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El choque entre los continentes africano y europeo, causa de los terremotos

La aproximación del continente africano a Europa es, probablemente, la causa esencial de la cadena de terremotos que están teniendo lugar en las zonas mediterráneas recientemente, y que incluso han llegado a afectar al sur de Inglaterra, zona que, normalmente, presenta una sismicidad prácticamente nula, según el periódico italiano Corriere della Sera.Desde el terremoto del Asnam, en Argelia, el pasado 10 de octubre, hasta el más reciente del Peloponeso griego, el 24 de febrero, pasando por el seísmo del sur de Italia del 23 de noviembre, todo parece indicar que la cuenca mediterránea ha entrado en una fase de convulsión bastante activa, que impide excluir la posibilidad de nuevos temblores de tierra en cualquier punto de las zonas de mayor sismicidad, incluyendo a buena parte del sur y sureste de España y a las regiones surpirenaicas.

La causa de los terremotos, según las teorías más extendidas, aunque no unánimemente aceptadas, estriba en el desplazamiento de grandes bloques terrestres unos contra otros. Estas placas, cuyo desplazamiento -por otra parte muy lento- se produce con sacudidas ocasionales, se aproximan en las zonas de fractura e incluso llegan a montarse las unas encima de las otras. La causa del movimiento de las placas es todavía más desconocida, pero probablemente tiene relación con el calor interno de la tierra y su flujo hacia el exterior. La existencia entre las diversas placas, cuyo espesor es de un centenar de kilómetros, de profundas fallas, que las separan y que ponen en contacto la zona interna del planeta con la corteza, sirve de sustento a las teorías sismológicas actuales, que denuncian precisamente en las zonas de fallas aquellas Pegiones con más alto riesgo sísmico.

Dan McKenzie, geofisico inglés, describió detalladamente en 1972, en las páginas del Geophysical Journal of Royal Astronornic Society la tectónica del Mediterráneo. El estudio, puesto de actualidad por los recientes seismos de gran intensidad, distingue dos grandes placas, la africana y la euroasiática, aproximándose entre sí. La situación se complica, en el Mediterráneo oriental sobre todo, por la existencia de dos placas secundarias: la Apulia, que comprende la vertiente adriática de Italia, el arco alpino y Yugoslavía, y la Egea, que incluye a Grecia y Turquía.

Las zonas de frontera entre placas son las de mayor riesgo sísmico, precisamente por las sacudidas que el movimiento relativo de las masas terrestres ocasiona. Concretamente, parece que la placa africana empuja a la euroasiática, metiéndose por debajo de ella, siendo la zona del sur de Italia la más afectada por este movimiento. El mapa muestra la traza supuesta de los límites entre placas; resulta interesante observar que los terremotos más importantes, y también las zonas volcánicas activas, se encuentran situados en estas zonas limítrofes.

Aceptando esta estructura tectónica, descrita entre otros por McKenzie, el geólogo italiano de la Universidad de Roma profesor Renato Funiciello declaró que, complementariamente, cabía afirmar que la liberación de energía que acompaña a un terremoto puede provocar, a su vez, si incide en una zona inestable, una nueva liberación de energía y nuevos terremotos. Lo que explicaría, correlacionándolos, la proximidad en el tiempo y en el espacio de los terremotos de Argelia, Italia y Grecia.

El profesor Funiciello sustenta la teoría de los seismos en cadena, pero, en su opinión, el terremoto registrado en la Cornualles británica el pasado 25 de febrero no tenía nada que ver con los que tienen lugar en el Mediterráneo. En cambio, el geólogo Forese-Carlo Wezel, director del Instituto de Geología de la Universidad de Urbino, no reconoce ya la validez de la teoría de las placas tectónicas, y opina que se trata de núcleos diletantes de energía que suben desde el interior de la Tierra a través de la corteza. Para Wezel, la explicación de la sismicidad recrudecida de estos tiempos está en una reactivación de los movimientos profundos que originan estos núcleos energéticos, que posteriormente dan lugar a la activación de volcanes y a la génesis de terremotos superficiales. En cualquier caso, el terremoto del sur de Inglaterra, poco intenso pero suficiente como para provocar el pánico en una zona en la que no hay prácticamente nunca seismos, ha producido inquietud en la opinión pública, sobre todo si se tiene en cuenta que, debido a la estabilidad geológica de las islas Británicas, no existe una legislación antisísmica de cara a la construcción y obras públicas, como la que impera en las zonas más castigadas, por ejemplo California, donde las leyes al respecto son sumamente severas y se hacen cumplir con rigor.

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