Carta de presentación

Los autores han decidido unir una serie de cuentos independientes de forma que en su conjunto ofrezcan una panorámica de los últimos años de la vida española. No importa tanto esa intención, que se pierde en ocasiones, como la calidad, inteligencia e ingenio de cada uno de esos cuentos. En todos ellos, es cierto, .se repite de algún modo la constante de unos personajes que se ocultan, que necesitan ocultarse, y que suenan, que necesitan soñar con una realidad distinta.Puede que sea una forma de ver los años de la posguerra (los que llegan hasta la muerte de Franco), pero Kargus es, más que una crónica histórica, una excelente carta de presentación de dos jóvenes cineastas, Juan Miñón y Miguel Angel Trujillo, que, al alimón, han realizado un fresco lleno de sugerencias demostrando un serio talento narrativo y un conocimiento no muy común para una primera película de las posibilidades expresivas de la imagen cinematográfica.

Kargus, en cualquier caso, no es una obra redonda. Probablemente tampoco lo pretenda Queriendo unir esos cuentos dispersos en torno a otro que los justifique y les dé cuerpo, la película se pierde en pretensiones. Es, precisamente, ese cuento central el peor de todos, el menos interesante, incluso el peor interpretado, cuando en todos los demás sorprende la calidad media de los actores (desde Cristina Sánchez Pascual a Kitti Manver, pasando por Alterio, Algora, Agustín González y muchos otros).

A Kargus le falta, por tanto, algo más de sentido general, y le sobra un poco ese tono de borrador de trabajo que puede fatigar al espectador cada vez que una historia acaba para que comience otra. Cierto es, sin embargo, como ya queda dicho, que cada una de esas historias prende rápidamente, lo que no deja de sorprender ya que tampoco tienen entre sí una clara unidad estilística. Kargus tiene referencias que van desde el cine de Manuel Gutiérrez Aragón al de Fernando Colomo. Desigual y no siempre clara, es, sin embargo, una película curiosa y plausible.