El dinero
Los politólogos quieren explicar lo que pasa por la política. Los egiptólogos supongo que tenderán a explicarlo todo por Egipto y sus faraones. Pero lo único que explica las cosas es el dinero. Ni los faraones fácticos, ni los faraones políticos, ni los faraones religiosos, ni los faraones faraónicos son suficiente explicación. Ellos son los términos del problema. Pero la incógnita sólo la despeja el dinero. José María Valverde, tan ético y tan estético, ha venido a Madrid a dar una charla sobre mis cosas, y luego, esperando el avión de Barcelona, me lo decía:-Yo comprendí que el mundo cambiaba, hacia el año sesenta y tantos, leyendo por casualidad las páginas económicas de un periódico americano. La depresión no llegó a Europa hasta cinco años más tarde.
El talón que a mí me trae el motorista, en pago mensual de esta columna, es el dinero que gano por denunciar el dinero. Así de cerrado es el círculo y nadie ha salido de él, salvo ese chorizo que se les escapó a los guardias en lo de la plaza de Cataluña. La Bolsa de París baja todos los días. El socialismo francés, el socialismo europeo, que ha esperado sabia y pacientemente a ganar la batalla política, perderá siempre la batalla económica. Cada .mañana vuelan de Francia bandadas de millones como patos salvajes en la migración del dinero. Lo leo con sobresalto y espero que, de entre la millonada, queden unos pocos francos arrugados para pagarme libros y artículos que me encargan los franceses. Lo mío no es nada y no se va a notar.
El dinero francés no se ha mostrado mucho más intelectual o patriota que el español a la hora de la transición/ Mitterrand. Aquí, por lo menos, Marcelino y Redondo han convencido a Ferrer-Salát para que abulte un poco el sobre del personal. Voy a presentar un libro mío a Barcelona y me entero que los varios millones de camisetas que iba a fabricar la industria textil catalana para los Mundiales de fútbol, por fin se los vamos a encargar a Japón. También ocurre que esa industria envía los tejidos al extranjero y luego los vuelve a comprar, confeccionados. Eso les sale más barato que confeccionar aquí y, sobre todo, pienso, contribuye a engordar el paro, que es un globo en el que conviene seguir soplando para que estalle, y con él la democracia. Cuando todos los artículos de consumo suben, lo único que no ha subido es el artículo de periódico, de modo que seguimos defendiendo la justicia, la libertad, la democracia, la paz y la verdad por el mismo dinero. Esto quiere decir que ninguna de esas cosas defendidas ha subido de valoración social, sino que ha bajado. Juan Diego viene a verme al campo y me cuenta que él no quiere ganar demasiado dinero. A ver si Madrid se salva por este único justo. Un tío del nuevo periodismo americano ha visitado a todos los poetas importantes de Estados Unidos y ninguno ha sido capaz de recitarle un verso de su clásico preferido. «La poesía ha muerto en América», concluye el periodista. Los americanos, claro, tendrían que optar entre Reagan y la poesía. No se puede tener todo. A su último poeta genial, Ezra Pound, lo mataron de manicomio, y era el gran épico del dinero, contra el dinero, el poeta/denuncia de la usura: «La diferencia entre capital y rédito es tiempo », dice Pound. Pasado cierto tiempo, todos pagamos en sangre o cautividad los réditos que nos impone el capital prestado.
Eppo Jansen, de la televisión holandesa, quiere hacerme una entrevista. No voy a hablarle de terrorismo, de golpismo ni de patriotismo. Voy a hablarle de dinero. A España, hoy, sólo la explica el dinero. En mi reciente libro Los ángeles custodios cuento que me falta un millón, reflexiono sobre el dinero como identidad de los que no tienen otra. El pasamontañas golpista/ terrorista no es una precaución; es una metáfora: el dinero no tiene rostro.
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