El intento de suicidio

Ante el reportaje fotográfico «Secuencia de un suicidio frustrado», aparecido el miércoles día 25 de marzo, y como testigo presencial del mismo, me siento obligado a enviarles esta carta.Durante los hechos, que observé desde la calle de Atocha por espacio de uria hora, fue evidente la ineficacia y desproporción de los métodos utillizados por los bomberos y la Policia Nacional. Los primeros se dedicaron a enchufarle con la manguera a buena presión desde la proximidad de un balcón de enfrente y, los segundos no hicieron nada, o poca cosa, ante una persona, ya mayor, que se encierra en una habitación de una pensión y que, en su enajenación, sale al balcón a gritar, arrojar cuartillas, etcétera.

Hasta aquí no puede hablarse de suicidio, y desconozco si en el interiorde la, pensión mostró signos de peligrosa agresividad, el caso es que, mientras en la calle aumentaba la expectación, y el de la manguera no cejaba, aquello iba dando la impresión de un torpe acorralamiento que podía resultar incitador: de hecho, bastante antes de que sucediera, ya se comentaba entre la gente la evidencia de que se arrojaría a la calle. Cuando oímos el golpe, el estupor creo que fue general, pues en medio del despliegue nadie había previsto una lona. Los de la ambulancia, que debieron llegar los primeros, llegaron cuando ya se lo habían llevado. El espectáculo fue bochornoso. Menos mal que aún puede alguien preguntarle a Salvador Mondéjar si no resultó peor el remedio que la enfermedad./