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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El conde

Aparte el conde de Montarco (con quien comí la otra noche en la casa/museo de Pinto Coelhó), aparte el conde de Montecristo y otros condes amigos, creo que el conde por antonomasia (y digo «antonomasia» porque esta palabra tópica suena a título nobiliario) es el conde de Motrico, José María de Areilza, elegido presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en la cosa de Estrasburgo.,Me piden de Le Monde Diplomatique un largo artículo sobre la situación española. Le voy a tener que rogar a Motrico que me lo escriba. El ve la situación española con más desapasionamiento que yo, porque es su rollo y porque la victoria de Mitterrand ha desapasionado mucho a las derechas europeas. Lo cual que la mañana que visité a Areilza en su chalé (visita que creo haber recogido en esta columna), hablamos de Giscard y me dijo:

-Usted le ha llamado reinona y no creo que eso le gustase.

Bueno, pues la reinona ha caído, y si esto es una alegría para la España no tejerizada, el éxito de Motrico en Estrasburgo también debe ser una alegría para nosotros, para los mismos, porque, pareciendo de distinto signo, son dos estocadas que se funden en una, como las de los buenos espadachines. Francia se abre a lo abierto (y en lo abierto está el proceso democrático español, tan chuleado por Giscard), y Europa se abre al proceso democrático español eligiendo a Areilza, gran viajante de comercio de este proceso por el mundo, en los años germinales de. nuestra democracia.

Son dos eventos nada consuetudinarios que han acontecido simultáneamente en la rue democrática europea. Un abrazo, conde.

Desde que se anunció la candidatura de Motrico para el Consejo de Europa, tuve prisa por entrevistarle al respecto, y lo hice para Radio Nacional. El conde, cuando le saqué el tema de Estrasburgo, mostró un elegante escepticismo de perdedor y me dijo que era muy difícil que le sacasen a él. Le han sacado. Esto y el Nobel de Aleixandre son casi los únicos detalles que la democrática Europa ha tenido para con la democracia española, que está todavía en su manadero y se complica ya con la ferralla del crimen, el terrorismo y el golpismo. Le dije aquella mañana al conde que él era el mejor vendedor de España en el mundo (aunque luego, quizá" no haría aquí dentro, si tuviera poder, una España tan hermosa como la que vende).

-Está usted preterido.

-Sí.

La culpa seguramente era de Suárez. Sigue siendo de Calvo-Sotelo. Areilza, a quien saqué hace unas semanas en el colorín de este periódico como dandy de la política, por sacarle como algo y galvanizarle (cosa en que no ha reparado el antiumbralismo ágrafo, lejano y cercano), porque me parece que nuestra democracia, inevitablemente de derechas y lamentablemente esquematizada en el figurín Simago de la ucedé y la osadía talar de Herrero de Miñón, no puede permitirse el lujo tonto de derrochar a la derecha civilizada, que casi/casi empieza y termina en el traje a rayas del conde. «Somos nuestro lujo», dice un verso de mi maestro Jorge Guillén. El conde, lujoso de culturas en sí mismo, es un lujo que nuestra derecha pedánea desprecia desde el poder o ignora en general. Lo que le pasa al conde en la derecha le pasa un poco a Tierno en la izquierda. Raza energuménica, odiamosal hombre ilustrado que habla bajo.

En cuanto a lo del conde y Europa, me alegro por Europa y por el conde, pero consideremos sobre todo la potenciación política interior que esto supone para Areilza. Toda la derecha no salvaje tendría que estar con él. Y Europa se va a enterar de lo que vale un conde.

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