La política exterior de Estados Unidos
El 24 de abril, el secretario de Estado Haig presentó los objetivos principales de la política exterior de Estados Unidos, concretados en los siguientes puntos:- Revigorizar nuestras alianzas.
- Reforzar a nuestros amigos.
- Incrementar nuestras relaciones con los países en vías de desarrollo.
- Refrenar a la Unión Soviética.
En cuanto al primer objetivo hemos hecho un esfuerzo especial para fortalecer la seguridad de Estados Unidos y de los países aliados con los que compartimos objetivos y valores comunes y acuerdos de mutua defensa. Consideramos importante trabajar en estrecha colaboración con nuestros aliados, de tal suerte que juntos podamos conseguir unas garantías de defensa inalcanzables por separado.
Por esta razón, Estados Unidos quedó extremedamente complacido con las conclusiones de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN, celebrada a principio de mayo en Roma. La Alianza dejó bien sentado su deseo de mantener el sentido de unidad entre los arduos esfuerzos de la Unión Soviética, y los países de su área de influencia, para dividir a los miembros de la Alianza y debilitar su compromiso de modernizar sus fuerzas militares. Me refiero en particular a la decisión de diciembre de 1979 de modernizar las fuerzas nucleares tácticas de la OTAN y, simultáneamente, de negociar con los soviéticos sobre la posible limitación de todas las fuerzas. Rara vez ha estado la Alianza tan unida sobre la necesidad de medidas, tanto militares como diplomáticas, para restringir la conducta soviética.
A los acuerdos tomados por los ministros de Asuntos Exteriores se sumaron otros tomados por los ministros- de Defensa, para llevar a cabo un proyecto anterior de incrementar sus presupuestos en un 3% y apoyar los nuevos esfuerzos de Estados Unidos para proteger los suministros de petróleo del golfo Pérsico.
Nuestro segundo objetivo de reforzar a nuestros amigos sigue las mismas pautas que el primero. Queremos asegurar que, en la medida de nuestras posibilidades, apoyamos a nuestros amigos a que desarrollen la fuerza necesaria para protegerse a sí mismos y tener confianza en su capacidad. Nuestra ayuda estará condicionada por los esfuerzos que cada uno haga en beneficio de su propio desarrollo. En cualquier caso, no les dejaremos dudar acerca de nuestra fiel y resuelta amistad con nuestros amigos.
El tercer objetivo surge de la convicción de que no es posible edificar un mundo de paz, libertad y progreso sin que los países menos desarrollados tengan alguna razón para confiar en la posibilidad de desarrollarse en cooperación con países democráticos. Haremos todo lo posible para demostrarles que puede haber crecimiento en libertad, y que ello es posible siguiendo pautas democráticas y cooperando con los países industrializados. Respetaremos su derecho a escoger por sí mismos en todos los campos y les ayudaremos a resistir alternativas impuestas por terceros, tanto directa como indirectamente. Esta ayuda se basará principalmente en atender problemas sociales y económicos, pero cuando sea necesario también incluirá el material para la defensa contra actos agresivos provocados desde el exterior.
El cuarto objetivo se desprende de advertir que el auge militar soviético en los últimos años excede con mucho sus necesidades defensivas. Y, sin sorpresa, hemos visto una voluntad creciente por parte de la Unión Soviética de interferir en los asuntos internos de otras naciones, ya sea directamente, como en Afganistán, o indirectamente, como en Nicaragua o El Salvador. En algunos casos, dicha interferencia ha estado dirigida a apoyar el terrorismo, que ha contribuido sin ninguna duda al aumento de la violencia en muchos lugares del mundo. Esta Administración tiene la intención de dejar muy claro que no escatimará esfuerzos para detener el expansionismo soviético en cualquiera de sus múltiples formas.
Al hablar de terrorismo y violencia revivo el sentimiento de frustración y tragedia que sentimos todas las personas humanitarias y civilizadas al enterarnos del absurdo y brutal atentado contra la vida de Su Santidad el papa Juan Pablo II. Nos adherimos a las oraciones y buenos deseos de las gentes de buena voluntad de todo el mundo por la pronta y total recuperación del Papa. El mismo sentimiento de indignación y tristeza nos invade al contemplar los actos terroristas contra personas que se producen en España, en nuestro propio país o en cualquier otro lugar. A causa de la naturaleza inhumana del terrorismo internacional, que afecta directamente los intereses nacionales de Estados Unidos y amenaza el orden estable y pacífico que intentamos promover en el mundo, lo consideramos uno de los desafíos más importantes que se ciernen sobre nosotros y tenemos la intención de combatirlo en cooperación con otros Estados. Estamos dispuestos a mantener una estrecha y continua cooperación con Gobiernos de todo el mundo y a ofrece toda la asistencia necesaria y posible para romper la red terrorista. Es decir, que la lucha contra el terrorismo internacional constituye una parte integral e importante de nuestros objetivos.
Relaciones bilaterales España-EE UU
Dentro del abanico de nuestros objetivos, la relación entre Estados Unidos y España ocupa un importante lugar. Ello ha quedado claramente demostrado con la visita del secretario de Estado Haig a Madrid el pasado mes de abril su primera visita a un país europeo tras su toma de posesión como secretario de Estado.
Dicha visita proporcionó al secretario de Estado Haig la oportunidad de tratar con los líderes españoles sobre la política exterior de la nueva Administración y en particular del deseo norteamericano de incrementar la cooperación con España en todos los campos.
Entre los temas actuales más importantes con que nos enfrentamos está la negociación de un nuevo acuerdo que reemplace el Tratado de Amistad y Cooperación de 1976 entre Estados Unidos y España. Este Tratado es la base de nuestras extensas relaciones, especialmente en el área de la seguridad.
El secretario Haig ha comprometido a Estados Unidos a negociar un acuerdo con España que refleje la nueva realidad de la democracia española. Nosotros creemos que un nuevo tratado o acuerdo debería, como el actual, reflejar en su más alta definición los intereses comunes de ambos países dentro de la seguridad occidental. La presencia de fuerzas militares norteamericanas en España es parte de esto. La tarea que nos espera es confeccionar un acuerdo que incorpore con efectividad estos intereses comunes.
Estados Unidos también acoge cálidamente el compromiso de España con la comunidad de! Estos democráticos españoles. En cuanto a la participación de España en la OTAN, nuestra postura es bien conocida, y repito: Estados Unidos apoya la entrada española en la OTAN, pero respetamos la decisión de su Gobierno de solicitar o no su ingreso. No ha habido ni habrá ningún tipo de presión norteamericana sobre España para que se decida en uno u otro sentido. España debe tomar la decisión por sí misma, basada en un cálculo cuidadoso de los beneficios y responsabilidades de su asociación.
De todos modos, la determinación evidente de los ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN durante la reunión de Roma, para contrapesar las actividades desestabilizadoras de la Unión Soviética y sus fuerzas afines, coadyuvará al mantenimiento de un ambiente internacional pacífico, esencial para el desarrollo democrático en España.
Para terminar, quisiera hacer de nuevo especial hincapié en el propósito por parte de la Administración de promocionar la estrecha cooperación entre las democracias mundiales y de reforzar nuestro liderazgo en los temas vitales de la paz y la libertad. La opinión pública norteamericana apoya este programa, y los enemigos de la libertad se equivocarían si no pensaran así.
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