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Los países árabes quieren reforzar su capacidad defensiva

La aparente facilidad con que la aviación israelí atacó el centro nuclear iraquí ha hecho mella en las capitales del mundo árabe. Una voluntad común de reforzar su capacidad defensiva y modernizar sus fuerzas armadas trasciende de las discusiones mantenidas recientemente, en Bagdad, por la Liga Arabe y vuelve a poner sobre el tapete la crucial cuestión de dejar a un lado las tensiones regionales para elaborar una estrategia coordinada de confrontación con Israel.La búsqueda de una estrategia militar común ante el Estado hebreo no ha rebasado jamás la fase de las buenas intenciones entre moderados y progresistas árabes. Los primeros siempre se han mostrado reservados ante el temor de que ello pudiera crear una brecha en sus sistemas defensivos. El ala más radical, por su parte, ha preferido materializar su apoyo a la resistencia palestina en acción relativamente dispersa. Esto explica el que las decisiones adoptadas, en abril del año pasado, por la cuarta cumbre del frente de la firmeza, en Trípoli (constitución de una fuerza militar conjunta, dependiente de un mando unificado), no se hayan traducido en hechos concretos.

La adopción del principio de la jihad o guerra santa para liberar Jerusalén en el marco de la Conferencia Islámica de Taif, celebrada en enero, ha llevado a Arabia Saudí, inspiradora de la resolución, a formalizar consultas con el campo progresista árabe en torno a una cooperación militar sobre el papel. Desde entonces, representantes de las fuerzas armadas saudíes han mantenido contactos con sus homólogos de países árabes, políticamente opuestos al régimen de Riad. El hecho más significativo fue la reunión de los jefes de Estado Mayor de los ejércitos de los países miembros de la Liga Arabe, en Túnez, a fines de abril pasado.

Gastos militares

Las capitales del golfo Pérsico tienen el más alto índice de gastos militares per cápita. Arabia Saudí gasta más de 2.400 dólares (unas 216.000 pesetas) anuales, seguida de los Emiratos Arabes Unidos, con 2.100 (210.000 pesetas); Gatar y Kuwait. Estados Unidos invierte seiscientos dólares (54.000 pesetas) anuales por persona.

Los Emiratos Arabes Unidos han adquirido recientemente un número elevado de aviones de entrenamiento británicos Hawk. Arabia Saudí, que debe recibir, en 1982 62 aviones de caza norteamericanos F-15, ha iniciado negociaciones para la compra de Hawks a Gran Bretaña. Argelia es otro de los países árabes que se interesa en este tipo de aparatos.

Las fuerzas armadas saudíes, integradas por un Ejército de 4.5.000 hombres y una Guardia Nacional de 12.000, disponen de 1.600 consejeros militares norteamericanos. Su modernización es ahora un hecho real.

Los saudíes, por otro lado, desean adquirir más de trescientos carros blindados Leopard y otros vehículos militares en la República Federal de Alemania.

En marzo pasado, los iraquíes obtuvieron la autorización del Gobierno italiano para la adquisión de once navíos de guerra (cuatro fragatas, seis corbetas y un navío de apoyo) por un valor superior a los 1.800 millones de dólares (162.000 millones de pesetas).

Tunicia, con una de las más pequeñas fuerzas armadas del mundo árabe, ha entrado ahora de lleno en ese proceso de rearme, con créditos norteamericanos.

Los casos de Siria y Libia

Siria, que consagra más del 60% de su presupuesto a gastos de defensa, ha solicitado una amplia ayuda a los soviéticos, con el fin de reforzar un arsenal bélico ya harto impresionante.

Con todo, ninguno de esos países se ha enzarzado en una carrera armamentista tan espectacular como la que realiza la Libia del coronel Muamar el Gadafi: su arsenal actual representaría un valor superior a los 12.000 millones de dólares (más de un billón de pesetas), en más de un 95% de fabricación soviética. Cerca de 2.000 consejeros militares soviéticos, otros tantos alemanes del Este y entre seiscientos y mil cubanos participan en el esfuerzo militar libio, según fuentes de los servicios de espionaje norteamericanos. Justificando e se reforzamiento, el presidente libio ha reiterado que ni la URSS ni otros países socialistas disponen de bases navales o aéreas en ese país, emplazando a Washington a demostrar lo contrario.

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