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Bettino Craxi, aclamado como dirigente indiscutible de los socialistas italianos

Juan Arias

El 42º Congreso Nacional del Partido Socialista de Italia concluyó ayer con un golpe de escena: Bettino Craxi fue elegido secretario directamente por el Congreso y no por el Comité Central. La decisión fue duramente contestada por los cuatro grupos de la izquierda interna del partido, que combatieron durante toda la noche del domingo para intentar evitar la reforma del estatuto. Pero la nueva mayoría del partido capitaneada por Craxi no cedió, a pesar de las críticas de sus opositores, que consideraban la elección directa por parte del Congreso como ilegítima, por no haber sido discutida durante el congreso, aunque había sido propuesta como hipótesis por la comisión de reforma del estatuto.

A quienes se preguntaban por qué Craxi, que contaba ya con una mayoría aplastante del 70% de los votos congresuales, deseaba ser aclamado, su grupo contestó que de este modo se aseguraba al secretario reelegido una fuerza mayor, ya que sólo otro congreso nacional podrá destronarlo, evitando de este modo posible golpes de mano del Comité Central.Al final, la elección fue hecha directamente por el congreso y Craxi obtuvo 267 votos de los 396 delegados, mientras los 114 delegados de la oposición de izquierdas se abstuvieron, después de haber amenazado con negarse a entrar en el Comité Central, que ha pasado de 227 a 297 miembros, para dar una mayor representatividad a las mujeres.

Mientras tanto, Craxi, que es hoy el único secretario político italiano elegido directamente por el congreso y, por tanto, el que posee mayor fuerza dentro de su propio partido, había concluido el 42º Congreso Nacional con un triunfo que los observadores calificaban de consagración y hasta de coronación. Con un discurso muy brillante, más de presidente de Gobierno que de secretario de un partido, Craxi, después de haber gritado ante el congreso que le ovacionaba en pie como a un torero, «¡Viva Italia!», afirmó que su partido «sabe muy bien lo que quiere», que desea ser en su nuevo curso un partido socialista «reformista, moderno, científico, activo, capaz de asegurar en el futuro inmediato un relevo en el Gobierno de este país, que lleva más de treinta años gobernado por la Democracia Cristiana, que se ha identificado, indebidamente, con el Estado». «El nuestro», dijo Craxi, «desea ser un partido "de hombres libres para hombres libres", capaz de asegurar al país una gran reforma del Estado y de sus instituciones, para que no se repita el triste espectáculo de un récord europeo de inestabilidad con una media que no llega a un Gobierno por año».

Dijo, con gran orgullo de partido, que los socialistas tienen hoy una influencia política en el país que va más allá de su mismo peso electoral, porque se ha convertido en una ficha indispensable para formar Gobiernos. Refiriéndose a los líderes de los demás partidos presentes en el congreso, dijo que quizá no era casual que Enrico Berlinguer (principal dirigente de los comunistas italianos), «que no fue a Moscú, haya querido venir a Palermo».

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