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Calvo Sotelo busca una política de "concertación" social y económica, iniciada en torno al desempleo

El Gobierno busca el establecimiento de una política de concertación social y económica, aunque no conoce exactamente el alcance de la misma ni el temario que podría abarcar su negociación. No obstante, su presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, tras rechazar la formación de un Gobierno de coalición, persigue el compromiso puntual con las fuerzas políticas y sociales; y sobre esta base, el tema del desempleo, que constituye uno de los graves problemas que registra el país al margen de las cuestiones de Estado, aparece como el pretexto para iniciar unas negociaciones en las que, de abordarse con seriedad, deberán tratarse desde la inversión hasta la política de rentas y beneficios.

En esta línea se enmarca el período de reuniones y contactos entre las fuerzas sociales y el Gobierno, abierto con el encuentro mantenido ayer entre el presidente del Gobierno, la CEOE y las centrales CC OO y UGT.Según las versiones contrastadas por EL PAIS acerca de lo tratado en la reunión celebrada en la Moncloa, la preocupación generalizada a todos los asistentes a la misma la constituye la posibilidad de crear falsas expectativas entre la opinión pública ante ideales medidas para acabar con el paro. Empresarios, trabajadores y Gobierno se han juramentado para no dejar entrever la más mínima posibilidad al aventurismo en un tenia de tan especial trascendencia y gravedad como es el paro. En este sentido se ha evitado la definición de calendarios y temarios a desarrollar en las reuniones y contactos que se han previsto.

No obstante, cabe recordar que las últimas jornadas de reflexión intentadas por Abril Martorell, también empeñadas en no despertar ilusiones frustradas, concluyeron en un rotundo fracaso Después de aquel último intento, los protagonistas de la vida socioeconómica -empresarios y trabajadores- decidieron asumir responsablemente su protagonismo y se alcanzó la firma del acuerdo-marco interconfederal entre la CEOE y UGT, pacto que ha supuesto en la práctica el principal logro de la transición en el terreno socioeconómico, por cuanto instituyó la política de concertación a la que, ahora, Calvo Sotelo pretende sumarse.

Sin embargo, las condiciones actuales del país, aún bajo el síndrome Tejero, de una parte, y con el acuerdo-marco interconfederal agotado con la negociación coIectiva que estos días llega a su final, hacen necesaria la urgente formulación de medidas para evitar el insostenible crecimiento del paro a una media diaria superior a los mil nuevos desempleados.

Las contrapartidas

En este contexto, la llamada de Calvo Sotelo a la negociación o concertación, como se ha dado en llamar la búsqueda de soluciones puntuales para temas concretos en relación con la amenaza de dos millones de parados para final de año, corre el riesgo de no pasar de un intento de asumir el protagonismo y ganar imagen para dar la sensación de que se hacen cosas.

Y este riesgo, aun cuando Calvo Sotelo no permitiera que se fotografiara el encuentro de ayer para no hacer buena la humorada que apuntaba como único objetivo de la reunión el hacerse la típica foto, se ve fomentado por la inequívocamente decidida posición patronal de no disipar la negociación por caminos desconocidos -y ciertamente, a estas alturas, nadie puede afirmar lo que se trata de negociar-, sino aplicar el programa económico del Gobierno.

Es decir, la patronal, por definición de derechas,- se conforma con que el Gobierno gobierne. No se olvide que el Gobierno también es de derechas. Curiosamente, en esta ocasión es la izquierda, es decir, las centrales, quienes se muestran dispuestas a la negociación sin límites, conscientes de que, una vez abierta la misma, se puede terminar hablando no sólo de la política de rentas -que se traduciría en una moderación salarial por debajo, incluso, de la inflación-, sino también de un cierto recorte o reconducción en la política de beneficios.

La pretensión patronal, que considera peligroso el marasmo de una mesa de negociación abierta a varias cabezas sin un temario definido previamente, pasa preferenteniente por el perfeccionamiento de la concertación social instaurada con UGT por la vía del acuerdo-marco interconfederal. En este sentido, cuando ambas partes revisaron dicho acuerdo en su aspecto salarial, la central socialista logró el compromiso patronal de negociar con más detalle determinadas medidas de lucha contra el paro, y ello pese a que la patronal contaba con la experiencia ajena de CC OO, que, como un mal autor, arrastra desde siempre el libreto de un plan de solidaridad que ahora ha logrado colocar en las manos de Calvo Sotelo.

Otra política económica

A la hora de concretar las diferentes posturas ante el período de consultas bilaterales acordadas en la reunión de ayer y previstas para la próxima semana -sin calendario, pero sin dilaciones-, entre los sindicatos no existe tampoco unanimidad en cuanto al alcance que puede adoptar la negociación.

La central socialista considera que para llevar adelante una política que frene el paro se requiere una política económica diferente a la que sigue el actual Gobierno, en buena medida heredada del anterior. Desde esta posición, UGT, se muestra de acuerdo en iniciar las necociaciones, en principio bajo el señuelo de combatir el paro, pero consciente de que el límite de las mismas estará en las contrapartidas que se puedan establecer.

«Lo que no podemos hacer, en la grave situación en que se encuentra el país, es rehusar la invitación del presidente del Gobierno, aunque seamos profundamente escépticos», asegura Nicolás Redondo, secretario general de UGT.

Para Comisiones Obreras, que con su llamada a la Moncloa parece salir del largo sueño en que quedó sumida tras su autoexclusión del acuerdo-marco interconfederal, suscrito entre CEOE y UGT, la primera valoración de la reunión de ayer es positiva, pues ha «disipado la frialdad en el ambiente que previamente a la reunión se había detectado entre los convocados, algunos de los cuales, como la CEOE, se planteó incluso la posibilidad de no acudir».

Asegurada la continuidad de los contactos, pues, CC OO sostiene que el país necesita un compromiso en profundidad, que abarque desde la política de rentas hasta la democracia sindical. «Hay que fomentar la cooperación entre las fuerzas democráticas para garantizar la libertad».

Esta política, que para el sindicato comunista tíene un nombre definido: plan de solidaridad contra el paro y la crisis, «llena a medio plazo a la necesidad de un Gobierno de coalición, aunque no condicionemos cualquier acuerdo a un cambio de Gobierno».

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