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Segunda fase de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa de Madrid

Una nueva conferencia de desarme, tema central de la segunda fase de la CSCE

La posibilidad de que se acuerde en Madrid la convocatoria de una conferencia sobre medidas militares de confianza y negociaciones de desarme constituye el punto central de los debates políticos de la segunda fase de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), que hoy se inicia en la capital española. Unas discusiones que partirán de¡ análisis de 85 propuestas presentadas por los 35 países participantes y que cuentan con la incógnita del comportamiento de la Administración del presidente Ronald Reagan en este inmediato y primer foro de las relaciones Este-Oeste.

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Seguridad y derechos humanos en las propuestas principales

Otro de los temas clave litigiosos se refiere a la continuidad del propio proceso de la CSCE iniciado en Helsinki. El jefe de la delegación de la U RSS y viceministro de Exteriores, Leonidas llichov, declaraba ayer a EL PAIS que la continuidad de la Conferencia dependerá de los resultados de la reunión de Madrid, en los que el propio llichov querría incluir la convocatoria de una conferencia de desarme con referencia en ella a las armas convencionales y nucleares. En el plano político destaca la incógnita de cuál será la actitud de la diplomacia del general Alexander Haig, secretario de Estado, ante las discusiones que sobre la distensión se celebran en Madrid. De momento, parece ser que eljefe de la delegación norteamericana, el embajador Griffin Bell, será sustituido por el segundo de la delegación, el embajador Max Kanipellman, al menos en la apertura de la segunda fase, y no se descarta la posibilidad de que a la cabeza de este equipo se incluya un hombre próximo al equipo del nuevo presidente norteamericano, que aún no ha hecho declaraciones concretas sobre la CSCE. Se recuerda tan sólo una frase que se le atribuye al propio Ronald Reagan, durante la pasada campaña electoral, en la que el nuevo inquilino de la Casa Blanca afirmaba: «Si no participan nuestros atletas en la Olimpiada de Moscú, ¿para qué enviamos nuestros diplomáticos a Madrid?» Mucho más contundente y expresivo fue el presidente norteamericano a la hora de comentar la presencia militar de la URSS en Afganistán. Y por ello no se descarta la posibilidad de que la delegación de Esta dos Unidos intente reabrir ahora este debate o condicionar el tema afgano a toda convocatoria de una conferencia sobre el desarme, a la que Estados Unidos se opone en principio, aunque mantiene una muy discreta actitud de apoyo a la oferta de Francia sobre medidas de confianza. De todas maneras, la reapertura del debate sobre Afganistán o derechos humanos sería muy difícil.Pasa a páginas 6 y 7

Las propuestas de Francia y Polonia sobre medidas militares de confianza y desarme, temas claves de la CSCE

Viene de primera página

Se recuerda cómo en el difícil compromiso establecido en torno al orden del día, calendario y modalidades de la Conferencia, se incluyó un apartado en el que se dice: «El intercambio a fondo de opiniones sobre la aplicación de las disposiciones del Acta Final (de Helsinki) y la ejecución de las tareas definidas por la Conferencia se terminarán al finalizar la sexta semana». Ello supone que el debate político sobre Afganistán y derechos humanos está, en teoría, cerrado.

No obstante, todo s posible y son muchos los que creen en la eventualidad de que el presidente Reagan intente reabrir el debate de Afganistán. Desde luego, la tensión renacería si la crisis polaca llegara al borde de la intervención militar de la URSS, como se temió a finales del pasado año, aunque esta vez la preocupación en los medios diplomáticos se centra más en el desarrollo de los enfrentamientos armados en El Salvador que en Polonia. Los países atlánticos que participan en la Conferencia temieron, por su parte, que la URSS y sus aliados criticaran duramente el golpe de Estado en Turquía y que esta cuestión surgiera en las discusiones sobre derechos humanos. Ahora, el bloque occidental está preocupado por una eventual intervención directa de Estados Unidos en El Salvador. En definitiva, la Conferencia de Madrid se va a convertir en la primera prueba para la Administración Reagan en los capítulos relativos a la distensión, desarme y derechos humanos, que son los temas centrales de las propuestas presentadas en la primera fase y que ahora se debatirán a lo largo de las próximas cinco semanas. En ellas deberán cerrarse las conversaciones madrileñas con un documento final, en el que se fecha y el lugar de la próxima conferencia -a cuya organización aspiran Rumania y Bélgica, por el momento- y en el que se podrán incluir resoluciones aprobadas por consenso de los 35 países, como partes integrantes del documento final de la Conferencia.

