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Cortés encuentro entre Hassan de Marruecos y el presidente argelino en la "cumbre" islámica

ENVIADO ESPECIAL, La tercera cumbre islámica, que se abrió el domingo en la ciudad santa de La Meca, obtuvo inmediatamente uno de sus primeros frutos, en lo que se refiere a la tan deseada concordia entre los países musulmanes, cuando el rey Hassan II de Marruecos y el presidente argelino, Chadli Benjedid, se estrecharon la mano y se saludaron cortésmente en la puerta de la Caaba, el principal lugar sagrado del culto islámico.

El fugaz encuentro, que fue registrado por las cámaras de televisión y ha sido muy resaltado en la Prensa saudí, ha provocado especulaciones sobre una eventual entrevista privada entre los dos líderes enfrentados por el conflicto del Sahara occidental.Un portavoz de la delegación argelina -citado por la agencia AFP- precisó que el apretón de manos entre los dos jefes de Estado es simplemente un gesto de cortesía y no debe interpretarse como una reconciliación política. Fuentes argelinas descartaron también una entrevista entre Chadli y el rey Hassan sobre el problema del Sahara, al margen de la cumbre, ya que, oficialmente, Argelia no se considera parte implicada en el conflicto y se niega reiteradamente a hablar en lugar o en nombre del Polisario.

El rey Jaled de Arabia Saudí visitó el mismo domingo al presidente de Irak, Saddam Hussein, y al de Siria, Hafez el Assad, enfrentados muy seriamente desde el estallido de la guerra del golfo Pérsico. El recuerdo de los éxitos diplomáticos de la cumbre de Lahore, en 1974, pega sobre esta conferencia de Taif, cuyos patrocinadores quisieran obtener un éxito tan, espectacular como fue en aquella ocasión la paz entre Pakistán y Bangladesh.

Veintiocho jefes de Estado o de Gobierno y otros nueve altos dirigentes, además del líder dé la OLP, Yasir Arafat, asistieron a la solemne ceremonia de apertura de la cumbre, que tuvo lugar, el domingo, en la gran mezquita de La Meca.

En su discurso de apertura, leído en la gran mezquita, el rey Jaled defendió el no alineamiento de los países musulmanes, porque «nuestra lealtad no es para el bloque occidental ni para el bloque oriental, sino para Dios, para Mahoma y para las masas islámicas de todo el mundo». El soberano saudí atacó duramente a Israel y a la Unión Soviética por su usurpación de tierras musulmanas.

Tras subrayar que el renacimiento del Islam no es un peligro para nadie y que elIslam es «la religión de la acción», el rey de Arabia Saudí hizo un llamamiento a los musulmanes de todo el mundo para que luchen como un solo hombre por la causa de sus hermanos de Afganistán y de Palestina. Jaled habló de la «ocupación sionista de Jerusalén y Palestina» y de «la invasión imperialista del Afganistán islámico por la Unión Soviética».

Los palestinos, en contra de lo que esperaban, no han logrado que los dirigentes musulmanes hícieran el domingo, ante la Caaba, el juramento de «liberar Jerusalé n y Palestina».

Los líderes musulmanes visitaron después la Caaba, una pequeña edificación que, según la creencia islámica, fue construida por Abraham, en uno de cuyos rincones se encuentra la famosa «piedra negra», venerada desde antes de Mahoma. Fue al salir de la Caaba, cuando el rey de Marruecos se encontró de frente con el presidente argelino y le estrechó la mano.

Centenares de periodistas, que, al no ser musulmanes tienen prohibida la entrada en La Meca, vieron por televisión como los 38 lideres daban las siete vueltas alredgdor de la Caaba, para cumplir el rito llamado tawaf.

El discurso del presidente paquistaní, general Zia ul Haq, salpicado de citas religiosas, contuvo duros ataques contra Israel por la ocupación de Jerusalén y Palestina, grandes elogios para la OLP y una condena de la intervención soviética en Afganistán.

El secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, habló también ayer ante la cumbre islámica para pedir una solución política de la crisis de Afganistán y el respaldo del mundo musulmán a los esfuerzos mediadores que entre Irak e Irán está realizando su enviado especial, el ex primer ministro sueco Olof Palme.

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