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La sustitución de Adolfo Suárez

Suárez impuso a Calvo Sotelo como candidato de UCD a presidente del Gobierno

Adolfo Suárez y el sector mayoritario de Unión de Centro Democrático (UCD) impusieron a Leopoldo Calvo Sotelo como candidato del partido a la Presidencia del Gobierno, en la madrugada de ayer. La decisión se produjo contra la opinión de los miembros del sector crítico, que trataron de impedir la votación y se ausentaron de ella, excepto Landelino Lavilla, que se abstuvo. Según la reconstrucción de los hechos realizada con testimonios de los presentes, la reunión, presidida por Adolfo Suárez, fue agria y terminó con una profundización de, la división del partido. En su transcurso se decidió, también contra la oposición de los críticos, comenzar los preparativos para celebrar el congreso del partido los días 6,7 y 8 de febrero, en Mallorca.

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La reunión fue presidida por Suárez. Este no había llegado a hacer efectiva su intención de dimitir como presidente de UCD, ante el temor de perder el control de la situación. El mensaje que dirigió al país el jueves era lo bastante ambiguo -al hablar de «decisión de dejar la presidencia de la Unión de Centro Democrático»- para que a primera hora de la tarde se pudiera dar a entender que había dejado la presidencia del partido y que, una vez calculado que el riesgo era demasiado fuerte, se asentase la versión de que no había dejado de presidir la organización. Según esta versión, la intención de Suárez consiste en dimitir al comienzo del congreso del partido. Esto, según fuentes del Ejecutivo, desmiente una verdadera intención de dejar el puesto, porque todos los dirigentes centristas cesan al comenzar el congreso.Así, Suárez ocupaba la presidencia cuando al Comité Ejecutivo centrista se reunió después de las seis de la tarde en la Moncloa. En la propia reunión, Suárez reafirmó su posición teórica, afirmando que quedaría como militante de base del partido y diputado, aunque no quedó suficientemente claro el cuándo de la dimisión. Con todo, el líder centrista estuvo «más presidente que nunca», dirigiendo la reunión y el turno de palabras, incluso rompiendo la habitualidad de reuniones pasadas, en las que apenas intervenía.

Inmediatamente después de empezar, el presidente dijo que el objetivo de la reunión debía ser elegir un candidato del partido a la Presidencia del Gobierno. El sector crítico, sorprendido por la rapidez de la propuesta, señaló que la reunión no debía dedicarse únicamente a esto, sino, ante todo, a clarificar la situación del partido y el camino a tomar en el futuro. Como Suárez insistiera en que se debía elegir al candidato, los críticos pidieron tiempo hasta las once de la noche.

En el intermedio, este sector constató que no tenía mayoría ni margen de maniobra para lucha por la Presidencia del Gobierno, y decidió volver a la reunión con e propósito de insistir en el plantea miento de fondo y de dejar a un lado la elección del candidato Conforme avanzó la discusión sobre este tema, el sector crítico fue derivando hacia la petición de que se discutiese el programa que habría de presentar el nuevo presidente, y más tarde se concretó en la defensa de un acuerdo del Ejecutivo para establecer la alianza interna que debía apoyar. al nuevo Gabinete, con asignación de carteras incluida. En estas tesis destacaron las intervenciones de Oscar Alzaga y Miguel Herrero.

Frente a ello, los miembros de ejecutivo fieles a Suárez sostuvieron la necesidad de elegir al candidato. Rafael Arias intervino para defender la competencia del ejecutivo en esta tarea, y Fernando Abril dijo que la Constitución establece claramente que tanto la proposición de ministros como del programa. de investidura corresponden al candidato a presidente del Gobierno. Según fuentes de los reunidos, el más claro en señalar la necesidad de distribuir las carteras fue Enrique Sánchez de León.

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Landelino Lavilla, desbordado por su grupo

En todo este debate el papel más extraño fue desempeñado por el presidente del Congreso y líder teórico del sector crítico, que en ningún caso defendió convincentemente las posiciones de su grupo. En la discusión, Miguel Herrero y Oscar Alzaga parecían ser los verdaderos cabezas de la contestación. Según la versión de la agencia Efe, Lavilla incluso dio su aprobación de principio a la Candidatura de Leopoldo Calvo Sotelo, que habría aceptado en una reunión previa celebrada con Adolfo Suárez.Estos debates consumieron prolongados períodos de tiempo, ya en la madrugada de ayer, porque Suárez. utilizó una táctica de cansancio de sus oponentes: cada cuestión planteada era motivo de un nuevo turno de palabras, en el que intervenían la mayoría de los 35 miembros del Comité Ejecutivo. Así, la reunión se fue convirtiendo progresivamente en un diálogo de sordos, cada grupo encastillado en una posición y con una tensión creciente.

