Aurora de Albornoz: "No era sólo un poeta puro"
La comisión nacional organizadora del centenario de Juan Ramón Jiménez -que se celebra en diciembre próximo- ha aprobado el conjunto de actos conmemorativos del mismo, entre los que contarán un simposio de poetas hispanoamericanos, actos en Moguer, Huelva y Puerto Rico y la edición de obras del autor de Platero y yo. El ministro de Cultura preside la citada comisión, en la que están presentes la Real Academia Española, las Universidades de Granada y Sevilla y los Ministerios de Asuntos Exteriores, Interior, Educación y Cultura y Administración Territorial. A continuación publicamos declaraciones de Aurora de Albornoz, escritora y experta en la obra de Juan Ramón, y un resumen de los actos celebrados hasta ahora y programados para el futuro.
La imagen de Juan Ramón Jiménez conversando amigablemente con los residentes del manicomio Insular de Puerto Rico, en el parque contiguo al pabellón del director, donde el poeta se alojó durante una temporada, es uno de los recuerdos más vívidos que de él conserva Aurora de Albornoz, especialista en la obra juanramoniana.«No era precisamente un profesor tradicional», comenta Aurora de Albornoz, quien tuvo la oportunidad de asistir en el semestre de otoño de 1953 a uno de los cursos sobre «modernismo» que impartió Juan Ramón Jiménez en la Universidad de Puerto Rico. «A veces se saltaba el programa para improvisar sobre cualquier tema o tenía intuiciones geniales».
«Las audaces teorías que nos expuso en su curso sobre modernismo han demostrado su validez con el paso del tiempo», apunta Aurora de Albornoz. «Tal vez exageraba algo la amplitud del período considerado como modernista, pero las ideas esenciales que defendía mantienen hoy su vigencia. Por ejemplo, la imposibilidad de estudiar separadamente la literatura española de la latinoamericana, el incluir a la generación del 98 come, una faceta del modernismo y, destacar a Unamuno y Rubén. Darío como sus padres fundadores o ver asimismo la necesidad de relacionar este movimiento literario con el resto de las manifestaciones; artísticas».
La actitud abierta y cordial que mantenía Juan Ramón con los; jóvenes, en contraste con la típica visión del poeta huraño y lleno de susceptibilidades, es otro de los recuerdos que guarda de él Aurora de Albornoz junto a sus libros dedicados, las delicadas notas de calificación o esas fotografías -unas de las últimas que le hicieron- en las que Juan Ramón se resiste a posar junto a su esposa, Zenobia.
Contra los tópicos juanramonianos,
Nueva antología de Juan Ramón Jiménez, editado por Península en 1972, y En el otro costado -Júcar (1974)- son los estudios más divulgados de Aurora de Albornoz sobre la obra juanramoniana.
«En el primero de ellos quise reflejar al Juan Ramón menos conocido, el de sus últimos años, y el de Diario de un poeta recién casado, uno de sus libros que, no se lee mucho», explica la autora. «En el segundo seguí uno de los planes que Juan Ramón no llegó a realizar, incluyendo en la parte central el famoso poema Espacio ».
Entre los lugares comunes que velan la auténtica dimensión de la poesía de Juan Ramón, Aurora de Albornoz destaca la tendencia a separar su producción en etapas. «Yo prefiero hablar de una evolución en su poesía», afirma. «El mismo se definía como un poeta en sucesión, y no creo que existan verdaderas rupturas en su trayecto lírico. También se ha exagerado mucho su imagen de poeta puro. Es verdad que hay un momento en el que se relaciona con la poesía pura que se hace entonces en Europa, pero Juan Ramón no es sólo un poeta puro. Además, cuando se habla de pureza se identifica con l anaturaleza de los temas, y el propio Juan Ramón decía que el poeta puede tratar cualquier materia siempre que lo haga como poeta».
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