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Chema Cobo: "Todo es pintable por el placer de pintar"

El artista plástico Chema Cobo, (1952) acaba de inaugurar, en la madrileña galería Vandrés, una exposición de pinturas, dibujos y acuarelas. Son obras realizadas en Tarifa (Cádiz), lugar de nacimiento y residencia del pintor. Este, al hablar de una actitud ecléctica ante las cosas, parte de la idea de escepticismo como presupuesto básico. Escepticismo como forma de estar y eclecticismo como manera de ver (mirar): «Todo es pintable por el placer de pintar».

En el prólogo del azulado catálogo, Cherna Cobo ha escrito: «Hoy la cortina de nubes blancas se ha ido descorriendo. Allí enfrente aparece Africa. Los eucaliptos sombreaban ruidosamente aquel estudio desde el que lejanamente se veía el mar; hoy, el agua salpica las ventanas de la casa donde trabajo; el horizonte sigue estando lejos, aun cuando su línea divide en diagonal el cuadro en el que estoy».El pintor nos sitúa en su nuevo estudio: «El pintor ecléctico vive en el taller ecléctico; sus límites son indefinibles y cambiantes, al igual que los objetos que por él pasan y los criterios con que el pintor los elige. Ser ecléctico es una actitud previa a la pintura. El eclecticismo es amoral. Mirar por placer y para el placer». Un placer, nos declara el artista, que solicita otra mirada placentera por parte del espectador: «El tema de interés general en el planteamiento de mis cuadros es el tema perceptivo, sin poner límite alguno entre lo que suele llamarse figuración y lo que llaman abstracción. Desde el Renacimiento hasta el presente, estamos mirando la pintura con un ojo con corsé. Yo quisiera que se empezara a ver con ojos diferentes».

La manipulación de la vanguardia

Evoca Chema Cobo las resonantes muestras de la joven, vanguardia patria: «A niveles estratégicos, me parecieron positivas las pretensiones de un sector de la crítica al organizar lo de los ochenta. Sin embargo, los resultados no se han dejado ver. ¿Por qué? Porque han sido manipulados. Tanto aquella exposición como la de los federales parecen haber sido tramadas en honor de dos pintores, yendo los demás como comparsas. Tampoco han surgido textos sobre pintura, sino menudencias historicistas o sociológicas. A estas alturas, se tiene la sensación de que no existe una pintura válida, cuando en verdad yo creo que existe».La figura pionera de Luis Gordillo no es silenciada por Cobo: «Es evidente que sin él seguiríamos todavía sin poder pintar muñecos. El nos abrió los ojos. Y no tiene ningún mérito reconocerlo ahora, cuando ya uno ha encontrado su propio camino. Pero quiero subrayarlo, dado que ciertos manipuladores pretenden divulgar la necedad de que los discípulos fueron quienes le enseñaron a pintar al maestro».

Procura Chema Cobo, en fin, que las tensiones de sus cuadros aparezcan tanto en el interior como en la superficie. De ahí sus extraños formatos: «Estos impiden que el cuadro sea contemplado desde un solo punto, de un vistazo. En principio, se trata de una barrera para el ojo. Ahora bien, eso desencadena luego mayores sensaciones, ideas más enriquecedoras. Es un freno que se resuelve en sensualidad ».

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