Adolfo Suárez no oculta su preocupación por los efectos involutivos del intento de golpe de Estado
El ex presidente, que parece preparar su vuelta al combate político a través de una meditada estrategia a medio plazo,se incorporará hoy, martes, a las tareas parlamentarias del Congreso de los Diputados, ocupando uno de los escaños más altos del hemiciclo y más alejado del banco del Gobierno. No tiene la intención de mantener inmediatas entrevistas, con los primeros responsables de la Administración ni de hacer declaraciones políticas a corto plazo. Piensa abrir inmediatamente su despacho de abogado y no descarta la posibilidad de que en días venideros vuelva a viajar a tierras latinoamericanas invitado por dirigentes de varios países.Durante sus vacaciones en la isla de Contadora, de Panamá, Suárez ha conversado con el presidente Arístides Royo y con el general Omar Torrijos y al parecer, mantuvo contactos telefónicos con Fidel Castro, Herrera Campins y López Portillo, dirigentes máximos de Cuba, Venezuela y México, que han ofrecido al político español su amistad y su territorio. Suárez, que regresa a Madrid sin responsabilidades ejecutivas, después de cinco años en la cúspide del poder, tiene, tras el descanso, un buen aspecto físico y parece: mostrar una firme actitud para iniciar una nueva etapa de su vida.
A las 8.45 horas del domingo, el vuelo de la comañía Iberia 976 Guatemala-Panamá- Santo Domingo-Madrid está a punto de terminar. El DC-10 inicia el descenso hacia la pista central del aeropuerto de Barajas.Y, tras las habituales advertencias a los pasajeros, comienza a sonar en la cabina del avión, con mordaz coincidencia, la sintonía musical del filme La vuelta de la pantera rosa. Adolfo Suárez, pasajero de primera clase, se frota las manos y anima a sus compañeros de viaje y vacaciones. «Bueno, ya estamos otra vez metidos en el ajo», comenta el ex presidente, quien después de mirar por la ventanilla del avión le dice al diputado vasco Jesús Viana: «He visto abajo a Marcelino Oreja, que ha venido a recibirte». Una broma al hilo de la competencia surgida en la UCD vasca entre Oreja y Viana. El avión toca la pista y el periodista que acompaña a Suárez en este viaje le dice: «Bien venido a casa, presidente. Suárez aprieta los dientes, se pone serio, abrocha su blazer y dice a media voz: «Muchas gracias». Abajo, al pie del avión, están todos sus hijos esperándole en un autobús.
Hace 34 días que Suárez inició unas vacaciones por tierras americanas. Un intenso descanso por Estados Unidos y Panamá, que comenzó pocas horas después de que Leopoldo Calvo Sotelo asumiera la Presidencia del Gobierno, una vez que, fracasada la intentona militar, la votación de investidura llegara a su Fin.
La precipitada salida de Suárez, calificada de espantá en ciertos medios políticos; su silencio ante los medios de comunicación desde el pasado día 29 de enero, en el que anunció su dimisión irrevocable, y la incógnita que se abre ante su inmediato futuro político y profesional eran razones más que suficientes para intentar conseguir una entrevista o al menos un diálogo que nos permitiera despejar alguna de las incógnitas que rodean al principal artífice de la transición política española.
Torrijos habló con el duque
Como ya esperábamos los enviados especiales de EL PAIS a Panamá -en viaje de ida y vuelta para acompañar al ex presidente hasta Madrid-, Adolfo Suárez no quiso concedernos una entrevista formal, aunque sí aceptó el reportaje gráfico y el mantener una amplia y amistosa conversación, que se reanudó tres veces, desde el aeropuerto de Tucumen, de Panamá, hasta la llegada a Madrid.
