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La izquierda francesa ganó por méritos propios

Con visión unilateral se afirma que en las elecciones francesas no ha ganado la izquierda, sino que fue la derecha la que perdió. Según los sostenedores de esta tesis, el factor determinante del resultado ha sido la división de los conservadores, con Jacques Chirac destrozando dentro de su familia ideológica a Giscard d'Estaíng en las vísperas del 10 de mayo. Consumado el fratricidio en las presidenciales, no ha sido posible reagrupar las fuerzas en torno a las candidaturas unitarias de la UNM. En mayo de 1968 se gritó en las calles de París: "¡Elections-trahison!". Trece años después es un sector de la derecha el que indignado por la traición desde dentro, no acude a las urnas.Sin dejar de reconocer que esa explicación se apoya en datos ciertos, creo que es más complejo lo que acaba de suceder a nuestros vecinos del Norte. Allí perdió la derecha, pero esto no quiere decir que el triunfo se le haya regalado a la izquierda. Esta última recoge en estos momentos los frutos de un largo esfuerzo político, con enfoques acertados y programas de acción positivos.

Ha ganado la izquierda, en primer lugar, porque los socialistas se atrevieron a presentarse con imagen propia, capaz de ofrecer una alternativa que no estuviera hipotecada por los comunistas. La decisión era arriesgada, muy arriesgada, pues en Francia, hasta 1978, el PC sumó siempre muchos más votos que los socialistas, tanto cuando éstos eran SFIO como cuando fueron Federation o UGSD.

Fue audaz el PS y acertó. El descenso de los comunistas ha revestido tintes de catástrofe. Nadie hubiera pronosticado ese modesto 16,1% de la primera vuelta, tan por debajo del 25% de sufragios que era lo normal en las consultas populares de la V República. La conquista de muchos votos a sus oponentes en el campo de la izquierda es el primer aspecto significativo del meritorio triunfo de Mitterrand y sus huestes. Como advierten Jacques Ozouf y François Furet, hasta ahora se decía que el PS era "la izquierda no comunista"; en adelante se dirá que el PC es 1a izquierda no socialista".

El PS recogió votos en el centro

Pero no sólo han mordido los socialistas un buen trozo del pastel electoral de los comunistas, sino que algún consumo han hecho también en los alimentos habituales de los centristas. Frente a la escasa imaginación de éstos para afrontar la situación social creada por la crisis económica, el PS ofrece una serie de fórmulas que ha tenido la virtud de interesar a la mayoría de los jóvenes y a quienes se sienten directamente afectados por el desempleo y la inflación. He aquí el segundo aspecto de la victoria socialista: la ganancia de electores al centro.

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Sin embargo, lo que cambia completamente el panorama político del país es la transformación del PS en partido dominante de la izquierda. En 1958 los socialistas obtuvieron 3.214.000 votos, frente a los 3.780.000 de los comunistas. Este 14 de junio el PS superó los nueve millones (9.376.853), mientras que el PC se quedaba en 4.000.000. Ya no será eficaz el argumento final de la derecha en todas las últimas elecciones: "Votar socialista es entregar Francia a los comunistas, que de hecho son los más poderosos".

La derecha francesa tendrá que cambiar sus eslóganes y llevar a cabo un extraordinario esfuerzo. Primero, de adaptación, ya que desde que terminó la guerra, en 1945, siempre estuvo en el poder. Chirac, resignado, ha dicho: "Una cura de oposición puede ser una excelente cura de juventud".

También deberá la derecha mejorar sus cuadros, que, según muchos observadores, están repletos de políticos mediocres. Las grandes figuras de la época del general De Gaulle o murieron ya, o se hallan arrinconadas. Jacques Julliard asegura: "Nunca Giscard se preocupó de tener a su lado un personal político de calidad, con arraigo en la población francesa. El giscardiano tipo es una personalidad indecisa, incalculable, venida de ninguna parte, gobernante por hastío, a la manera de los lores que presidieron la decadencia de Inglaterra a comienzos del presente siglo".

Por último, y como lo hizo Mitterrand, la derecha francesa tendrá que arriesgarse con soluciones más imaginativas para una sociedad que evoluciona a un ritmo aceleradísimo. Ha de partir de la realidad de un país con casi dos millones de parados. Pasaron los años brillantes de la posguerra. Otro modelo de sociedad espera el relevo.

El domingo 21 de junio se ha clausurado efectivamente una larga etapa de la historia de Francia. La derecha, temerosa de todo lo que existe, perdió de forma espectacular. La izquierda sale al ruedo a lidiar el dificil toro de un país en decadencia que no quiere admitir el incurable mal que padece.

Manuel Jiménez de Parga es catedrático de Derecho Político de Madrid y militante de Unión de Centro Democrático.

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