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Los ministros de Pesca de la CEE concluyen su reunión sin tratar la expulsión de España de las aguas comunitarias

Soledad Gallego-Díaz

Las gestiones de última hora de dos ministros del Gabinete español, las amenazas de restricciones al comercio comunitario y las intensas gestiones de los embajadores españoles en las capitales de los diez no han sido suficientes para lograr que el Consejo de Ministros de Pesca de la Comunidad Económica Europea, que se desarrolla en Bruselas desde hace tres días, trate al más alto nivel -como pide Madrid- el problema planteado por la expulsión de nuestra flota de las aguas comunitarias.

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Los ministros de la CEE decidieron esta madrugada interrumpir sus trabajos internos hasta el próximo 9 de marzo. Antes se trató del desbloqueo de las negociaciones con Canadá, tal y como exigió la República Federal de Alemania. Sin embargo, el problema planteado a España tras su expulsión de las aguas comunitarias fue totalmente ignorado por el Consejo de Ministros de la Pesca.La posición de tres países, Francia, Gran Bretaña e Irlanda, que se niegan a que las negociaciones con Madrid sean consideradas como un problema «del Consejo», ha conducido al Gobiemo español a un fracaso diplomático de gran envergadura.

Ahora, con los pesqueros amarrados en sus puertos desde el pasado 1 de febrero, sólo quedan dos posibilidades: esperar al 10 de marzo, lo que resulta insostenible para la flota española, o reanudar las conversaciones con la Comisión y los representantes permanentes de los diez, con la esperanza de que, pese a todo, se mejore la última oferta (115 licencias y 8.000 toneladas de merluza, contra las 168 y 11. 800 toneladas del año pasado).

Aun cuando el Gobierno de Madrid consiguiera arrancar más licencias, quedaría patente el fracaso diplomático de nuestros negociadores.

Hay una tercera salida, insinuada por los ministros Punset y Lamo de Espinosa en su reciente visita a Bruselas: la declaración de guerra a la CEE y la suspensión de importaciones de pescado comunitario. Pero ello no solucionaría el problema planteado a los 450 merluceros que esperan en los puertos y podría, por el contrario, incitar a la CEE a exigir una revisión del acuerdo de 1970, que regula las relaciones MadridBruselas.

España jugó la carta de una negociación dura y de una confianza ciega en la posibilidad de que la CEE llegara a un acuerdo interno en el capítulo de pesca. Pero el Consejo de Ministros no encontró ninguna solución el pasado día 27 y Madrid, perdida la esperanza de una segunda prórroga, se vio obligado a retirar sus barcos de las aguas de los diez. Los negociadores españoles mantuvieron su esperanza en el Consejo que comenzaba el día 9 de este mes. De acuerdo con este punto de vista, se lanzó una ofensiva diplomática y se sugirió una nueva posición negociadora: España estaría dispuesta a aceptar una reducción de licencias y cupos, menos tajante que la propuesta inicialmente por la CEE, pero más elevada que la simbólica exigida también inicialmente por nuestros negociadores.

En esta situación, se llegó al Consejo de Ministros de la CEE. El comisario Contogeorgis informó el martes del fracaso de las negociaciones con Madrid. El ministro de la RFA, Josef Erlt, acudió en nuestra ayuda, pero el Consejo se limitó a señalar que, en todo caso, volvería a suscitar el problema español al final de sus trabajos.

Ayer, los ministros de Pesca, casi agotados tras 72 horas de negociaciones, esbozaron un proyecto de acuerdo para el grave enfrentamiento franco-británico. Solucionado con alfileres el tema del reparto de cupos, sólo quedaba el del acceso a las aguas británicas. La vía del acuerdo se fijó en el establecimiento de licencias para el norte de Escocia y mar de Irlanda. Un sistema semejante exige un gran trabajo técnico, por lo que el Consejo acordó levantar su sesión hasta el 9 de marzo.

El principio de acuerdo queda, sin embargo, pendiente de que se desbloqueen las negociaciones con Canadá, donde pescan los barcos de la República Federal de Alemania.

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