En esta situación, la reunión fue interrumpida en varias ocasiones, y se produjeron conversaciones y negociaciones de pasillo. Entre ellas destaca el aparte que celebró Adolfo Suárez con Miguel Herrero y Oscar Alzaga. y las explicaciones de los ocho miembros del sector crítico a Calvo Sotelo, para darle garantías de que su actitud no era contraria a su candidatura personalmente, sino a la forma en que había sido planteada por Suárez, con la intención de que reconsiderase su posición y se aviniese a pactar con todo el Comité Ejecutivo la puesta en marcha del nuevo Gobierno.

Los "críticos" abandonan la reunión

Calvo Sotelo no se mostró receptivo a estas peticiones, aunque prometió hablar con el otro sector del ejecutivo, según fuentes solventes. Después de esta conversación, Suárez anunció que se procedía a la votación del candidato a presidente del Gobierno. El sector crítico trató de impedirla reiterando sus argumentos, pero Suárez no hizo el mínimo caso y puso en práctica su decisión. En ese momento salieron de la sala Miguel Herrero, Oscar Alzaga, Fernando Alvarez de Miranda, Antonio Fontán, Ignacio Camuñas, Luis de Grandes y Alvaro Alonso Castrillo, afirmando que no podían participar de ese modo en la elección y expresando sus dudas sobre la validez de la misma.Al margen de la votación, aunque en la sala, permanecieron Gabriel Cisneros, Ramón Alvarez de Miranda y Cecilio Valverde, por no ser propiamente miembros del ejecutivo. Landelino Lavilla también se quedó y se abstuvo. Esta actitud suya ha sido valorada como un gesto positivo por parte del sector mayoritario del ejecutivo, que sumó veinticinco votos a favor de Leopoldo Calvo Sotelo.

Los siete miembros que se ausentaron hicieron público ayer un comunicado, en el que insisten en sus razones, afirmando que era absolutamente injustificada una «decisión perentoria» sobre la elección del candidato, «desatendiendo la convocatoria al diálogo y a la reflexión».

La "espantada" de Calvo Sotelo

Al llegar a este punto, Calvo Sotelo había rebasado su capacidad de soportar los acontecimientos, y expresando su decisión de no ser presentado candidato con la oposición de un sector del partido, había dejado la reunión.Sin embargo, en realidad salió del edificio y se marchó a su domicilio, decidido a no aceptar. Cuando Suárez le buscó para comunicarle el resultado de la elección, fueron los conserjes quienes le informaron que había marchado a casa. Suárez le llamó por teléfono, consiguió que volviera y, una vez de nuevo en la Moncloa, le convenció de que aceptase la designación.

También se reintegraron a la reunión los miembros del sector crítico que la habían dejado al iniciarse la votación, lamentando nuevamente la situación en que se les había puesto. Todo este desarrollo de la reunión fue resumido en la nota que, al terminar el ejecutivo, redactó e hizo pública Rafael Calvo Ortega, y que dice:

«El Comité Ejecutivo nacional de UCD se ha reunido hoy, a partir de las siete de la tarde, bajo la presidencia de Adolfo Suárez. En esta reunión, el presidente informó al comité ejecutivo de su dimisión como presidente del Gobierno y como presidente de UCD. Comunicó al comité ejecutivo que tras varias conversaciones con miembros del Comité Ejecutivo proponía como candidato a la Presidencia del Gobierno a Leopoldo Calvo Sotelo. Después de un amplio debate, la propuesta fue aceptada».

La celebración del congreso

En la reunión quedó prácticamente decidido asimismo que el II Congreso del partido se celebrará en Palma de Mallorca los días 6, 7 y 8 de febrero.El sector crítico, que había dado el miércoles un ultimatum para que el congreso se reuniese inmediatamente, entiende ahora que la dimisión del presidente cambia la situación por completo, y que debe resolverse mediante la celebración ,de un congreso extraordinario, lo cual implica volver a elegir compromisarios, porque se trataría de «otro congreso». Así, Antonio Fontán dijo que se diese por no recibida la carta en la que se contenía el ultimátum.

Por el contrario, el sector oficialista entiende que la situación de acoso que antes sufría ha cambiado favorablemente para Suárez y sus hombres, que, tras la dimisión del presidente, aspiran a arrastrar a unos compromisarios impresionados por el gesto del líder.

El sector crítico, cogido en la contradicción entre su ultimátum y la petición de tiempo, tuvo que ceder, y se llegó al acuerdo tácito de que la organización vaya preparando la reunión de la asamblea para los días antes señalados, aunque la decisión formal no será tomada hasta que el comité ejecutivo se reúna hoy de nuevo.

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