La insuficiente revision de las instalaciones de gas, causa de la mayor parte de los accidentes
Cada año se reciben, en las oficinas de Campsa, unas doscientas llamadas en las que se solicita la revisión de otras tantas instalaciones de gasóleo, ubicadas en la provincia, ante la existencia de fugas; Gas Madrid, por su parte, reconoce que se ha logrado descender el porcentaje de gas fugado, del 10% al 4% de la producción; Butano realiza cada año la revisión de la cuarta parte de las instalaciones para bombonas, e Industria inició, tan sólo hace dos años una inspección sistemática de los depósitos más importantes. A pesar de estas prevenciones, la seguridad de las instalaciones no es total. En 1980 hubo que lamentar más de 150 accidentes, con el trágico resultado de seis muertos y 19 heridos, siete de ellos de gravedad.
Las 19.000 instalaciones de gas existentes en la provincia, entre depósitos de propano, gasóleo o fuel, no pasan, en general, las necesarias revisiones periódicas que garanticen su seguridad.El mantenimiento de estas instalaciones se desarrolla aún peor que su instalación que (ver EL PAIS del 22 de febrero), a veces, no cuenta con las preceptivas autorizaciones por dejadez de los usuarios o por la falta de coordinación entre los departamentos afectados, tanto de organismos, oficiales como de empresas privadas.
Madrid es la única provincia en la que funcionan, conjuntamente, la Delegación Provincial de Industria y el Departamento de Industria y Actividades del Ayuntamiento, con el fin de que se respete, por un lado, la legislación general y, por otro, las ordenanzas especiales de la capital.
A pesar de ello, ninguno de los dos departamentos están obligados a realizar inspecciones posteriores a las que efectúan después de la instalación del depósito. Sólo si se amplía la instalación o se recibe una denuncia, se actúa de oficio.
Sin embargo, desde hace dos años, la Delegación Provincial de Industria inició una revisión sistemática de los depósitos más importantes, ya que había tanques, hasta con diez años de antigüedad, que no eran revisados desde su instalación por un organismo oficial.
Desde entonces hasta ahora se han inspeccionado a fondo las instalaciones de unas sesenta urbanizaciones o colonias que precisaron para su apertura una concesión administrativa. Según informaron a EL PAIS en la Delegación de Industria, la tercera parte de las redes revisadas tuvieron que ser cerradas provisionalmente hasta que se repararan algunas averías.
«No se trataba de fallos importantes, sino de pequeñas deficiencias que no afectaban en absoluto al normal suministro, pero que podían tener importancia en determinados casos concretos», manifestó Eduardo Ramos, subdelegado de Industria.
Estas deficiencias consistían, en algunos casos, en válvulas que no cerraban, por lo que, de haber necesitado interrumpir el suministro, no hubiera sido posible lograrlo.
Pocas fugas de gas
No se detectaron, en cambio, muchas fugas de gas, ya que, aunque en algunas urbanizaciones se cuide poco la instalación general, se presta una especial atención a las conducciones, no sólo por garantizar la seguridad, sino porque un escape entre los depósitos y las viviendas supondría una pérdida económica para la empresa concesionaria.
Distinta situación se produce cuando el propietario del depósito no es una empresa y es un particular.
Con respecto a los depósitos de propano, se existe un mantenimiento continuo de la instalación, por lo que, si el propietario de la misma es un particular o una comunidad de vecinos están obligados a contratar los servicios de uno de los 350 instaladores autorizos que trabajan en la provincia.
El mantenimiento de una instalación media viene a costar, según informaron fuentes de Butano, en tre 25.000 Y 30.000 pesetas. Esta cantidad, unida, en muchos casos, a la desidia del propietario, hace que no se realicen las inspecciones periódicas marcadas por la Administración. La falta de inspectores que pudieran dedicarse a revisar las 19.000 instalaciones de la provincia, impide, por otra parte, comprobar que este mantenimiento se realiza, por lo que, hasta ahora, Industria no ha ordenado el cese de suministro de ninguna instalación por este motivo.
Esta falta de revisiones impide descubrir si la tubería se ha agrietado por alguna de las muchas causas que, en los últimos años, se están considerando como productoras de corrosión. Entre ellas están las corrientes parásitas inducidas del tendido eléctrico, la electricidad estática de las vías del tren, el continuo riego de un terreno por debajo del cual pasa una conducción de gas o, incluso, el abono utilizado en una zona verde situada junto a un bloque de viviendas.
Si las tuberías recorren el espacio urbano, uno de los principales motivos de agrietamiento son las obras que se realizan por parte de otros servicios, cuyas conducciones coinciden con las de gas. También tiene mucha importancia el tráfico pesado que recorra la calle por la que pasan las conducciones.
