciones, SA (Intelsa), cuyo capital está formado por el 49% de acciones pertenecientes a Telefónica, y el 51% restante, a L. M. Ericsson, segunda empresa mundial del sector, está fraguándose una (otra más) regulación de empleo.

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No seríamos consecuentes si nos opusiéramos a la reconversión tecnológica. Es necesaria en una sociedad que se va modernizando a pasos agigantados, pero la tecnología se crea para servir y que de ella se sirva la humanidad, y mal uso puede hacerse de ésta cuando a las empresas se les ocurre que la técnica y reconversión es el puente moderno para ampliar, más si cabe, su capital en detrimento de los trabajadores.

Ya el año pasado, en 1980, se prescindió de quinientos trabajadores, que, previa indemnización, causaron baja voluntaria; no les quedaba otro remedio.

Con una plantilla actual de 3.000 trabajadores, Intelsa sigue adelante con su reconversión, y dispuesta a sacrificar otros quinientos puestos de trabajo. Regulación de empleo.

Intelsa dice que tiene dificultades económicas cuando Telefónica, con casi el 50% de las acciones, ha tenido 23.000 millones de pesetas de beneficios en el año 1980.

Quiere también sacar su pedazo de tarta (trescientos millones) a costa de los fondos públicos, como la Seguridad Social; nuestra enferma y casi desahuciada SS, paradójicamente enferma por el impago de las grandes empresas.

Se hablaba, no hace mucho, con cierto optimismo por parte de las grandes centrales sindicales, CEOE y Gobierno, que se había dado un paso de gigante para resolver el problema del desempleo, y yo, como muchos trabajadores, me pregunto si esto servirá para algo, porque se han firmado muchos pactos, se ha llegado a muchos acuerdos, y seguimos estando en la cuerda floja./

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