Mitterrand puede instalarse en el Elíseo a partir de hoy
Hoy, jueves, el Consejo Constitucional francés proclamará el resultado oficial de las elecciones presidenciales del domingo pasado, y, a partir de ese momento, el nuevo presidente, François Mitterrand podría instalarse en el Elíseo. El último primer ministro del giscardismo, Raymond Barre, le presentó ayer su dimisión y la del Gobierno al todavía presidente, Valéry Giscard d'Estaing. Este último quedaría al margen de la vida política activa, momentáneamente al menos, y los parlamentarios giscardianos y chiraquistas se unirán para concurrir a las elecciones legislativas del mes inmediato de junio. Como consecuencia de la elección de Mitterrand, el semanario liberal L'Express sufre una grave crisis.
Los acontecimientos se precipitan en la Francia miterrandista. El nuevo presidente rompió ayer por unos momentos el mutismo que se ha impuesto hasta que no se haga cargo de la Jefatura del Estado, para despedirse de todos los parlamentarios socialistas: «Yo no soy el presidente de los socialistas, aunque continúo siendo su amigo. Soy el presidente de todos los franceses». La fácil digestión del éxito, por parte de los socialistas, es paralela a las decepciones, amarguras y sorpresas que ilustran el «nuevo mundo» en el que aún no respira normalmente la mayoría conservadora. Durante los últimos veintitrés años ésta no conoció más complicaciones que las del poder.Giscard, rey hasta hace menos de una semana, ha sido abandonado en pocas horas por los parlamentarios de su partido. El inicio de reconciliación entre los diputados giscardianos y chiraquistas se ha confirmado, y todo indica ya que concluirán rápidamente una plataforma común para afrontar la batalla legislativa de junio.
Los dos grupos parlamentarios estiman que no necesitan un jefe, sino un árbitro, que sería Chirac. Giscard no se presentará a los comicios ni participará en la campaña, aunque continúa pensando que «Francia debe ser gobernada al centro», y que ese postulado renacerá un día, y que entonces será el momento de su retorno. Chirac, desde el interior de la arena política, piensa lo contrario e intentará eliminarlo definitivamente con su derecha popular y moderna. Pero por ahora los diputados gaullistas, como los giscardianos, lo único que quieren es salvar su escaño parlamentario, y, por ello, la guerra Giscard-Chirac no les interesa.
Las consecuencias rápidas del fracaso de la derecha afectan a los espacios extrapolíticos. Brutalmente ayer fue dimitido del semanario L'Express, liberal y de sutil tendencia giscardiana, el redactor jefe y adjunto de dirección Olivier Todd, biógrafo de Giscard últimamente y ex socialista no comunista. La semana última tomó posición en favor de Mitterrand y el gesto no fue apreciado por el mayor accionista y presidente del grupo, el británico Goldsmith.
Inmediatamente, el director de la publicación, el escritor y periodista Jean François Revel, que esta semana criticó acerbamente a Giscard « por ser el autor de su propio fracaso», se solidarizó con Todd y presentó su dimisión. Otros redactores se dispondrían a imitarlo.
Goldsmith. piensa cerrar el semanario si se queda solo. En este sector de la Prensa aún no se sabe lo que pudiera ocurrir con el denominado grupo Herssant, propietario del conservador Le Figaro, y de otra docena de diarios de París y de provincias.
Giscard sigue
El apoyo financiero que recibían a través de Giscard coloca en situación crítica a este truste periodístico, que ya se tambaleaba económicamente porque sus publicaciones, vencidas por el militarismo político, perdieron su especificidad informativa y, consecuentemente, lectores y publicidad.Aunque el Gabinete Barre ha presentado la dimisión, Giscard ha convocado el último Consejo de Ministros de su septenio para el próximo día 20. Se estima que Mitterrand entraría en funciones el día 24 o el 25. Entre tanto, el presidente socialista, en su domicilio privado, continúa preparando el futuro de Francia. Las personalidades que recibe dan pie a todas las hipótesis relativas a la composición del futuro Gobierno. Los economistas Jacques Attali y Jacques Delors entran y salen continuamente del Elíseo bis, como se le llama a la residencia de Mitterrand.
Ambos ocuparían puestos importantes del segundo, que, a pesar de su ideología socialdemócrata, fue consejero de Jacques Chaban Delmas cuando éste era primer ministro de Pompidou, y se habla como de un posible futuro jefe de Gobierno. Claude Cheysson, el comisario europeo; el diputado y alcalde de Lille, Pierre Mauroy; el primer secretario del PS, Lionel Jospin; el delegado de la cultura de los socialistas, Jack Lang, y el que fue organizador de la campaña presidencial, Paul Quiles, pudieran ellos hacerse cargo de puestos de responsabilidad.
El caso Rocard
Michel Jobert, el gaullista disidente desde la muerte de Pompidou, parece cierto que se hará cargo de una cartera ministerial. De momento ya ha surgido un caso entre los dirigentes socialistas: el de Michel Rocard, que parece que desearía un ministerio a la medida de su estatura nacional, que, por añadidura, no comprometiera su imagen de delfín.Los más allegados a Mitterrand resaltaban ayer que el nuevo presidente podría ofrecer una sorpresa gubernamental en el sentido de hacer realidad su idea electoral más profunda: agrupar a todos los franceses. Consultas diversas permiten imaginar que esa sorpresa pudiera llamarse Jacques Chaban Delmas, o algo parecido. Gaullista, distanciado de Chirac, de Giscard igualmente, en buenas relaciones con Mitterrand desde siempre, posible aglutinante de muchos de los electores gaullistas que votaron por el presidente el domingo pasado, son todos ellos elementos que favorecen esa especulación.
El ex giscardiano y nuevo apóstol de la informática, Jean Jacques Servan Schreiber, salió ayer del silencio político que observa desde hace dos años, para proclamarse mitterrandista, lo que no quiere decir que emocione al nuevo presidente, aunque lo valore.
La Bolsa se ha calmado tras el pánico de los últimos dos días, de igual manera que el franco, bien defendido por Barre y por el Banco de Francia, subió ligeramente. También en este sector clave de la Francia de Mitterrand, la evolución rápida no le es desfavorable al presidente.
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