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Masiva participación en las elecciones generales anticipadas de Irlanda

Andrés Ortega

Los irlandeses están orgullosos de su sistema electoral. Ayer acudieron en masa a las urnas en unas elecciones generales anticipadas, cuyos resultados no se conocerán hasta esta noche, o quizá mañana, dada la complicidad del recuento de los votos. La jornada electoral en un día gris y lluvioso se desarrolló sin incidentes y en un ambiente difícil de diferenciar de un día normal.El sistema proporcional, con voto único transferible, es, en la opinión de muchos expertos, uno de los más perfectos. Cada papeleta contiene todos los nombres de los candidatos que se presentan en un distrito electoral. El votante pone un uno delante del nombre de su candidato favorito (su primera preferencia), un dos ante el del segundo favorito, etcétera.

Supongamos un distrito con tres escaños a cubrir y diez candidatos: A, B, C... Si en el primer recuento el número de votos válidos es de 32.000, se divide esa cifra por el número de escaños más uno, abteniéndose así lo que se llama un cupo de 8.000. Se dividen las papeletas según sus primeras preferencias. Si, por ejemplo, A obtiene 10.000 votos; B, 7.000; C, 6.000...; A consigue su escaño al superar el -cupo. La diferencia -el excedente- entre sus votos y el cupo es repartida según las segundas preferencias.

Estas podrían ser del siguiente modo: 5.000 para B, 3.000 para C y 2.000 votos nulos. Como estos votos han de ser distribuidos en proporción al excedente, B logrará: (5.000 x 2.000): 8.000 = a 1.250 votos más, y C se llevaría otros 750 votos. B resulta, pues, elegido también, y con su excedente se repite la operación anterior.

Si a algún nivel del recuento ninguno de los candidatos sobrepasa el cupo, se toman entonces los votos del candidato que menos haya obtenido en primeras preferencias, y se distribuyen sus segundas preferencias entre los demás candidatos. En resumen: lo que el elector hace es decir que vota por el candidato A, pero que si éste no necesita su voto -porque ya tenga suficientes para salir elegido o tan pocos que no puede esperar lograr un escaño- quiere que su voto sea transferido al candidato B; si a su vez éste no lo necesita, que vaya a C, etcétera.

Este es quizá el sistema electoral donde menos votos se desperdician. Son además los electores quienes muestran así los candidatos individuales que prefieren. Por dos veces, el antiguo presidente de la República de Irlanda Eamon de Valera, pensando que su sistema electoral desfavorecía a su partido, Fianna Fail, intentó cambiarlo, sin resultados. En la última década este partido ha descubierto las ventajas del sistema si logra de sus seguidores un voto disciplinado.

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