La central de Lemóniz aportará el 70% de la energía consumida en el País Vasco
Incluso en las hipótesis más optimistas, las fuentes alternativas de energía (solar, eólica, fusión) no cubrirán, a comienzos del siglo XXI, más del 4% o 5% de la demanda energética del País Vasco, que para entonces dependerá en un 70% de la planta nuclear de Lemóniz. Tales son, al menos, las conclusiones del estudio realizado por cuenta de la Consejería vasca de Industria y Energía y que presentó ayer en Bilbao, coincidiendo con la clausura del Primer Congreso Internacional sobre Energética Industrial, el titular del departamento, Javier García Egocheaga.
El estudio, de más de cuatrocientas páginas, ha sido realizado por una empresa consultora en aplicación de un acuerdo del antiguo Consejo General Vasco (CGV), como parte del plan de información previa al referéndum sobre Lemóniz. El CGV y, posteriormente, el Gobierno vasco han argumentado reiteradamente que la polémica sobre la energía nuclear debería encuadrarse en un marco que contemplase la problemática energética en su conjunto. Así planteado, el estudio comienza por cuantificar, sobre la base de tres hipótesis posibles sobre el futuro del desarrollo industrial de la zona, las necesidades de energía primaria en Euskadi en un horizonte de veinticinco años. En cualquiera de las tres hipótesis, las necesidades energéticas del País Vasco no dejarán de aumentar durante ese período.El punto de partida registra, para 1978, la siguiente distribución entre las tres fuentes principales: carbón, l9%; petróleo, 62%; elecitricidad, 19%. Sobre el total de energía consumida, la generada en la propia comunidad autónoma supone el 2% del total.
En esas condiciones, la estrategia contemplada en el estudio se basa en los siguientes principios: necesidad de sustituir el petróleo por otras fuentes, con especial hincapié en la nuclear y el carbón; investigación de fuentes alternativas; medidas de ahorro energético. Por esta última vía se tendría que lograr una reducción de hasta el 12 %para el año 1990.
Para concretar esta estrategia, y en particular la tercera de las vías señaladas, el Gobierno vasco creará durante el presente ejercicio un «centro para el desarrollo y ahorro energético» en el que se potenciará la investigación sobre nuevas fuentes y, sobre todo, sobre la aplicación industrial, en bienes de equipo, de los descubrimientos producidos en el terreno del aprovechamiento energético. Para la financiación del centro se contará, entre otros medios, con los que proporciona el canon sobre producción de energía (ochenta céntimos por kilovatio), vía por la cual la central de Lemóniz deberá pagar a la Diputación de Vizcaya entre 15.000 y 20.000 millones de pesetas durante la década de los ochenta.
El desarrollo de bienes de equipo destinados al ahorro energético favorecería paralelamente a varios sectores industriales vascos, bien preparados, desde el punto de vista de las ventajas comparativas, para este reto.
En cuanto a las previsiones sobre la demanda, las necesidades del País Vasco se sitúan en 1990 entre los 13.000 y los 17.000 millones de kilovatios, lo que significaría que Lemóniz, cada uno de cuyos grupos tendrá una capacidad de unos 5.800 millones de kilovatios, aportaría el 70% del total.
Congreso internacional de energética industrial
Estas conclusiones coinciden, en general, con las expuestas por los investigadores de los principales países industrializados del mundo que han tomado parte en el congreso energético clausurado el viernes pasado en Bilbao. D. E. Janssens, director de energía de la comisión económica para Europa de la ONU, resumió tales conclusiones al subrayar la necesidad de fundamentar las estrategias energéticas de los distintos países «sobre una inteligente utilización de los recursos carboníferos y nucleares». Arnaldo Aguelli, vicepresidente de la Conferencia Mundial de la Energía, ilustró las conclusiones generales con la experiencia italiana, cuyo retraso en la puesta en práctica del plan energético nacional ha duplicado, en unos pocos años, el costo inicialmente previsto, por la necesidad de seguir manteniendo volúmenes de importación de petróleo inadecuados a la nueva situación.
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