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El fin de la huelga de hambre es una tregua en la conflictividad, según Francisco Casero

Con el vaso de leche que bebía el pasado domingo Francisco Casero, secretario general del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), rompiendo así la huelga de hambre que desde hacía más de un mes venía protagonizando, se ponía fin de momento a la serie de encierros y de conflictos que han venido sacudiendo el campo andaluz. Sin embargo, las soluciones encontradas en la serie de reuniones celebradas en Madrid, han sido acogidas con escepticismo y, según manifestó el propio Casero, «no hemos terminado. Se trata de una tregua, hasta ver los resultados de las promesas».

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La idea de tregua y de que el conflicto no había aún concluido estuvo presente a lo largo de las casi tres horas que duró la asamblea popular celebrada el pasado domingo en Villamartín (Cádiz), donde Casero inició la huelga de hambre con otros compañeros y donde se le autorizó a abandonarla. La misma asamblea sirvió también para agudizar aún más las profundas diferencias entre las distintas fuerzas políticas y sindicales de Andalucía y las diferencias existentes dentro del propio SOC. Francisco Casero, en declaraciones efectuadas a EL PAIS. señalaba estos dos aspectos. «Lo conseguido», dice con voz baja por el largo ayuno, «es una victoria de todos, no mía, y el principio de una lucha permanente. Si en los próximos meses los acuerdos alcanzados no se plasman en realidades concretas, intensificaremos las acciones».Las tensiones que aparecieron en la asamblea entre las distintas tendencias del SOC fueron reconocidas por su secretario general, que negó tener preocupación alguna en este sentido. «Yo no quiero entrar en esa dinámica. Ya que no hay unidad, lo único que pido es que cada parte sea consecuente con lo que viene defendiendo».

Momentos antes de estas declaraciones, Torres, alcalde de Lebrija, en un discurso que sería calificado posteriormente por el hermano de Francisco Casero corno «de sermón de Semana Santa», había arrernetIdo violentamente contra «los partidos estatalistas que están en Madrid y que dan sus órdenes a las centrales sindicales. Así podemos entender las declaraciones del secretario general de CC OO criticando nuestras acciones».

El alcalde de Lebrija terminó pidiendo que «se ponga una muralla a Despeñaperros para evitar que entren los sinvergüenzas y los que no quieren a Andalucía».

La intervención de Torres fue criticada por Antonio Casero., hermano del secretario general del SOC, así como la huelga de Marinaleda -cuyo alcalde no presidió, junto con los otros líderes, la asamblea-. «Se ha desviado», dijo. Y atacó a los dirigentes del SOC, que «no han ido a ver cómo estaba mi hermano. Tenemos que evitar que vuelva a hacer nuevas huelgas de hambre, porque vale más un revolucionario vivo que uno muerto».

Los casi mil asistentes que llenaban la sala del cine Cervantes en Villamartín siguieron atentamen te el rito de la ruptura de huelga de hambre del secretario general del SOC, que bebió unos sorbos de le che una vez que la asamblea, unánimemente con el puño cerrado, decidiera que Paco Casero pusiera fin a su prolongado ayuno. El gesto del dirigente de los jornaleros fue acogido con un cerrado aplauso de los asistentes puestos en pie.

Para Francisco Casero, como manifestaría a este periódico, las«acciones han resultado positivas en cuanto que hemos conseguido un cambio de actitud en el Gobierno con respecto a los problemas de Andalucía». Pero la preocupación de Casero en todo momento fue doble. Por un lado, su insistencia en que se trataba de una tregua a la espera de los resultados y la necesidad de lograr una unidad de acción. «Lo que ocurre, diría ante la mirada atenta de algunos familiares que le preguntaban continuamente pcr su estado, «es que los planteamientos políticos no coinciden con los del pueblo».

Afirmaciones que coinciden con las que otros dirigentes jornaleros hicieron en este sentido. El SOC cuenta, según ellos, con los líderes suficientes como para levantar a Andalucía. El alcalde de Marinaleda, Francisco Casero, y otros, tienen el carísma popular que les permite poner a un pueblo en huelga de hambre o que cientos de personas se reúnan y aplaudan sus palabras. La sensación de lejanía hacia los problemas denunciada por estos líderes por parte de los partidos políticos y de los representantes oficiales del pueblo andaluz es una constante.

Lo dice Paco Casero, mientras todavía resuenan los gritos de «Andalucía libre», con que los asistentes han cerrado la asamblea. «Desde Madrid no se ven los problemas. No se ve la capacidad del pueblo andaluz. No se nos han dado oportunidades, pero el poder andaluz puede poner en marcha lo que el centralismo no ha sido capaz de hacer todavía».

Las soluciones que vienen de Madrid y aún de la propia Junta de Andalucía no convencen a la gente, que día a día acude a «ver si hay algo en lo del empleo comunitario». El alcalde de la Lantejuela, población que «por primera vez ha empezado a conocer los problemas del paro» y que protagonizó encierros de protesta en estos días, lo decía con cierta amargura. «Lo malo es que no cumplirán, que durante unas semanas mandarán más dinero y luego pondrán cualquier excusa para dejar de hacerlo».

Los jornaleros andaluces, según dicen ellos mismos, quieren trabajo, trabajar las tierras y no tener que depender de las pocas pesetas que mandan desde Madrid. «Antes no conocíamos el paro. Pero desde hace tres años los caciques no quieren arrendarnos las tierras. Y si lo hacen es en unas condiciones que resultan insoportables».

Para Paco Casero, además es que «no tenemos capitalistas que, como en otras regiones, quieran invertir en Andalucía. Resulta muy triste que sólo se acuerden de nosotros cuando protagonizamos una huelga de hambre. Porque el problema del campo andaluz», asegura, «no es sólo de los jornaleros, también hay parados en otros sectores a los que hay que buscar una solución ».

Y no descarta que en un plazo breve haya que volver otra vez a la protesta. «Tengo problemas con el hígado y el riñón, pero mi responsabilidad es continuar con ello, hasta que de verdad se nos haga caso. Estoy convencido que desde Madrid nadie va a resolvernos nada».

Dice que no quiere protagonismos e insiste una y otra vez en que vayan todos juntos la próxima vez. Reconoce también que no han sido muchos los que han hecho que el Gobierno se plantee el tema de Andalucía. «Esa es la experiencia que tenemos que sacar, pocos hombres hemos conseguido mucho. Hemos conseguido arrastrar a la gente con nosotros, y eso es muy importante».

Aunque como alguien denunciaba en un aparte, el propio Sindicato de Obreros del Campo no haya «echado la carne en el asador», con respecto a la huelga iniciada por su secretario general, y otros acusen a Casero de adoptar un protagonismo y unas medidas que «no son las más adecuadas para resolver los problemas».

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