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Marsillach: "He escrito una obra irónica y divertida sobre mi generación"

Estreno del espectáculo "Yo me bajo en la próxima, ¿Y usted?"

El actor y director Adolfo Marsillach se presenta hoy, en el teatro de la Comedia, de Madrid, como autor del espectáculo Yo me bajo en la próxima ¿y usted? interpretado por Concha Velasco y José Sacristán, con dirección escénica del propio autor. La obra se estrenó en Valencia a finales de diciembre y se ha representado también en Alicante. Es la historia del fracaso de una pareja a lo largo de los años cuarenta y cincuenta, «una época contemplada desde la ironía y el humor, nunca con sentimentalismo».

A sus 52 años, Marsillach sube al escenario como autor para contar una historia cercana a su generación, y lo hace desde una postura «lógica y, tal vez, temeraria» de un hombre de teatro y televisión que ha tocado diversos géneros como actor y director. «No creo que ser autor signifique una mayor importancia ni llegar al último peldaño de una carrera», declaró ayer. «Nunca he pensado que pudiera ser Molière o Shakespeare, ni tenía la secreta ambición de creerme un maravilloso autor por descubrir. Hoy hago de autor como en otro momento pueda ser escenógrafo».Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? según su autor, «es una obra que pretende ser divertida y mira burlonamente a unas gentes de mi generación. En síntesis, son dos personajes que se conocen, se casan y se separan, comienza a finales de los años cuarenta y termina en los sesenta, un poco más allá de las consecuencias de la revolución de 1968. Esta línea argumental base está continuamente quebrada por las historias que entre ellos se explican. Fundamentalmente, es la historia del fracaso de una pareja, condicionada por una época, por unas normas de comportamiento y el ambiente que les determina. No se trata de un teatro-documento, y aunque se van a reconocer con mayor fuerza el público mayor de cuarenta años, por las palabras, las anécdotas o la música de unos años concretos, la gente más joven acepta divertido el espectáculo. Quiero dejar muy claro que en ningún momento se propone al espectador el camino de la añoranza. Los mismos actores rechazan la trampa de la nostalgia».

Marsillach declara que su espectáculo está en la línea del cabaré literario y del music-hall, «lo que es bastante lógico en un hombre del espectáculo más que autor teatral». Como referencia personal se encuentra próximo al inglés Harold Pinter, «con esa violencia que ejerce sobre la realidad hasta convertirla en irreal», y al humor de Miguel Mihura. «En esta obra he intentado que la ironía fuese crítica, e incluso un poco agresiva y divertida, Es posible que este propósito le haga bajar de graduación a una posible agresión. De todas formas, es una consecuencia, como autor, de mis guiones de televisión. Tengo especial empeño en que la obra divierta. El teatro tiene la obligación de ser divertido y no puede permitirse el lujo de aburrir. No he escrito esta obra con la pretensión de ser un lbsen. A mi edad tampoco me puedo permitir ser un autor comprometido».

«El montaje del espectáculo», añade Marsillach, «parte de la idea de que estamos en una pista de juegos, y todo lo que hace el hombre es un juego».

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