Golpismo
La humillación inferida al pueblo español en las personas de nuestros representantes legítimamente elegidos, por una sarta de soldados desleales, tras su intromisión armada en la Cámara de los Diputados, representación suprema del pueblo español, ha sido, para quienes tuvimos la suerte de no conocer la guerra civil, una representación tristísima pero clara, diáfana y aleccionadora de los usos, modos y costumbres de que hacen gala aquellos que no conocen otra razón que la de la fuerza ni otro credo que el de una ideología fanática que, hoy por hoy (ojalá que jamás), no puede ser impuesta a nuestra patria porque no se lo merece y porque así lo ha expresado inequívocamente al decir sí a nuestra Constitución. Esperemos que nuestra clase política toda haya quedado firmemente persuadida de que nuestra sociedad no se merece que españoles antidemócratas ocupen puestos decisorios que por su importancia, puedan poner en peligro, en lo sucesivo, la pacífica convivencia anhelada ahora más que nunca por la inmensa mayoría de los españoles./
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