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Israel acepta la venta del avión norteamericano F-15 a Arabia Saudí

A pesar de la «oposición categórica» del Gobierno de Tel Aviv a la venta de aviones de combate F-15 a Arabia Saudí por parte de Estados Unidos, Israel ha capitulado de hecho ante los argumentos de la Administración norteamericana. Esto es lo que se desprende del informe del ministro de Asuntos Exteriores, Itzhak Shamir, tras su visita a Estados Unidos, donde fue recibido por los secretarios de Estado y de Defensa, así como por el propio presidente Ronald Reagan.

Lo que ha ablandado la postura de los dirigentes israelíes ha sido el compromiso de Reagan de vigilar para que el equilibrio de fuerzas continúe siendo favorable al Estado hebreo y la promesa de créditos suplementarios para la compra de material militar, así como la abolición del veto norteamericano a la venta en América Latina del avión de combate de fabricación israelí Kfir.No obstante, el argumento clave -que no fue mencionado en ninguna información oficial, ni siquiera fue esgrimido en la reunión ministerial- está en la nueva visión que tiene Washington sobre la problemática de Oriente Próximo. Contrariamente a la teoría dominante durante la anterior Administración norteamericana, para Reagan el conflicto árabe-israelí -particularmente el problema palestino- ha dejado de ser la preocupación número uno de Washington.

Naturalmente, Oriente Próximo sigue siendo una zona de «primerísima importancia», según palabras del secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, pero sólo en la medida en que se trata de bloquear, de neutralizar, la expansión de la influencia soviética en la región, con el fin de proteger las fuentes petrolíferas del mundo occidental.

En realidad, los expertos israelíes no creen demasiado en la eficacia del supersofisticado avión norteamericano en manos de los saudíes cuando se trate de frenar una intervención soviética o cubana en Oriente Próximo. En Jerusalén temen más la eventual utilización de estos aparatos, cuyo radio de acción llega hasta el corazón del Estado hebreo, en una nueva guerra árabe contra Israel.

Sin embargo, esta amenaza, por ahora sólo hipotética, está ampliamente compensada por el desinterés del nuevo inquilino de la Casa Blanca hacia el problema palestino. Durante los próximos meses, y quizá años, Israel no volverá a ser sometido -al menos así lo esperan en Jerusalén- a las constantes presiones de Estados Unidos para que prepare la evacuación de los territorios ocupados, con el fin de acelerar las negociaciones sobre la autonomía.

El análisis de la Prensa árabe, con excepción de la egipcia, va en el mismo sentido. Así el diario jordano Al Destur lamenta abiertamente la nueva orientación norteamericana. «El problema de los árabes hoy es la ocupación israelí, no la influencia soviética», escribe este periódico, que añade: «Por otro lado, los pueblos árabes no quieren que la guerra fría se instale en el mundo árabe». Comentando la próxima visita a Oriente Próximo del secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, el periódico jordano concluye: «Deseamos que Haig se dé cuenta que la política de John Foster Dulles está muerta y que la situación de los árabes ha cambiado.

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