Victoria de Reagan con la aprobación por la Cámara de Representantes de su recortado presupuesto para 1982
El presidente norteamericano, el republicano Ronald Reagan, alcanzó una impresionante victoria política al lograr la aprobación en la Cámara de Representantes del presupuesto fiscal para 1982, cifrado en 688.800 millones de dólares, frente a los 739.000 millones que proponía la ex Administración demócrata. Triunfo acentuado por el voto favorable de 63 congresistas demócratas que se sumaron a la minoría republicana en la Cámara baja de 190 miembros. El voto final fue de 253 contra 176.
El éxito político de Reagan en la Cámara de Representantes, que será confirmado sin sorpresas la semana próxima por el Senado (con mayoría republicana) no levanta, sin embargo, el entusiasmo esperado en los medios económicos y financieros de Wall Street. Persisten las reservas ante la incógnita, todavía por despejar, del plan de reducción del 30% de impuestos en tres años, considerado como «inflacionista» por parte de los círculos empresariales norteamericanos.
Demócratas divididos
El nuevo presupuesto, que entrará en vigor el 1 de octubre de 1981, reduce el gasto público en todos los sectores, con excepción del militar. Los capítulos sociales son los más afectados, considerándose como una derrota para el Partido Demócrata, tremendamente dividido, como demuestra el voto en la Cámara de Representantes.El déficit presupuestario para 1982 está valorado en 3 1.000 millones de dólares. Los arquitectos del nuevo programa económico de la Administración Reagan, basados en una estrategia de vuelta al super-liberalismo económico, esperan poder «equilibrar» el gasto público para el ejercicio 1984.
Cada comisión parlamentaria deliberará ahora sobre los gastos sectoriales del presupuesto, sin que se esperen modificaciones. Para mediados de junio se prevé la reunión del comité conjunto Cámara-Senado, que concretará definitivamente el importe total del presupuesto para 1982.
«Es un momento histórico. Es una victoria resonante. Durante cuatro años, el pueblo americano ha pedido que el Gobierno federal ponga la casa en orden», dijo el presidente Reagan en la Casa Blanca, al conocer el resultado de la votación en el Capitolio.
«Más que una aceptación de las cifras, el nuevo presupuesto representa una nueva filosofía», afirmó por su parte el congresista Bob Michel (Illinois), líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes.
Para Jack Kemp (republicano por el Estado de Nueva York y artífice del programa presupuestario presentado por la nueva Administración republicana) no son «justificadas» las críticas populares, según las cuales las clases sociales más desfavorecidas pagarán los platos rotos de la reactivación económica estadounidense. «No se puede ayudar a los pobres si la nación es pobre», zanjó Kemp, inspirador de la doctrina de reducción del gasto y reducción de los impuestos.
El importante apoyo de los demócratas, mayoritarios en la Cámara de Representantes, supone un descalabro para el partido. El ala conservadora se une a las tesis republicanas, desautorizando las contrapropuestas presupuestarias que elaboraron varios miembros del Partido Demócrata. Para los liberales, la nueva doctrina de la Administración Reagan es «un crimen económico», según palabras de Thomas Downey (demócrata por el estado de Nueva York).
Al margen de la batalla política, ganada ayer ampliamente por el presidente Ronald Reagan y sus seguidores, Estados Unidos sigue pendiente de cuál será el efecto real sobre la vida cotidiana de la nueva proyección económica. Entre tanto, las últimas cifras sobre la inflación dan un índice del 10% para 1981, mientras el desempleo sigue alto, con el 7,3% de paro entre la población activa.
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