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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las oposiciones y la corbata

Abandonada y derrotada ya aquella lejana crítica colectiva, que en su día un buen grupo de profesores no numerarios (PNN) hicimos al sistema de oposiciones, como forma de selección y promoción del profesorado en las universidades y centros educativos del Estado español, me veo obligado a acercarme en estos días, por exigencias del primum vivere, ante uno de estos tribunales, no con el afán de obtener el supuesto galardón de «profesor numerario de cuerpo», sino por el más necesario -y, desde luego, creo que legítimo derecho- de intentar asegurar una percepción de rentas por un trabajo que vengo desarrollando con bastante dignidad y decoro profesionales, en la Universidad Complutense de Madrid, con dedicación exclusiva en el mismo, y donde se me mantiene -como a tantos otros- en un dilatado «período de prueba» desdehace ya más de once años.En todo este tiempo he venido dando clases en los distintos ciclos -desde el primero al tercero- de la enseñanza de la economía, llevando en la actualidad la responsabilidad del área de estudios de doctorado sobre Desarrollo Económico y Estructura Económica Mundial en la facultad, habiendo publicado ya, aparte de diversos textos, mi propia memoria metodológica sobre la materia de que me ocupo: el análisis dialéctico y estructural de la realidad económica.

Pero todo esto, sin embargo, no parece bastar: al acercarme ahora a hacer entrega del programa de la oposición ante el tribunal, su presidente me requirió para rogarme que, compareciera en los ejercicios con corbata.

Me había olvidado ya que el oscurantismo y lo desusado aún se dan cita en estos lances de las oposiciones, donde la autoadulación y el engolado discurso ofrecen un acompañamiento sonoro a un ritual que sólo es capaz de producir, por lo menos, vergüenza ajena.

Se ha dicho en estos días que la inexistencia de la LAU (ley de Autonomía Universitaria) causa perjuicio a la «universidad». Quizá sea cierto en parte, pero no lo es en su totalidad. Porque, obviamente, la inexistencia de ese marco nuevo jurídico global ha sido lo que ha permitido al Ministerio de Educación, en estos últimos cinco años de posfranquismo, la reproducción amplia de los «cuerpos de profesores numerarios», perpetuando de este modo una jerarquía de marido en las aulas, e inmovilizando ese «estilo educativo» autoritario, encorbatado y aburrido, que se ejerce e impone en la enseñanza.

Así, durante estos cinco años pasados en la sala de espera de la LAU se han desmontado también de forma cuidadosa los avances democráticos que, en diversos centros educativos y universidades, se habían logrado durante la resistencia contra la dictadura.

Y pese al silencio general, en la universidad, el indeseable e injusto sistema de contratos que impone la Administración española sigue manteniendo a un extenso grupo de profesorado interino y contratado (los PNN) en la más inestable y prolongada situación laboral. Y todo ello, además, sin plenos derechos a la Seguridad Social, pese a cotizar por la tarifa más elevada, y sin ni siquiera el seguro de desempleo para una contingencia más que posible.

El vejatorio sistema de oposiciones completa el cuadro de la reproducción de la vieja universidad burocrática, a partir de las decisiones de los que aún tienen el acceso y el ejercicio directo de dicho poder en el Ministerio.

La inexistencia de una ley de reforma democrática de la universidad no perjudica obviamente a los burócratas; sí, a la construcción de una sociedad más libre, más democrática, menos carroza y más tolerante. El silencio o el consenso se están ya haciendo cómplices y casi traicioneros. Porque aquí los tricornios ni se ven ostensiblemente, ni parecen disparar al techo..., se limitan a humillamos lentamente, mientras aún mantienen en pie el viejo armatoste y las indeseables prácticas de la universidad burocrática del franquismo

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