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Un pueblo aguarda

Una madre de familia de unos cuarenta años, que como los demás vecinos de este pueblo se encuentra desde hace nueve días en huelga de hambre, sufrió ayer una serie de desvanecimientos y convulsiones que desembocaron en un estado semicomatoso. Otras cuatro mujeres reposaban ya sobre colchones extendidos en el suelo de una pequeña sala que hace a un tiempo de hospital y sala de asambleas vecinales. A lo largo del día, con pequeños transistores, se aguarda la llegada de buenas noticias de Madrid, donde el presidente de la Junta y el del Gobierno se están entrevistando, que permita deponer la huelga de hambre.Son veinticinco los casos de hipoglucemia registrados hasta ahora, según afirma el médico que atiende y controla constantemente el estado físico de los vecinos. La gente de Marinaleda, localidad de unas quinientas familias, sigue a través de los transistores las reuniones que se están celebrando en Madrid y Sevilla.

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La reacción a la propuesta que Rafael Escuredo, presidente de la Junta de Andalucía, hizo ayer a Calvo Sotelo en el sentido de garantizar cuatro días semanales de empleo comunitario era resumida en el comentario que Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, hace a los periodistas de EL PAIS al escucharla por la radio: «Son cicateros hasta para pedir».

Los vecinos de Marinaleda, en número aproximado de cuatrocientos, siguen encerrados en los locales del Sindicato de Obreros del Campo (SOC). La barra del bar instalado a la entrada permanece desierta y la gente comenta los últimos acontecimientos.

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