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Dámaso Alonso: "Mi idea de Dios responde a la necesidad de explicar el mundo"

Su primer y último libro de poemas, publicados en un volumen de la colección Austral

«Quiero dejar bien claro que mi idea de Dios responde a la necesidad de encontrar una primera causa que explique el mundo. El Dios que aparece en mi poesía no pertenece a ninguna religión. Es el nombre que doy a esa primera causa», declara Dámaso Alonso al filo de la aparición de Poemas puros (1921), su libro más temprano, y el más reciente Gozos de la vista (1954), editados en un solo volumen de la colección Austral de Espasa-Calpe. «Se puede decir que mi religiosidad es de un tipo particular, inspirada en el gran amor que experimento por la causa creadora del mundo».

«Mi poesía, en general, está fustigada por el choque entre la atracción por el mundo y la belleza y la serie de catástrofes y desencantos que he sufrido a lo largo de mi vida, y que me han llevado a la contradicción que se manifiesta en Hijos de la ira y también, algo dulcificada, en Hombre y Dios», añade Dámaso Alonso. «Tal contradicción se mantiene en el conjunto de mi obra, marcada por el signo del pesimismo. Incluso en Gozos de la vista, donde se refleja la hermosura del mundo creado, no todo es gozoso; por ejemplo, la reflexión sobre la ceguera centrada en la distinción entre la incapacidad de ver de la ceguera de nacimiento y la brusca pérdida de luz de quien se queda ciego».Sobre la conjunción de extremos de su paréntesis poético que presenta el último volumen de Austral, realizado por necesidades editoriales, Dámaso Alonso opina que «resulta un libro muy variado, aunque temo la extrañeza del lector ante la diferencia que existe entre los poemas escritos por un hombre casi viejo y los que escribió un muchacho adolescente estudiante de Filosofía y Letras».

«En Gozos de la vista se expresa un pensamiento poético, mientras que los Poemas puros están impregnados de emotividad tierna y juvenil» afirma el director de la Real Academia de la Lengua.

«De hecho, siempre me resistí a que fueran publicados, aunque me lo pidieron en varias ocasiones. Por fin me decidí a hacerlo, pues ya mi edad me libra de temores o reticencias, y prefiero ofrecer una visión completa de mi obra». Publicado por primera y única vez en 1921, el libro Poemas puros tuvo entonces una curiosa peripecia editorial que recuerda con cariño su autor. «Por consejo de Manuel Machado, que era director de la Biblioteca Municipal, me dirigí con mi amigo Juan Chabas, que quería publicar su libro Espejo, a la Editorial Galatea, que se acababa de crear y que, según Manuel Machado, estaba dispuesta a dar facilidades a los poetas jóvenes. La editorial aceptó distribuir nuestros libros, pero poco tiempo después quebró y al cabo de unos años aparecieron en la cuesta de Meyano al precio de cinco céntimos».

El otro Dámaso Alonso

Un insólito lector que compró cincuenta ejemplares de Poemas puros contrarrestó en parte la amargura de este estrepitoso fracaso. «Se trataba de un militar destinado en Ceuta o Melilla, no recuerdo bien, que se llamaba Dámaso Alonso, como yo, aunque no era familia ni pariente mío. Más tarde llegué a conocerle y me confesó que los había comprado para, convenientemente dedicados a puño y letra, regalarlos a sus novias y amigas como si fueran suyos. Era un hombre muy simpático y con gran sentido del humor. Por diversos motivos hablamos varias veces por teléfono y le seguí la pista hasta que murió, hace algunos años».La grave afección de retina que padeció el poeta Dámaso Alonso hace algún tiempo, además de obligarle a reducir sensiblemente su horario de lectura, convierte su último libro, Gozos de la vista, escrito con anterioridad a la enfermedad, en una especie de premonición lírica donde exalta la perfección del ojo humano y los placeres de la visión.

«Gozos de la vista, un poema en diez partes, empieza con una descripción poética de la luz -Descubrimiento de la maravilla- y una explicación de la visión humana a través de los dos ojos humanos, que son como una vidriera, una vitrina o un fanal abierto que absorbe la luz y las cosas», explica Dámaso Alonso. «En los capítulos siguientes se desarrolla una teoría de la luz como efecto de la retina -¿qué es la luz sin un, ojo que la mire?-, una interpretación propia del ojo, de la retina, que recibe un estímulo de ondas y vibraciones traducibles a impulsos eléctricos».

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