Se endurece en Italia la batalla del aborto entre católicos y laicos
La polémica entre católicos y laicos italianos sobre el tema de los referendos sobre el aborto que los italianos deberán votar el 17 de mayo. se endurece día a día. Mientras los radicales han presentado una propuesta para derogar aspectos conservadores de la actual ley parlamentaria que permite el aborto libre y gratuito sólo en determinadas condiciones, el Movimiento por la Vida, grupo de católicos conservadores, propone la eliminación casi total de la ley, dejando vigente sólo el aborto por motivos terapéuticos, es decir, cuando existe peligro de muerte de la madre. Las fuerzas laicas no ocultan su preocupación por los resultados desfavorables a la ley que adelantan los sondeos.
Según una reciente encuesta del instituto de opinión Demoskopea, casi un 60% de los italianos consultados votaría a favor del referendo propuesto por el Movimiento por la Vida.De confirmarse esta victoria, sería la revancha de los democristianos, tras la gran derrota, todavía no perfectamente encajada, que les supuso en mayo de 1974 la aprobación del divorcio.
La Iglesia, con el papa Wojtyla a la cabeza, se ha lanzado a una especie de cruzada religiosa contra la actual ley del aborto, apoyando el referéndum promovido por los católicos conservadores, aún reconociendo que hubiese deseado un referéndum que pidiera la abolición total de la ley, ya que el Papa y los obispos, siguiendo la doctrina tradicional de la Iglesia, no permiten el aborto ni aun en caso de peligro de muerte de la madre. Pero, como ha escrito la revista de los jesuitas Civilta' Cattolica, la Iglesia, en este caso, acepta el mal menor esperando poder llegar a la abolición completa de todo tipo de aborto.
Después de las duras intervenciones del papa Juan Pablo II, ahora son los obispos quienes se han lanzado en plena campaña electoral, despertando la dura crítica de las fuerzas políticas de izquierdas y laicas. Apoyan la actitud de la Iglesia sólo la Democracia Cristiana y el Movimiento Social Italiano (MSI), el partido neofascista que dirige Giorgio Almirante.
Una de las afirmaciones que acaban de crear gran estupor es la del obispo Costanzo Micci, presidente de la Comisión Episcopal sobre la Familia, quien ha escrito sin medias tintas: «Es triste decirlo, pero los católicos que se han manifestado a favor de la ley 194 del Parlamento, que permite el aborto, no pueden ser considerados como católicos. Con su actitud se han colocado fuera de la Iglesia, en contra de ella». Más aún, ha afirmado que esta campaña a favor del referéndum católico que intenta reducir el aborto sólo en caso de peligro de muerte de la madre es, para los obispos y para el Papa, «sólo una primera etapa de un largo camino», porque, ha añadido: «Lo que pretendemos es obtener a cualquier precio nuestro intento: anular la ley 194».
Ahora se espera para el día 10 la gran fiesta organizada en la plaza de San Pedro por los movimientos católicos antiabortistas para «dar las gracias al Papa por su empeño en la defensa de la vida antes del nacimiento», como ha afirmado el cardenal vicario de Roma, monseñor Ugo Poletti.
Las fuerzas políticas están muy preocupadas. Los socialistas han pedido un encuentro de todas las fuerzas de izquierdas y laicas para adoptar una decisión unitaria. Los principales líderes políticos están señalando que, si es derogada la ley del Aborto, «será la mayor humillación infligida a la mujer y a las fuerzas democráticas que hablan conseguido esta gran conquista cívica».
Los liberales y republicanos, junto con los radicales, han pedido que se plantee urgentemente la abolición del concordato, ya que sólo en este caso, es decir cuando la Iglesia haya renunciado a todos sus privilegios, podrá permitirse a los católicos la libertad de luchar como los demás ciudadanos contra una ley del Estado.
Los democristianos empiezan también a adoptar tono de cruzada. Han llegado a decir que no se puede consentir que al papa Wojtyla se le impida hablar y actuar en Italia.
Los observadores afirman que desde 1948 no se advertían en Italia aires de cruzada tan exasperados como los de ahora entre católicos y laicos.
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