El encuentro con el dirigente centrista se produjo en el hall internacional del aeropuerto panameño. Suárez, acompañado de su esposa Amparo Illana, y de sus amigos y colaboradores Jesús Viana, Alberto Aza y Aurelio Delgado, los tres con sus respectivas esposas, y de dos escoltas de la policía española, llegó a Panamá desde la isla de Contadora en un bimotor oficial a las dos de la tarde -hora centroamericana- del pasado sábado. En el aeropuerto le esperaban autoridades de Panamá, el embajador de España y algunos informadores. Al advertir nuestra presencia nos saludó amablemente y nos dijo: «¿Pero qué hacéis aquí? No pienso hacer declaraciones politicas».
Adolfo Suárez, muy moreno, con grandes gafas de sol, pantalón oscuro, chaqueta azul cruzada y camisa y corbata en tonos similares, sonríe, nos palmotea la espalda y dice: «Bueno, ya hablaremos». Inmediatamente la comitiva entra en el salón diplomático, a la espera del vuelo y para tomar unos refrescos. A los pocos minutos le anuncian a Suárez una llamada telefónica. Es el ex presidente y gran padrino panameño general Omar Torrijos, quien le llama para despedirle, a la vez que le interroga con bromas sobre las vacaciones de los duques de Suárez. Suárez responde: «Los duques muy bien, muchas gracias por todo y por vuestra magnífica acogida». El presidente, como le siguen llamando a la americana sus amigos y colaboradores (también es presidente honorífico de UCD), recibe luego una placa de plata de la Asociación de Beneficencia Hispano-Panameña dedicada al duque de Suárez, el cual no puede contener la sonrisa cada vez que se le menciona su título nobiliario.
Luego entran en el salón el presidente panameño y su esposa, que han llegado a despedir a los Suárez y comitiva. Arístides Royo y Adolfo Suárez se retiraron a un rincón de la sala, donde conversaron por espacio de unos minutos antes del embarque del vuelo. A las 15.30 horas, el vuelo está cerrado y el avión despega hacia Santo Domingo, primera y única escala antes de llegar a Madrid.
En la cabina del avión de primera clase se instala la comitiva en los ocho primeros asientos. El resto de los pasajeros son tres matrimonios españoles que vienen de viaje de negocios y de turismo, una pareja alemana que no deja de quejarse del servicio, dos hombres también con aspecto de comerciantes y los dos informadores de EL PAIS, que nada más despegar el avión ofrecen a Suárez y a sus acompañantes todo un paquete de revistas y de diarios traídos el mismo sábado desde Madrid. Entre ellos EL PAIS del mismo sábado, que conseguimos en la madrugada, el dominical de nuestro periódico, toda la Prensa de Madrid, Barcelona y Bilbao del viernes y varias revistas, como el último número de Hola, en cuya portada aparece el reportaje que Jaime Peñatiel hizo a Suárez y esposa en la isla de Contadora días atrás y que provoca la máxima curiosidad de doña Amparo y de sus amigas.
La comitiva se vuelca en la lectura -«Hacía mucho tiempo que no leía tanta Prensa española», comenta Suárez, mientras Viana busca los ejemplares de Deía y Egin-, luego servirán la cena: caviar, solomillo, tarta y café. Suárez vuelve a la lectura, y de cuando en cuando deja las gafas y se queda muy pensativo por unos minutos.
Luego, el ex presidente lee el artículo de Antonio Gala, titulado El grillo, y en el que el autor critica el crecimiento de los poderes fácticos en las últimas semanas, con el apoyo y silencio de las fuerzas políticas de la derecha y de la izquierda. Una tesis ésta sobre los resultados del intento de golpe que el ex presidente Suárez parece compartir plenamente, a la vista de sus posteriores comentarios. A partir de este momento, Suárez mira hacia atrás y acepta con ungesto abrir el diálogo. Con anterioridad, ya tuvimos en el salón del aeropuerto una primera oportunidad de hablar. Esta segunda se interrumpiría con la proyección en vuelo de la película de Steve McQueen Cazador a sueldo, «me apetece verla», diría Suárez. Después del filme, el ex presidente quedó dormido durante unos minutos y al encenderse las luces de la cabina despertó y aceptó de nuevo una última conversación, que duraría ya hasta casi la llegada a Madrid.