Técnicos de Gas Madrid informaron que un ejemplo del primer caso es la esquina de la calle Hortaleza con Gran Vía, en donde se unen las conducciones de! teléfonos, agua, gas ciudad y electricidad.
Las tuberías, en opinión de los técnicos, tendrían que ir siempre protegidas por una capa de arena de río seca, con el fin de que, en caso de que se produjera una fuga, el gas se diluyera. Esta capa de arena, sin embargo, se va perdiendo a causa de las reiteradas obras que hacen los trabajadores (le otros servicios, por lo que se puede dar una situación parecida a la que se produjo en Zarzaquemada, en donde la red tuvo que ser precintada para evitar posibles escapes, ya que se encontraba en un estado lamentable.
Asimismo las tuberías deberían ir protegidas de una red catódica para impedir que se produjeran explosiones por chispas eléctricas, protección de la que en la actualidad carecen.
Responsabilidad del usuario
El usuario es responsable de la instalación del contador para dentro, si se trata de una vivienda particular, y de la llave de paso, si es un chalé. La comunidad de vecinos es asimismo responsable de la instalación desde la llave de paso, situada al pie del bloque de viviendas.
Los clientes de gasóleo, al contrario de lo que ocurre con los de propano, no tienen ninguna obligación de contratar a un instalador para que mantenga en buenas condiciones su depósito. La responsabilidad, por tanto, será únicamente suya si ocurre un accidente.
Los técnicos de Gas Madrid, que cada año revisan el 25% de las instalaciones existentes en el casco antiguo, recuerdan a los usuarios que en los contratos y recibos existen instrucciones que se deben cumplir.
Entre ellas está la obligatoriedad de hacer una revisión cada cuatro años. la necesidad de que existan rejillas con salida al exterior o que as habitaciones en las que se instalen aparatos de gas tengan un volumen mínimo Y una ventana o puerta con salida al exterior.
La realidad es muy diferente. "Muchas personas tapan la rejilla "porque hace feo»; transcurren muchos años antes de que revisen las instalaciones o no se presta atención a si la llama se vuelve blanca y luminosa, lo que sería un síntoma evidente de que la combustión del gas que hace el aparato es irregular.
Los inspectores de Butano comprueban también que el calentador no se encuentra instalado en el cuarto de baño o en el aseo, ya que está totalmente prohibido, y aconsejan no poner las estufas de butano debajo de la mesa camilla o cerca de los muebles. En caso de olor a gas, advierten al cliente que con viene abrir la ventana, comprobar con jabón si hay una fuga en la goma, poner la caperuza a la bombona, sacarla al balcón y llamar al distribuidor. Sin embargo, estos consejos no son cumplidos por la totalidad de los usuarios, que, inconscientemente, llenan excesivamente el recipiente que quieren calentar, con lo que el líquido se puede verter apagando la llama, o dejar, la espita de la bombona abierta durante unas horas, por lo que el simple contacto del frigorífico puede provocar la explosión.
Según fuentes de Butano, en 1980 se produjeron en España 893 accidentes, con un balance de 91 muertos. En la provincia de Madrid, la cifra ascendió a 148 accidentes (el 17% del total), con dos muertos, al parecer por emanaciones de gas procedentes de una cocina.
Asimismo hubo que lamentar dos muertos y diecinueve heridos a causa de un escape en la instalación que Gas España tenía en Zarzaquemada, un fallecido por emanación de gas procedente le un calentador y otro muerto en una explosión que destruyó tres pisos en la calle de la Virgen de Lourdes.
Si el mantenimiento de las instalaciones particulares tiene importancia, la conservación de las siete fábricas y dos estaciones que Campsa, Butano y Gas Madrid tienen en la provincia es uno de los capítulos a los que se dedica mayor cantidad de personal e inversiones.
Campsa tiene en la actualidad factorías en Villaverde, Torrejón y Barajas, aparte de un centro en Cuatro Vientos para el suministro del aeropuerto y otro en Loeches. Butano tiene, por su parte, otras tres fábricas, en San Fernando, Pinto y Villaverde.
Gas Ciudad sólo cuenta con una fábrica en Manoteras, adonde se trasladó desde la ronda de Toledo, ante el gran peligro que suponía la existencia de una factoría de estas características en medio de la capital.
Cuando se produjo el traslado, en la zona de Manoteras no había construcciones. Después, y a pesar de que la distancia de seguridad está marcada por la ley en los 2.000 metros, la urbanización Virgen del Cortijo fue creciendo con el preceptivo permiso municipal.
Ahora un instituto nacional de enseñanza media realiza sus actividades a menos de cincuenta metros de la fábrica, y hay algunos vecinos que piden el traslado de la misma a otra zona, para evitar su proximidad a un núcleo habitado por 1.800 familias.
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