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Fuerte contestación de los ganaderos cántabros a la visita de Lamo de Espinosa

El ministro de Agricultura recibió ayer en Santander diversas muestras del descontento existente en el sector ganadero de la región. A mediodía, cuando Jaime Lamo de Espinosa se disponía a inaugurar el Museo Marítimo del Cantábrico, fue interrumpido por un centenar y medio de personas, que, haciendo sonar campanos, exhibieron numerosas pancartas.

El ministro de Agricultura se dirigió al grupo intentando dialogar, en medio de gritos contra la política ganadera y contra la actuación de su Ministerio en Cantabria. A uno de los manifestantes, el ministro le preguntó sobre su filiación política, a lo que el ganadero, enseñando sus manos, contestó: «Estas son mi partido».Ante la violencia verbal que iba tomando la situación, Lamo de Espinosa se reintegró en la comitiva ministerial protegido por la fuerza pública, que impidió la entrada en el nuevo museo a quienes no hubiesen sido oficialmente invitados. El grupo de manifestantes estaba formado por ganaderos del Sindicato Democrático de Ganaderos Montañeses y militantes del Partido Regionalista de Cantabria (PRC) y de la Asociación de Mujeres Consumidoras.

Por la tarde, el ministro de Agricultura se reunió con los líderes sindicales agrarios y visitó diversas instalaciones ganaderas de elite, entre ellas la finca Abra del Pas, de la Diputación Provincial, y el centro de inseminación artificial de Torrelavega. Su estancia en la finca Abra fue protestada enérgicamente por el diputado regionalista Esteban Solana, del PRC, que interrumpió uno de los itinerarios para, fuera de programa y entre la sorpresa general de los asistentes, decirle al ministro que su visita «era de turista que ve las cosas bonitas». «Lo que está usted viendo», le gritó el diputado regionalista, «no es la realidad de Cantabria», invitándole a viajar a la vega de Pas, a Liébana o a Trasmiera, para que «viera la miseria en la que viven nuestros ganaderos, sin carreteras, sin electrificación, sin ningún apoyo oficial, sin que ustedes se acuerden de ellos nada más que para cobrarles impuestos».

Después de aconsejarle que se manchase los zapatos de boñiga, entrando a las cuadras de los pueblos, «porque nosotros, lustrosos y etiquetados, no somos los ganaderos de Cantabria», Esteban Solana aseguró al ministro que sin esos contactos iba a regresar a Madrid sin conocer «lo que piensan los ganaderos de su Ministerio y de los caciques locales que manejan los hilos del negocio ganadero aquí».

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