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ANDALUCIA

Aprobado el Estatuto con la oposición del PSA

La Asamblea de Parlamentarios Andaluces aprobó el domingo, por setenta votos a favor y seis en contra, el proyecto de Estatuto de Autonomía de esta comunidad, en el transcurso de una maratoniana sesión de trabajo celebrada en el palacio de la Diputación de Córdoba. Los votos desfavorables fueron emitidos por los cinco diputados del Partido Socialista de Andalucía (PSA) y por el independiente malagueño José García Pérez, cuyas enmiendas y reservas se estrellaron continuamente contra el bloque PSOE-PCA y el acuerdo global de socialistas y centristas para orillar algunos temas polémicos y dejar la puerta abierta a futuros pactos.

La práctica unanimidad de socialistas y comunistas y el consenso entre el PSOE y UCD, logrado durante el almuerzo de sus delegaciones, presididas por Alfonso Guerra y Félix Pérez Miyares, permitieron un desarrollo de la asamblea exento de acritud, incluso versallesco en ocasiones, en el que las enmiendas del PSA y del perseverante García Pérez constituían las únicas notas discordantes. A los nacionalistas, que hicieron constantes referencias al Estatuto catalán, sólo se les aceptaron dos enmiendas a lo largo de diez horas de sesión: una que subrayaba el respeto a las minorías existentes en Andalucía (artículo 11) y otra que suprimía un párrafo innecesario en el artículo 46.Al PSA llegaron a rechazarle una propuesta encaminada a introducir un preámbulo en el texto recordando la figura histórica de Blas Infante y una reserva al artículo 6 que tenía por objeto precisar que la bandera andaluza, su escudo y el himno son los aprobados en la Asamblea de Ronda de 1918. Daba la impresión en algún momento de que los partidos de estructura estatal trataban deliberadamente de alentar al PSA a un voto negativo, convencidos de que su postura no será entendida por el pueblo andaluz. As! lo confesaba a EL PAIS un alto dirigente del PSOE, que añadía: «Están haciéndolo muy bien para quedarse reducidos al 3% de los votos en las próximas elecciones».

Hay que destacar, no obstante, que el secretario general del Partido Socialista de Andalucía, Alejandro Rojas Marcos, que no intervino durante toda la jornada, pronunció al final un discurso de explicación de voto sumamente conciliador, en el que, pese a seguir defendiendo sus posiciones, indicó que «este Estatuto es mejor que nada». Los representantes de los partidos que votaron favorablemente (PSOE, UCD y PCA) evitaron asimismo criticar con dureza a los nacionalistas y se llegó al extremo insospechado de que Alfonso Guerra elogiase públicamente a Rojas Marcos por su intervención. Es evidente que la sombra del golpe de Estado planeaba sobre los parlamentarios y los cuatro grupos insistieron en sus parlamentos de clausura en la necesidad de esfuerzos para lograr un Estatuto de consenso.

El artículo 1 del texto aprobado señala: «Andalucía, como expresión de su identidad histórica y en ejercicio del derecho al autogobierno que la Constitución reconoce a toda nacionalidad, se constituye en comunidad autónoma en el marco de la unidad indisoluble de la nación española, patria común indivisible de todos los españoles». Fue votado por centristas, socialistas y comunistas, mientras que el PSA se abstenía

Voluntad de convergencias

El consenso UCD-PSOE no alcanzó a puntos en los que el desacuerdo se viene arrastrando desde hace meses, aunque se produjeron aproximaciones y, desde luego, voluntad expresa de lograr convergencias inmediatas. Así ocurrió con el tema del papel de las diputaciones de la comunidad autónoma y con la composición del Parlamento nacional andaluz. La izquierda aprobó el texto de la ponencia, que remite la configuración jurídica de la provincia y de la diputación a una futura ley del Parlamento andaluz, mientras que UCD mantuvo sus reservas, dirigidas a potenciar estos órganos provinciales ya desde el propio Estatuto.

Por lo que respecta a la composición del Parlamento (artículo 26), la Asamblea de Parlamentarios aprobó, gracias al voto de socialistas y comunistas, que dispondrá de un número de diputados situado entre noventa y 110. Votaron en contra UCD, que, no obstante, llegó a proponer cien en vez de los ochenta que defendía inicialmente, y el PSA.

Tampoco hubo acuerdo en la reforma agraria, incluida entre los objetivos básicos de la comunidad autónoma andaluza (artículo 12) merced al voto unido del PSOE, PCA y PSA y con la oposición de UCD, que pretendía una nueva redacción hablando de «la mejora de la calidad de vida en el medio rural», por considerar que la expresión «reforma agraria» tiene connotaciones partidistas.

Una desafortunada enmienda del centrista Rodríguez Alcaide pidiendo que se designase a Córdoba como capital de Andalucía tuvo la virtud de provocar que se abordase el delicado problema de la capitalidad. Terminó por aprobarse, de forma unánime, una enmienda transaccional determinando que la capital de la comunidad autónoma, sede del Gobierno y del Parlamento andaluces, se decidirá en la primera sesión del Parlamento por mayoría de dos tercios.

También resultaron interesantes los debates provocados por las propuestas del PSA sobre defensa del habla andaluza, vecindad civil como criterio para la obtención de la ciudadanía andaluza y posibilidad de negociar conciertos económicos (disposición adicional segunda). Los nacionalistas fueron tres veces más vapuleados y recibieron sólo sus propios votos y el solitario y solidario de García Pérez. Por último, se aprobó la composición de la delegación que la Asamblea de Parlamentarios Andaluces enviará a la Comisión Constitucional del Congreso para integrar la comisión mixta que habrá de aprobar el Estatuto.

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