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La ciudad norteamericana de Atlanta se está convirtiendo en un volcán a punto de estallar

«¿Piensa dimitir cuando el número de asesinatos de niños llegue a 50 o 75?», preguntó uno de los líderes para la igualdad de derechos raciales al alcalde de la ciudad de Atlanta, Maynard Jackson, cuando la policía descubrió ayer en las orillas del río Chattahoochee el cuerpo sin vida de otro joven negro, deficiente mental, que suma la víctima número veinticinco en la increíble serie de asesinatos de niños y adolescentes, todos de raza negra, en la misma ciudad del sureste norteamericano. Michael Mclntosh, de veintitrés años, murió asfixiado, según la autopsia.

Desde julio de 1979 ha seguido imparable la adición de asesinatos, sin que los esfuerzos de la policía local, apoyada por célebres detectives privados y superagentes del FBI (Agencia Federal de Investigación) hayan logrado obtener algún indicio sobre el móvil y la identidad del asesino o de los asesinos.El ritmo macabro de víctimas se acelera desde primeros de año. Ocho niños o adolescentes, siempre de raza negra, y recientemente de talla baja y con deficiencias mentales, han incrementado el triste récord hasta la cifra de veinticinco. ¿Para cuándo la víctima número veintiséis? Es el interrogante que se plantean los norteamericanos y, en particular, los habitantes de Atlanta, donde dos tercios de la población de 480.000 habitantes son de raza negra.

El pasado lunes la policía halló los restos semidescompuestos del niño de quince años Joseph Bell, desaparecido de su hogar desde el pasado 2 de marzo. Menos de veinticuatro horas después, a última hora de la tarde del martes, encontró el cuerpo desnudo de Michael Cameron Mclntosh, de veintitrés años de edad. Casi todas las víctimas presentan señales de muerte por asfixia o estrangulamiento.

Todos los observadores coinciden en afirmar que la situación social en Atlanta puede convertirse en explosiva, si no hay una rápida solución en la serie de crímenes impunes contra personas de raza negra. La policía ha decretado ampliar hasta agosto una especie de toque de queda vigente para los menores de catorce años, a quienes se prohíbe salir a la calle solos desde las nueve de la noche hasta las seis de la mañana.

No faltan contradicciones ni roces entre la policía local y agentes del FBI, sobre todo después del anuncio hace unos días por parte del agente del FBI Michel Twibell, de que la serie de crímenes podría tener orígenes familiares.

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