Esta semana se perfilará la actitud europea ante la nueva política de EE UU
Medios de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) expresaron ayer su confianza en que la cumbre francoalemana prevista para los próximos días 5 y 6 de febrero, en París, sirva para precisar la actitud que adoptarán los aliados europeos frente a la política del nuevo presidente norteamericano, Ronald Reagan, cuyas primeras declaraciones han despertado cierta inquietud en Bruselas.Fuentes oficiosas próximas a la Alianza Atlántica señalaron que los dirigentes europeos debían extremar su prudencia para no erosionar la imagen de firmeza que ofrece el nuevo Gobierno estadounidense frente a Moscú, especialmente cuando continúa vivo el conflicto de Polonia. «Los europeos», precisó dicha fuente, «hemos pedido repetidamente a Washington en los últimos años mayor claridad y menos vacilaciones, y no debemos ahora interferir la política norteamericana de hacer frente a la expansión soviética».
Sin embargo, prosiguieron dichos medios, los aliados europeos y, fundamentalmente, la República Federal de Alemania y Francia, eje político que viene funcionando con resultados positivos desde hace varios años, deben definir también claramente cuáles son sus intereses, tanto frente a Moscú como frente a Washington.
Entre los intereses concretos específicamente europeos, dicha fuente aliada resaltó tres puntos: mantenimiento de canales permanentes de diálogo con la Unión Soviética, conversaciones de Ginebra sobre limitación de armamento nuclear en Europa y reforzamiento del potencial militar de la OTAN.
Un cuarto punto, de importancia capital para Europa occidental, aunque no directamente relacionado con el diálogo Este-Oeste, es el mantenimiento del precio del dólar dentro de límites soportables para sus economías. La reciente alza en la cotización de la moneda norteamericana -en la que los aliados europeos pagan sus facturas petrolíferas -ha removido el frágil equilibrio monetario, afectando sobre todo al marco y al franco.
El principal problema que se plantea -prosiguieron los observadores de la OTAN- es cómo conciliar el rearme norteamerica no -y la consiguiente revitalización de amplios sectores de la economía estadounidense- con el control de su moneda y de sus efectos sobre Europa.
El quinto punto en el que, empleando palabras del canciller Schmidt, «habrá mucho que discutir», es la relación de Europa con el Tercer Mundo y los países en vías de desarrollo. Los aliados eu ropeos, a través de la CEE, mantienen compromisos de coopera ción con algunos de los países qu quedarán «malditos» por la nueva Administración Reagan y por su política de defensa estricta de lo intereses estratégicos norteamericanos y no tienen intención de seguir ciegamente los consejos de Washington.
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