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Haig concluyó su gira por Europa y Oriente Próximo

El secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, volvió anoche a Estados Unidos, después de una atareadísima jornada europea, con la que culminó su primera gira internacional. Haig se despertó en Londres, desayuno en París y almorzó en Bonn, para ir a cenar a Washington.El rearme nuclear de Europa, la reanudación de las conversaciones sobre desarme con la Unión Soviética, y Polonia, fueron temas omnipresentes en el viaje de Haig, quien en días anteriores había visitado también Madrid, para confirmar su apoyo al proceso democrático español, e Italia, después de recorrer cuatro países de Oriente Próximo: Egipto, Israel, Jordania y Arabia Saudí.

El secretario de Estado de Ronald Reagan aseguró estar de acuerdo con el Gobierno germano occidental de Helmut Schmidt, en el que, al tiempo que se moderniza el armamento nuclear en suelo europeo, se reanuden «cuanto antes» las conversaciones sobre desarme entre las dos grandes potencias, que, según Haig, «podrían celebrarse en Ginebra».

La visita relámpago del responsable de la política internacional de Estado Unidos a la República Federal de Alemania (RFA) sirvió, aparentemente, para borrar en gran parte las divergencias surgidas entre Bonn y Washington, a propósito de las armas euroestratégicas (despliegue de misiles nucleares de medio alcance en Europa occidental), y la conveniencia de que Washington y Moscú reanuden el diálogo.

Haig apenas si permaneció tres horas en Bonn, donde se entrevistó con el canciller, Helmut Schmidt, y el titular de Asuntos Exteriores, Hans-Dietrich Genscher. A la capital germanooccidental había llegado procedente de París, donde su estancia había tenido una duración similar. Al igual que en sus conversaciones con los dirigentes de la RFA, Haig trató con sus interlocutores franceses -el presidente Valéry Giscard d'Estaing y el ministro de Asuntos Exteriores, Jean-François Poncet- el tema de Polonia.

En diversos momentos de su última jornada europea, Haig dio a entender que el discurso de Leónidas Breznev ante el congreso del partido comunista checoslovaco había tenido efectos tranquilizadores, ya que el alto dirigente soviético había dado muestras de moderación en sus múltiples referencias al tema polaco. «Nuestra preocupación sobre la situación militar en Polonia se vio atenuada después de sus declaraciones», aseguró Haig ayer.

En Londres, Haig había permanecido 48 horas, el jueves y el viernes, y en palabras de un portavoz de la representación diplomática norteamericana en la capital británica, las conversaciones con la primera ministra, Margaret Thatcher, y con el titular del Foreign Office, Lord Carrington, habían sido «extremadamente útiles».

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