Los niños de Televisión

El lunes, día 5 de enero, tuve el honor de ser llamada a participar en una de las más entrañables y hermosas tareas: la de compartir la alegría de unos niños, en su mayoría de muy corta edad, al ser obsequiados con los juguetes propios de las pasadas fiestas, con refrescos, y con la música de una popular y alegre charanga de nombre bien ibérico: La Puñetera. Estos niños son los hijos de los trabajadores en huelga desde hace casi dos meses del servicio de cafetería de Televisión, y a los que este organismo estatal, haciendo una vez más gala de sus peculiares modos y maneras, decidió dejar sin los regalos que siempre por Reyes reparten entre los hijos del personal que trabaja en ella. Televisión utiliza de forma abusiva y vergonzosa a los niños para que hagan publicidad, incitando al consumo a los otros niños. Los bombardea incesantemente con la idea de que hay que pedir, pedir, comprar, comprar, lo que en unos momentos en que en el país hay más de dos millones de parados, y la situación es tan difícil para la mayoría, es, cuando menos, insultante y cruel, pues se despreocupa de las frustraciones y desengaños que crea en tantos y tantos hogares incapacitados para satisfacer los deseos del, niño. Televisión llena su boca, su pantalla, con imágenes sensibleras y empalagosas del «rey del hogar», del «pequeño al que hay que hacer feliz», del «rayo de sol» de la casa y después, sin el menor pudor, usa a unos niños, cuyos padres están en un momento muy angustioso, y no entro aquí en las razones del porqué, pues no es el caso, como instrumento de represalia, venganza o chantaje, discriminándolos a la hora de «su fiesta», en relación con los hijos de los demás.Pero, creo que todos los padres y madres, todos los que amamos a los niños, debemos conocer la triste realidad que se esconde tras tanto «árbol», tanto «belén» y tanta palabrería. Que para Televisión Española sólo son niños, al parecer, los que son hijos de padres «cómodos», los que pueden gastar sin tasa, y, tal vez, los suyos propios. Los demás, y lo he visto con mis propios ojos, sólo son armas para utilizar sin el menor sentimiento.

Yo estuve con esos niños y disfruté de la alegría y la felicidad que Televisión Española quiso hacer imposible, aunque, por fortuna, sin conseguirlo./