La psicosis del golpe
Adolfo Suárez está seriamente preocupado por los últimos acontecimientos políticos que se han desarrollado en España y creemos que considera que, tanto el Gobierno como la oposición se han dejado arrastrar por la psicosis del golpe. El ex presidente nos pregunta detalles, una y otra vez, de las
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El ex presidente, preocupado por los acontecimientos políticos.
Viene de página 19últimas medidas adoptadas por el Gobierno y, sobre todo, en relación con la presencia de fuerzas especiales del Ejército en el País Vasco. Recuerdo yo en ese momento que Suárez, a la vuelta de un viaje oficial a Perú -con motivo de la toma de posesión del presidente Belaúnde Terry-, nos comentó a varios informadores, en la cabina del avión, que él nunca aceptaría incluir al Ejército en la lucha contra el terrorismo en el País Vasco. En, aquella ocasión, Suárez argumentó que son las fuerzas de seguridad las que deben librar y sufrir esa batalla para la que están preparados y concluía subrayando el riesgo que supone incluir a los militares en actividades de las que luego más tarde es difícil relevarlos.
Se interesa el ex presidente por la reunión del Rey con el Consejo Superior del Ejército, que nunca se reunió en su mandato, y por los trabajos y actuación de la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM), ante la que Suárez pronunciara, siendo aún presidente dimisionario y al día siguiente del secuestro del Congreso, un'duro discurso criticando el hecho de que se reaccionara tan tarde y de manera tan confusa ante el secuestro del Gobierno y de los diputados.-
Sobre el golpe y los golpistas no quiere hacer comentarios, a pesar de que conocía bien a alguno de ellos, como al general Alfonso Armada, del que nunca acabó de fiarse el propio Suárez. Le relatamos el error de transcripción de las cintas que se grabaron en el Congreso el día del informe de Oliart con el golpe, que incluía la presencia de Armada en el palacio de La Zarzuela, lo que hubo de corregirse al día siguiente en los diarios. Suárez queda pensativo unos instantes. Recuerda, quizá, cómo un gesto del general Sabino Fernández del Campo indicándole al Rey que no aceptara la visita de Armada a La Zarzuela pudo ser el' clic que salvara el golpe. Armada llamó una primera vez ofreciéndose para presidir un gobierno de coalición -idea que, al parecer, le sugirió al militar un destacado socialista, según se decía hace ya mucho tiempo en la Moncloa- y una segunda para intentar llegar a la residencia real. De haberse aceptado esta visita, la DAC Brunete 1 quizá habría tomado Madrid y el golpe habría funcionado. Cuando el general Juste, de la DAC, llamó a La Zarzuela y preguntó por Armada, el general Sabino Fernández del Campo pudo responder: «No está ni se le espera». La DAC permaneció en los cuarteles.
Se ríe Suárez cuando le contamos los últimos chistes de Tejero y se indigna cuando conoce la romería de Alcalá de Henares para visitar a los golpistas como héroes y las facilidades de todo tipo que reciben o recibieron. No se lo acaba de creer. El presidente ha estado, por voluntad propia, mucho tiempo sin tener noticias diarias y no sale de su asombro Cuando conoce los proyectos de leyes relativos a autonomías, Prensa y terrorismo Ni los critica ni los comenta, pone cara de extrañeza, como si pensara que en Madrid, Gobierno y oposición, se han vuelto locos y han entrado de lleno en la psicosis del golpe. ¿Y el ambiente en la calle? ¿Cómo se ve en el País Vasco la presencia del Ejército? Le relatamos que hubo un encuentro de Garaikoetxea con Calvo Sotelo y que Pujol eludió la cita al conocerse el recurso al Tribunal Constitucional sobre el tema de las diputaciones (Suárez sonríe ante el esquinazo del catalán).