Desarme y medidas de confianza

La posibilidad de que la Conferencia de Madrid llegue al acuerdo de principio de convocar una nueva conferencia de desarme y de medidas de confianza (o de control de seguridad) supondría un resultado importante para la reanimación del proceso de distensión Este-Oeste, que hoy está completamente congelado. Otras conclusiones, aunque de menor alcance, serán declaraciones sobre mejorasen la libre circulación de ideas y personas, en la cooperación cultural, comercial, energética y económica; en la lucha contra el terrorismo (partiendo de una propuesta que patrocina España) o, simplemente, la convocatoria de la cuarta CSCE en Bucarest, Bruselas o en Viena, por ejemplo, si no se consigue un consenso sobre las dos primeras ofertas. Desde luego, y aunque parece que la etapa más conflictiva de la Conferencia ya pasó, tampoco se puede descartar la ruptura total y el final del proceso iniciado en Helsinki si las tensiones se reavivan.

De todas maneras, y abstracción hecha del impacto del equipo del presidente Reagan, serán las cuestiones relativas a la seguridad y al desarme las que centren la atención política de la reunión. En principio, se parte de dos propuestas esenciales presentadas por Francia y Polonia y que, aunque incluyen. objetivos parecidos, discrepan seriamente en el fondo y en la forma. En síntesis, la propuesta de París presentada por Giscard d'Estaing en las Naciocies Unidas, tiene dos objetivos: uno, el de reciclar a Francia en las negociaciones sobre control de armamentos convencionales en el corazón de Europa, de las que permanece apartada tanto en las conversaciones SALT ruso-americanas sobre armas estratégicas como en las llamadas MBFR de Viena; así mismo, París desea, por otra parte y sobre todo, obligar a los soviéticos a extender sus «medidas de confianza» o sistema de información de maniobras militares acordado en la primera CSCE de Helsinki, no sólo a la franja de 250 kilómetros estipulada, sino a todo el territorio de la URSS. Concretamente, Francia propone que las actuales medidas de confianza o de control de maniobras militares no se limiten a sólo una parte del territorio ruso, sino a la totalidad. En su texto proponen una conferencia de desarme a celebrarse en 1981, en un lugar aún por determinar (Polonia propone Varsovia en su oferta) y con la intención que la próxima CSCE analice sus resultados. En relación con el contenido de dicha conferencia, Francia pide -y aquí está la clave de su propuestaque se adopte «un régimen coherente de medidas de confianza aplicables en el conjunto del continente europeo, del Atlántico a los Urales» así como toda una serie de medidas técnicas verificatorias. Es decir, la apertura de una conferencia con un contenido concreto y obligando a la URSS, desde su convocatoria, a comprometerse en la ampliación de su franja de 250 kilómetros. La propuesta de París cuenta, al parecer, con el apoyo de todos los países de la OTAN y de España y se cree que será inamovible. Es decir, o esto o nada, y mucho menos un compromiso intermedio.

La oferta de Polonia

Polonia, interpretando los eseos de la URSS, quiere la convocatoría de la conferencia del desarme para el 20 de octubre de 1981, en Varsovia. Su propuesta se refiere a una conferencia en dos fases, en la que se incluiría, en una primera etapa, el análisis y la ampliación de las llamadas medidas de confianza sin prejuzgar su contenido ni sus límites geográficos, y una segunda parte destinada a profundizar en el desarme propiamente dicho. El documento polaco insiste en que los acuerdos que se adopten en el nuevo foro no deberán «menoscabar la seguridad de ningún Estado», lo que podría ser una alusión indirecta a su crítica situación interna.

A la vista de ambas propuestas, y si es cierto que Francia y la OTAN no desean apartarse de sus condiciones concretas, parece difícil o casi imposible que se llegue a un acuerdo definitivo en Madrid por que la URSS no aceptará la posición gala, a no ser que desee ganar tiempo y dar un impulso y contenido a la CSCE, aunque luego, una vez en marcha la nueva conferencia, intente rectificar su contenido inicial. Para los países de la OTAN no cabe posición intermedia entre París y Varsovia, y por ello no consideran ni siquiera oportunas las ofertas de conciliación que en este sentido han hecho, a través de varias propuestas, los países neutrales y no alineados que participan en la reunión de Madrid.

