Revitalizar los centros urbanos con la participación de los ciudadanos, objetivo de la campaña del Consejo de Europa
La campaña europea para el renacimiento de la ciudad, propuesta por el Consejo de Europa a lo largó de 1981, tiene en España sus primeras manifestaciones, a través de una asociación privada y la Administración. La campaña se dirige hacia la ordenación y revitalización de los centros urbanos, la renovación urbana, la rehabilitación de las viviendas, la participación de los ciudadanos y el desarrollo de un marco de vida favorable a la población. Sobre estos temas se manifiestan profesionales de la arquitectura, el urbanismo y la sociología, quienes señalan las dificultades y la vitalidad de los centros urbanos.
Las primeras respuestas españolas a la campaña europea para el renacimiento de la ciudad, lanzada por el Consejo de Europa el 22 de octubre de 1980, se materializan en estos días desde una asociación privada, un curso de conferencias en Madrid organizado por Hispania Nostra, y desde la Administración nacional, a través de una circular del ministro de Obras Públicas y Urbanismo, como presidente del Comité Nacional, dirigida a los entes autonómicos y preautonómicos, donde recomienda la creación de comités regionales «para la difusión, y seguimiento de la campaña a. nivel regional, y estimular a las administraciones locales para la creación de comités provinciales y municipales».Las intenciones iniciales del Consejo de Europa eran provocar y garantizar una planificación urbana equilibrada, con objeto de detener, ante las previsiones de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Futuro Urbano, celebrada en Roma en septiembre de 1980 y patrocinada por Naciones Unidas, el previsible desarrollo salvaje de la población de las ciudades europeas en los próximos años y. sobre todo, reivindicar los centros urbanos e históricos, sepultados y muertos para la convivencia cultural de los ciudadanos por los efectos del crecimiento del Sector servicios.
Para el director general de Arquitectura y Vivienda, Antonio Vallejo, miembro español en el comité de organización internacional de la campaña, el interés y difusión de la misma se centra en el ciudadano, «que es el que disfruta o sufre la ciudad». Durante el año de duración de la campana se celebrarán en cuatro países europeos seminarios internacionales para discutir temas concretos sobre el renacimiento de la ciudad. El próximo mes de octubre, Madrid será sede de uno de ellos, en torno a la rehabilitación física y el uso de los centros urbanos. En este seminario se expondrá el plan que tiene en marcha el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo: la rehabilitación arquitectónica de 31 edificios o núcleos urbanos en un número igual de provincias, con un presupuesto total de unos 120 millones de pesetas.
Conservar edificios y ambientes
Mariano Bayón, del equipo de arquitectos que restauró el Real Coliseo de Carlos III, en El Escorial, realización premiada por el Consejo de Europa y el Ministerio de Cultura español, opina que la nueva ética de la conservación no debe limitarse a los monumentos y fachadas, que puede generar otra especulación, sino proteger el derecho a la ciudad entendida como una totalidad, con sus edificios y ambientes urbanos, conservar los usos y la vida de sus habitantes.Para el año 2000, la ciudad de Madrid, junto con Londres, París, Moscú, Milán y Leningrado, figura en la lista de las cincuenta ciudades más pobladas del planeta. Mariano Bayón resume algunas soluciones aplicables a Madrid y otras ciudades españolas: frenar la construcción, producir centros periféricos con auténtica vida urbana que no dependan económica o ideológicamente del centro, apoyar medidas fiscales a los usuarios de edificios de cascos antiguos para conservar sus viviendas y apoyar la creación de asociaciones de vecinos con dotaciones comunitarias. «A pesar de una nueva conciencia sobre la ciudad», dice Mariano Bayón, «y de los esfuerzos de los municipios, todavía existe una superestructura de tipo capitalista que hace difícil la calidad de la vida urbana».
El arquitecto Antonio Fernández Alba considera que la recuperación de la ciudad es una necesidad de memoria histórica, y la reutilización de los espacios urbanos requiere una planificación de sus usos. «La reconstrucción de la ciudad europea, en el período de entreguerras, se hizo manteniendo la misma imagen. En cambio, la ciudad española tuvo un crecimiento desbordado que gravitó sobre el entorno histórico. Junto a la reconstrucción de edificios debe ir una corriente paralela de aplicar unos nuevos usos, que sea realmente una restitución, visión más global que la restauración».
La falta de una cultura urbana y la necesidad de una planificación municipal son argumentos para provocar un renacimiento de la ciudad, que en la actualidad tiene una conciencia «generalizada e incipiente», según Antonio Fernández Alba, quien destaca la política de los ayuntamientos comunistas de Italia a finales de los años sesenta en torno al patrimonio de los conjuntos urbanos.
Ande y con rodeos
«El futuro de los cascos antiguos es negro». Esta afirmación del arquitecto Javier Alao parte de su experiencia de trabajo en equipo en los inventarios del patrimonio arquitectónico de las provincias de Cuenca y Toledo, y los actuales estudios sobre el plan general de La Granja (Segovia). En su opinión, la población autóctona de los cascos antiguos, debido, sobre todo, a su capacidad económica limitada y bajos alquileres, sufre un proceso de sustitución y se convierten en zona residencial, en muchas ocasiones como segunda residencia. En el caso del casco histórico de La Granja, el 20% de las viviendas están vacías, y más del 50% están infrautilizadas. Para evitarlo, propone la creación de actividades y una política de vivienda social.El sociólogo Carlos Moya explica que el avance económico de los años sesenta provocó nuevas pautas de vida urbana, con la puesta en valor de las áreas suburbiales como residencia de una clase media ascendente. «Esto significó la multiplicación de costes de transportes. Ahora, estos sectores de gentes han empezado a redescubrir la ventaja de la centralidad urbana, el encanto de ir a los sitios andando y percibir el encanto de los barrios antiguos en condiciones de habitabilidad». En esta vuelta al viejo hábitat urbano, el profesor Moya destaca la labor de los municipios de signo ilustrado progresista y la vitalidad de las asociaciones de vecinos.
Aunque el desarrollo urbano es imparable desde el siglo XVI, con la ruptura de los viejos límites de la ciudad clásica, la vuelta a los espacios «a escala humana» es una de las mayores aspiraciones de los ciudadanos de este siglo.
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