Indignación en las capitales del golfo Pérsico
La comprensión mostrada ante el bombardeo israelí del centro nuclear iraquí de Tammuz por el presidente norteamericano Reagan, en la conferencia de Prensa del martes, ha sido acogida con gran satisfacción en los círculos dirigentes israelíes e indignación en las capitales del golfo Pérsico.La alegría ha sido aún mayor en las filas de la coalición en el poder, Likud, encabezada por el primer ministro, Menájem Beguin, cuyos colaboradores consideran las declaraciones de Ronald Reagan como un espaldarazo a su política de cara a las elecciones legislativas del próximo 30 de junio.
Los laboristas, por su parte, que han optado por criticar con dureza, durante las dos últimas semanas de campaña electoral, la política exterior aventurera de Beguin en Líbano, Siria e Irak, no comparten esta satisfacción. Un último sondeo electoral, publicado ayer por el diario hebreo Maariv, pronostica una victoria de la coalición Likud, que obtendría un 38% de los sufragios, frente a los laboristas, que sólo recogerían un 33%.
El jefe de Estado norteamericano afirmó el martes que Israel «tenía motivos para estar preocupado» por el desarrollo nuclear iraquí, y «pudo creer sinceramente» que la incursión aérea contra Tammuz era una «acción defensiva».
Advertencia siria
La satisfacción israelí contrasta con la indignación árabe ante las declaraciones de Reagan. Un portavoz iraquí señaló ayer que las palabras de Reagan «confirman la protección que el Gobierno de Estados Unidos otorga al Estado hebreo en sus acciones agresivas contra la nación árabe». Jordania denunció los propósitos del presidente norteamericano.La radio oficial siria advirtió ayer a Estados Unidos que Damasco «considerará de ahora en adelante cualquier agresión israelí contra Líbano como una agresión, norteamericana. Por último, la URSS acusó a Washington, a través de la agencia oficial Tass, de «defender la causa de los agresores árabes».
Por otra parte, además de tratar de impedir a Irak equiparse con centrales nucleares, Israel intentó desestabilizar a los regímenes iraquíes entre 1965 y 1975, prestando ayuda a la guerrilla kurda, según reveló el experto judío Samuel Seguev en un libro, El triángulo iraní, al que la censura dio ayer el visto bueno para su publicación, después de haberlo prohibido durante siete meses.
En el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que examina la queja presentada por Irak a raíz del bombardeo israelí de Tammuz, el grupo de países no alineados dio a conocer el martes un proyecto de resolución que contempla sanciones obligatorias contra Israel y el pago por Tel Aviv de daños y perjuicios a Bagdad.
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