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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Estreno y melodramas

El estreno es El arquero del bosque de Sherwood (Sábado, a las 15.30 horas, por la primera cadena), película inglesa de 1961, dirigida por Terence Fisher, más conocido y valorado en todo el mundo por su tratamiento del cine de terror que por filmes de aventuras como éste. Fisher se empeñó en la década de los sesenta en resucitar los personajes más interesantes de la mitología cinematográfica, inspirados casi siempre, a su vez, en famosas novelas de otros siglos. Su «redescubrimiento» de Dráculas, Frankesteins, hombres lobos y Sherlock Holmes entusiasmaron al público joven de esos años, que solía distinguir el respeto del cineasta por estos personajes de su curioso sentido del humor.Sin duda, El arquero del bosque de Sherwood (traducción exacta del título original) repetirá ese molde en el personaje de Robin Hood, que Errol Flynn interpretaría primero, aunque también otros actores norteamericanos, cambiando e¡ nombre del personaje, harían popular.

La supuesta película «fuerte» del fin de semana es, como de costumbre, la del sábado noche. En esta ocasión, La reina virgen devolverá a los mitómanos su posibilidad de entusiasmo por el cine histórico norteamericano, que, habitualmente, deformaba la historia en la que se basaba para construir melodramas muchas veces grotescos. La personalidad de Isabel I de Inglaterra es encarnada en esta ocasión por Jean Simmons, a quien acompañan Stewart Granger, Deborah Keer y el tan excelente conio inevitable Charles Laughton en el personaje de Enrique VIII. Tras la proyección, quizá convenga repasar un serio libro de Historia para saber con mayor exactitud qué fue exactamente lo que pasó en la corte inglesa de 1558. La película, sin duda, no lo dirá.

Como igualmente habrá que remitirse a hechos más rigurosos para conocer la situación de los negros en Estados Unidos, ya que El pozo, realizada en 1951, es sólo una película de «buenas intenciones» que intentaba apoyar la reconciliación de blancos y negros en un país donde los enfrentamientos acababan en sangre. Filme menor que puede, sin embargo, hacer llorar todavía a quien necesita estímulos para desahogarse.

Dedicados este fin de semana a la mitomanía, quizá lo más destacable sea Mr. Lucky, la película correspondiente al cielo dedicado a Cary Grant, donde el actor encuentra todos los medios necesarios para desarrollar su espléndida vertiente de comediante. Pocos como Grant equilibraban su elegancia con la picaresca y pocos también como él sabían mantener esa absurda postura a la que obligan las también absurdas situaciones que los enloquecidos guionistas de los años cuarenta inventaban para la comedia. Habría que hacer una especie de antología de momentos «tontos» en las películas de Grant y asombrarse ante su capacidad para mantenerlos con una dignidad realmente difícil. En este sentido, Mr. Lucky parece pensada a su medida; hay muchos críticos, incluso, que opinan que se trata de un buen ejemplo de la buena comedia americana. Se podrá comprobar si es cierto el sábado, a las ocho de la tarde, por la segunda cadena.

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