Gwendal, un buen grupo que no evoluciona
Esta tarde y esta noche continúan las actuaciones que el grupo francés Gwendal ha venido proporcionando en el Colegio Mayor San Juan, desde el pasado miércoles. Como de costumbre, el San Juan sigue programando actuaciones a precios inverosímiles (lo de Art Blakey, a 350 pesetas; éste, a 300 pesetas), hecho que demuestra cómo otras entidades de parecido tipo podrían tener un papel importante en el mantenimiento, cuando no en la revitalización, de la escena musical matritense.Porque a Gwendal lo descubrieron en el San Juan, cuando apenas estaba empezando, después de una etapa en la que se dedicaban a acompañar al cantante vasco Imanol. Ahora, el grupo es mucho más que aquella gente nacida en la estela generosa de Alan Stivell, y que trabajando desde París hacían algo parecido a música celta. En realidad, lo celta en Gwendal sólo es una parte. Al igual que otros franceses e ingleses antes de ellos, esta gente ha recogido ritmos y aires propios de la música popular europea, dándoles un tratamiento a la altura de los tiempos. Este trabajo requiere, entre otras cosas, una cierta labor de investigación, facilitada fuera de España por la gran cantidad de ediciones discográficas dedicadas a esa recuperación cultural.
Casi desde un principio, los senderos del jazz y el foIk se cruzaron con grupos como Pentangle o Steeleye Span, mientras otros hacían rock, como Jethro Tull o el impar Mike Oldfield. Gwendal hace las dos cosas. Sus solistas, Bruno Barre (violín) y Jouen Leberre (flauta, piccolo, bombarda, gaita escocesa y saxo tenor) pasan con una agilidad extraordinaria del más absoluto respeto a la tradición a improvisaciones jazzisticas descaradas. El ritmo, por su parte, igual puede estar marcando un reggae que un blues, que un jig o un an-dro. Esta flexibilidad y la propia fuerza de los temas, arropada por una inteligente instrumentación y unos arreglos efectivos, consiguen que lo de Gwendal sea una especie de fuesta que el personal agradece.
Lo único malo en el grupo, cuyos solistas son, además de ágiles, bastante virtuosos, consiste en su falta de evolución o, por mejor decir, en no haber llegado todavía a encontrar una forma de hacer tan definitiva y susceptible de enriquecimiento como la de Stivell. A lo largo de los últimos tres años, Gwendal ha ido perfeccionando su trabajo hasta llegar a una perfección notable y, lo que es más importante, a comunicar mejor. Pero también es cierto que a lo largo de estos años no han superado todavía su base de partida, por lo que lo suyo puede llegar a cansar en un momento dado.
Y es que la sorpresa en música, por mínima y matizada que sea, constituye uno de los atractivos de un concierto o un disco. Gwendal llega, el público se divierte, la música es buena, pero la próxima vez no pueden hacer lo mismo.
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