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Rosa Montero pasó "auténtico miedo" mientras escribía "La función delta"

Hoy se presenta, la segunda novela de la autora de "Crónica del desamor"

Juan Cruz

Rosa Montero pasó «auténtico miedo» en medio del proceso de once meses de escritura de su segunda novela, La función delta (Editorial Debate), que, superado definitivamente ya el favor, presentará hoy Jesús Fernández Santos en la Casa de la Panadería del Ayuntamiento de Madrid. El miedo lo pasó Rosa Montero porque la que cuenta es una historia inquietante: la de una mujer de unos treinta años a la que ella imagina en el año 2010, con 59 años. Aunque la narración no es autobiográfica, según la novelista, ese ejercicio de imaginación le resultó en algún momento doloroso. Se asustó al comprobar la virtualidad de una transformación que ella misma estaba adivinando.La lluvia inglesa y la quietud verde de aquellos campos cercanos a Londres -donde ella vivió durante un año- contribuyeron a que Rosa Montero terminara este segundo libro suyo, que sigue a aquella primera novela, Crónica del desamor, de éxito instantáneo y multitudinario. Hoy, ella no se explica muy bien aquel triunfo «de crítica y público» porque considera que la novela no era muy buena. «Esta segunda novela es infinitamente mejor. No, no es modestia. Puedo enumerarte las razones por las que yo, como lectora, prefiero La función delta a la obra anterior. En primer lugar, Crónica del desamor no era una novela; todos los personajes eran prácticamente iguales, planos, muy esquemáticos. Esta sí es una novela, porque los personajes tienen más entidad y al mismo tiempo son más ambiguos, como ocurre en la vida cotidiana; no son buenos o malos, sino buenos y malos al mismo tiempo; evolucionan a lo largo del libro, están presentados con más sentido del humor y dicen frecuentemente cosas con las que no estoy de acuerdo. Puede ser una crónica peor, pero es, por fin, una novela».

Rosa Montero cree que ha escrito una novela «para todo el mundo», porque refleja una serie de posiciones ante la vida, el amor y la muerte que pueden ser similares a las mantenidas por la generalidad de la gente de su generación y, más ampliamente, por el denominador común de los mortales. En ese sentido, la escritora ha querido profundizar en el desencanto, el. tema que servía de sabor de fondo a su novela anterior, «pero también he querido reflejar las partes gratas de la vida, con la cuidadosa intención de que al término de la lectura de La función delta la gente no terminará con el ánimo deshecho».

Rosa Montero se adelanta a aquellos que busquen autobiografía en su obra, que son los mismos que tratan de hallar autobiografía en las películas de otra española, Pilar Miró, y dice que «ni ésta ni la novela anterior tienen que ver con mi biografía personal; Crónica del desamor estaba más cercana a mi piel, pero no era autobiográfica, y La función delta está escrita utilizando un gran distanciamiento con respecto a mis propias ideas, lo que permite que el personaje principal diga cosas con las que yo no estoy de acuerdo».

Ese propósito de Rosa Montero, dice ella, obedece a una idea que tiene sobre lo que ha de ser la literatura de las mujeres. «Yo creo que las mujeres deberíamos salir de la literatura testimonial y conquistar la imaginación. Pienso que no es malo que haya testimonios, pero tenemos la obligación de interpretar la realidad con el lenguaje a que nos obliga la riqueza de lo que ocurre».

Once meses estuvo escribiendo Rosa Montero La función delta. «A medida que aprendes a escribir mejor, tardas más en hacerlo. Supongo que mi próxima obra me costará más tiempo y así sucesivamente. Lo que sí tengo más claro cada día es que la escritura me fascina. La lectura, que también me gusta, no es nada comparada con la gran aventura que supone crear tú misma las historias».

Ella dice que la invención de historias ajenas no es ni una venganza ni una huida del periodismo cotidiano. Es una interpretación y una fórmula. Una manera racional y atractiva de encauzar una vitalidad que va por el mundo con el nombre de Rosa Montero.

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