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El presidente argelino, Chadli Bendjedid, visitará la URSS en junio

El presidente argelino, Chadli Bendjedid, realizará su primera visita oficial a la Unión Soviética el mes próximo, con anterioridad a la cumbre africana de Nairobi, en la que el tema del Sahara occidental ocupará un lugar importante de la agenda de trabajo. La visita a Moscú del jefe del Estado argelino se inserta en un contexto de diálogo político, del que no están exentás las diferencias que separan a las dos capitales. Argelia, que rechaza categóricaménte toda asimilación a un país marxista o prosoviético y se autodefine no alineado y opuesto a la política de bloques, desea mejorar, sin embargo, sus relaciones con la URSS.

La visita de Chadli a Moscú coincide, por otra parte, con los intentos que realiza Argelia para diversificar el origen de su arsenal militar, que depende excesivamente de los soviéticos. Sin que pueda hablarse propiamente de un-rearme acelerado de las fuerzas armadas argelinas, lo cierto es que éstas siguen preparadas para un supuesto conflicto con el vecino Marruecos. La dependencia de la URSS en cuanto a la logística es considerada aquí como un mal menor. Para remediar esa situación, diversas misiones militares argelinas han tomado contacto con Brasil, Bélgica, Reino Unido y República Federal de Alemania, países que podrían contribuir a una modernización de algunos sectores del Ejército argelino.

Oposición a una alianza natural entre bloques

Argelia, opuesta a la tesis de una alianza natural entre el bloque soviético y el movimiento de países no alineados, entiende que las coordenadas de la política exterior de la nueva Administración norteamericana hacen planear un grave peligro de desestabilización sobre zonas sensibles del mundo, como el continente africano. La Administración Reagan ha hecho saber a los dirigentes argelinos que sus preferencias van a Marruecos en el conflicto del Sahara occidental, en un giro apreciable de la política que practicara la anterior Administración, la cual no dudó en iniciar contactos directos con el Frente Polisario en los últimos meses del mandato de Jimmy Carter.Consciente de ello, la Unión Soviética, cuyos diplomáticos aseguran no comprender la mentalidad árabe, a pesar de vivir en esta parte del mundo decenas de años, ha iniciado una visible ofensiva de encanto hacia Argelia, que ya se ha traducido en una serie de promesas y hechos. Promesas de no regatear ningún esfuerzo para dar mayor capacidad técnica a las fuerzas armadas argelinas (que abonan este tipo de ayuda en moneda convertible, por cierto) y hechos relacionados con la apertura de una línea de crédito clearing, de cerca de mil millones de dólares, para contribuir a la expansión de la industria energética argelina.

Chadli, sometido también a la presión de los últimos reductos del bumedianismo, interesados en no quedar definitivamente aislados de los centros de poder del país, tiene en cuenta la importancia de las relaciones con Moscú, pero no desconoce sus ínconveni entes. De ahí que la elección de un presidente socialista en Francia sea considerada por los argelinos como un acontecimiento que puede favorecer un reequilibrio de las alianzas que mantienen los países del área magrebí, en el sentido de una menor dependencia de los dos supergrandes.

Crítica soviética al desviacionismo argelino

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Los soviéticos critican la excesiva influencia y el desviacionismo argelino en el seno de los no alineados, su carácter imprevisible de país árabe, opuesto a las actuaciones de las formaciones promarxistas, incluso si éstas forman parte de un bloque nacional, y las críticas directas hechas a la acción exterior de Moscú en los temas de Afganistán y el Africa negra.De ahí que las conversaciones Chadli-Breznev sean vistas desde Argel no tanto como el primer encuentro entre dos firmes aliados, sino como una delicada partida en la que la delegación argelina tendrá la voluntad y el firme propósito de defender la independencia de la política exterior del país, incluso si Moscú se declara dispuesto a formalizar ciertas concesiones tácticas.

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