Permanece serio cuando le decimos que Calvo Sotelo y Felipe González han iniciado conversaciones de tapadillo en la Moncloa y que el teléfono suena a menudo entre ambos, a costa de la congelación OTAN. Luego le decimos que Calvo Sotelo va a por todas, que viajó dos veces a entierros en el, País Vasco y que el llamado Leopoldo piano-style de la Moncloa funciona a todo gas. Adolfo Suárez se echa hacia atrás en el sillón y fuma en silencio. No le ha causado sorpresa ninguna de estas noticias que le damos. Se las esperaba como fácil recurso político de su sucesor.
Por último, en el capítulo de la psicosis, Suárez se interesa por la duración y alcance del viaje proyectado del Papa a España y, tras confirmar que no consideró útil su encuentro con Haig en Washington, se le escapa la siguiente pregunta: ¿quién ha invitado a Haig a visitar Madrid la semana próxima?
El presidente honorífico de UCD va a tener muy pocos, o casi ninguno, contactos políticos de alcance con responsables del Gobierno y de la oposición. Quiere ver a Rodríguez Sahagún, con quien ayer almorzó en un restaurante en compañía de Rafael Calvo Ortega, para hablar del partido, y a Landelino Lavilla para que le permita situarse en la parte más alta del hemiciclo, junto a los de Zaragoza, como hizo Abril Martorell, y para poder entrar por la puerta de arriba de la Cámara y evitar protagonismos y coincidencias junto al banco del Gobierno.
Suárez no quiere ocupar la primera página política. Desea dejar el sitio a otros, al menos por algún tiempo. Reconoce que le va a costar muchísimo el permanecer apartado de la política en vivo y demuestra que está ya preparando su vuelta a la escena, aunque con un meditado y hábil plan a medio plazo. Ahora se interesará por su despacho, por posibles negocios y por el campo de la información. «Menudo negocio el de los periódicos con mi dimisión y el golpe», afirma sonriendo.
En definitiva, Suárez da la impresión de que está muy lejana de su cabeza la idea de. abandonar la política. Está preparando su Vuelta, y buena prueba de ello está en el hecho de que, durante su estancia en Contadora, habló, al parecer, con Fidel Castro de la crisis Cuba-Panamá de los últimos días, mediando de por medio. Ni en vacaciones, ni en país ajeno puede estarse quieto, aunque esta vez parece que descanso.
Dos impresiones esenciales nos faltan en la conversación. ¿Por qué dimitió Suárez? ¿Conocía el golpe? El ex presidente no quiere hacer comentarios sobre los rumores de que había recibido un entrenamiento psicológico para actuar con firmeza en casos de crisis, como lo hizo valientemente en el Congreso ante Tejero, Para él sus responsabilidades ante el Estado y sus hijos eran motivos más que suficientes para reaccionar como lo hizo. Pero, ¡y el golpe? ¿Lo conocía?, ¿por qué dimitió? Quiere dar la impresión de que dimitió al encontrarse solo en medio de un desierto o selva política. De sus palabras y gestos se desprende que, de haber conocido concretamente la intentona, se habría quedado para tomar medidas tajantes contra los golpistas, medidas como las que espera que se tomen ahora que las pruebas y los datos con contundentes.
El ex presidente Suárez, a su llegada al aeropuerto de Barajas, manifestó que su viaje había sido de descanso «físico y sobre todo psíquico», y elogió la labor de Calvo Sotelo al frente del Gobierno en este mes de gestión. Se refirió también al futuro de España, que dijo veía con optimismo, y a su futuro particular y político. «Voy a reincorporarme a mi actividad dentro del partido, lo primero que haré será hablar con el presidente, Rodríguez Sahagún, para recabar. información de cómo van las cosas. En mi vida privada, ya lo saben ustedes, voy a trabajar como abogado».
Al preguntarle cómo juzgaba la gestión de Leopoldo Calvo Sotelo durante su primer mes al frente del Ejecutivo, dijo: «Ya sabía yo que sería un gran presidente del Gobierno». Salió al paso Suárez de los rumores de que podría formar un nuevo partido de centro si UCD se escoraba a: la derecha. «Yo defiendo», dijo, «y defenderé la UCD como un partido de centro-centro, y trabajaré por ella siempre».
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