En todo caso habrá también que tener en cuenta la postura de Estados Unidos, que incluso podría revisar su apoyo inicial a París. A la Administración del presidente Carter no le gustaba ya desde hace meses la idea de convocar ningún tipo de conferencia sobre confianza, seguridad, y mucho menos de desarme, y calificaba todas estas iniciativas como «propagandistas de la URSS». Para Carter, la invasión de Afganistán impedía, como principio, toda nueva negociación, e incluso se puso en duda la oportunidad de la reunión de Madrid.

Por todo ello es presumible que los hombres de Reagan sean aún mucho más estrictos y se opongan a toda iniciativa negociadora que no incluya de antemano la cuestión afgana, garantías sobre Polonia y el despegue de las viejas negociaciones MBFR de Viena, así como un replanteamiento de las SALT II. Es decir, que muy optimista hay que ser para pensar en una futura conferencia de desarme, aunque otra cosa sería pensar que a las actuales medidas de confianza se pueda añadir alguna pequeña ampliación en el marco de la CSCE y como anejo a los acuerdos establecidos en Helsinki, lugar en el que los occidentales ofrecieron a la URSS el generoso acuerdo de los 250 kilómetros a cambio del control en todo su territorio.

Contactos diplomáticos de última hora

En relación con la fase que hoy comienza hay que señalar que no se esperan problemas de calendario y organización de los trabajos que discurrirán partiendo del llamado libro violeta del procedimiento y de una distribución del tiempo presentada por Finlandia. Las sesiones se iniciarán con una primera plenaria e inmediatamente después se pasará al estudio en comisión (en las tres comisiones de seguridad, cooperación y relaciones humanas), y a puerta cerrada, de las 85 propuestas, para seleccionar las que pudieran incluirse en el documento final de la conferencia.

Precisamente para elaborar dicho documento o proyectos del mismo, algunos países han establecido contactos diplomáticos en las últimas horas. Es así que Holanda, que ahora preside la CEE de los diez, según el sistema rotativo del Consejo de Ministros comunitario, tendría ya redactado un proyecto de documento que habría consultado con los países de la OTAN, e incluso con Estados Unidos, en el reciente viaje a Washington que el jefe de la delegación holandesa, embajador Van Dongen, realizó para conversar con la Administración Reagan.

Asimismo, en estas preconsultas diplomáticas se ha incluido la cuestión de la continuidad o follow-up de la Conferencia de Madrid. Hasta ahora, Rumanía y Bélgica son países candidatos y Austria podría surgir si no se llega a un consenso. De todas maneras, la oferta rumana cuenta con múltiples adhesiones no sólo entre los países del Este, sino entre neutrales y algún atlántico, como Francia. La candidatura de Bucarest podría ser aceptada si Rumanía da toda serie de garantías sobre acceso y movimiento en su capital no sólo para los participantes, sino para informadores e incluso disidentes y manifestantes. Otra posibilidad que se baraja sería la de celebrar la primera fase de la próxima Conferencia en Bucarest, y la segunda, en Bruselas. También podría acordarse un sistema rotativo para todos los países.

En lo que a España se refiere hay que. señalar que el jefe de la delegación hispana, Javier Rupérez, ha visitado recientemente Bruselas y Estrasburgo para contactar las posiciones de los países de la OTAN y del Consejo de Europa. Según el propio Rupérez, neutrales y aliados se encuentran satisfechos sobre el desarrollo de la primera fase de la conferencia. Otras fuentes de la delegación hispana han destacado cómo la Prensa de los países socialistas se ha felicitado del desarrollo de la marcha de la conferencia.

No obstante, en algunos medios diplomáticos de los países del Este se ha calificado la actitud hispana en la conferencia de excesivamente atlantista en algunas ocasiones. Por otra parte, en fuentes próximas al ministro de Asuntos Exteriores se subraya que España ha jugado un papel de país occidental, y a la vez de conciliador, por su situación de nación anfitriona. Las mismas fuentes son menos optimistas sobre el resultado de la primera fase de la conferencia y afirman que los resultados han sido «más bien escasos», aunque puntualizan que las dificultades impuestas por la crisis de las relaciones Este-Oeste dificultaron la marcha de esta fase de la conferencia. En el palacio de Santa Cruz se señala que España apoyará la propuesta francesa sobre una conferencia del desarme y buscará para esta segunda fase un mejor resultado que para la primera.

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